1.- La violencia, "partera de la historia" como la llamara
Marx, ha estado presente a lo largo de nuestra historia como el factor
esencial del sojuzgamiento de nuestro pueblo. Tanto en las culturas pre-Inca,
como en el Tahuantinsuyo, en la conquista española y en el periodo
colonial, las diferentes modalidades de explotación del hombre por
el hombre, se basaron en la existencia de aparatos represivos armados al
servicio de las clases dominantes.
Sin embargo, la historia "oficial" registra só1o
de manera parcial las formas de aplicación de la violencia, de
acuerdo a las concepciones e intereses de la clase o fracción
de clase dominante en cada periodo. Ha existido siempre una tendencia a
obviar, negar, distorsionar o minimizar las luchas reales de nuestro pueblo,
especialmente durante el periodo republicano. Muchas rebeliones, insurrecciones,
movimientos armados locales y regionales se han sucedido uno tras otro.
Cruentas luchas, muchas veces sin objetivos claros, pero expresiones de
los entrenamientos de clase marcan nuestra historia
Los
revolucionarios debemos aprender de la experiencia de lucha de nuestro
pueblo. No hacerlo seria negar las enseñanzas de la historia. La
resistencia a la conquista con las gestas de Manco Inca; movimientos como
el de Juan Santos Atahualpa; la gloriosa lucha anticolonial dirigida por
Tupac Amaru en 1780 que tuvo repercusiones en todo el continente y que
abrió el camino para la independencia; las luchas por la independencia,
cuyos actores fueron las masas explotadas, aunque ella no significó
un cambio posterior en su condición de explotados; la resistencia
andina en la guerra con Chile donde se vio una vez mas que la defensa de
la Nación no reposaba sobre las clases dominantes sino sobre el
campesinado y los sectores explotados expresados en las guerrillas del
centro; los movimientos de Atusparia y Uchcu Pedro en Ancash; de Rumimaqui
en el Sur, las insurrecciones de los años 30 en Trujillo, Cajamarca
y Ayacucho, la insurrección de la marinería del 48, las tomas
de tierras en los años 50 y principios de los 60 que movilizaron
a cientos de miles de campesinos; el movimiento guerrillero del MIR y del
ELN, en 1965; los Paros Nacionales combativos a partir de 1977 son, entre
otros, episodios de lucha, de utilización de la violencia contra
los opresores. Todas estas y otras experiencias deben ser estudiadas pues,
sus aciertos y errores, victorias y derrotas, son una lección viva
que enriquece el que hacer revolucionario del presente. Al igual que estudiamos
y aprendemos de las experiencias de lucha y guerra de nuestro pueblo, debemos
asumir, también, la experiencia de la practica revolucionaria internacional.
Con la guía del marxismo-leninismo y asumiendo la teoría
científica de la guerra, estaremos completando nuestra visión
de la guerra revolucionaria, de la guerra de todo el pueblo.
2.- La vía estratégica para la Revolución Peruana es la Guerra Revolucionaria de todo el pueblo (G.R.P.); en ella se entrelazan diversas formas de lucha, articuladas por la lucha armada. Los elementos centrales de la estrategia militar tiempo, espacio, fuerza son herramientas importantes para comprender la guerra revolucionaria. Carl Von Clausewitz, gran clásico de la guerra del siglo XIX sostenía que: "La estrategia determina el lugar donde habrá de emplearse, la fuerza militar en el combate a ser librado, el tiempo en que se empleará la misma y el numero de esta fuerza. Porque esta triple determinación tiene una influencia muy fundamental en el resultado del encuentro. Si la táctica ha librado el encuentro, si tenemos el resultado, sea este la victoria o h derrota, la estrategia lo usa como corresponde, de acuerdo con los objetivos finales de la guerra".
3.- En cuanto al lugar, la guerra revolucionaria del pueblo
tiene diversas escenarios, diferentes pero complementarios. La guerra la
hacen las masas, y se desarrolla donde éstas se encuentran, en el
campo y la ciudad. Cada espacio estratégico tiene una función
especifica en el curso de la guerra y la insurrección.
El campo es el escenario principal de la guerra; lo cual
responde a razones históricas, económicas, sociales, político-militares.
Históricamente, ha sido el campo andino donde se ha resuelto estratégicamente
las grandes guerras que se han librado en nuestra patria. Las masas campesinas,
especialmente andinas, son las más pauperizadas y son las portadoras
de una de las vertientes principales de nuestra nacionalidad en formación.
Desde el punto de vista político-militar, en el campo el aparato
del Estado es más débil, facilitando la construcción
de la fuerza militar revolucionaria, y es posible proceder a la concentración
de tropas que permitan organizar un ejercito popular. En la ciudad, la
guerrilla tiene una. función de apoyo (hostigamiento, sabotaje,
abastecimiento, dispersión de las fuerzas enemigas, etc.) y di alimentar
la lucha de masas elevando su combatividad, preparando las condiciones
para la ofensiva insurreccional del pueblo.
4.- La ciudad es el escenario principal de la insurrección.
Concebimos que la guerra revolucionaria y la insurrección se entrelazan
en un proceso único. La guerra popular y el accionar combativo de
las masas, preparan las condiciones de la insurrección general y
generan las condiciones de la victoria en el curso de esta.
El peso especifico que tienen las ciudades en el país
le dan a la insurrección una importancia singular, pues es esta
la forma principal de ejercicio de la violencia revolucionaria de las masas
populares urbanas. No afirmamos que necesariamente la insurrección
general deba ser el desenlace de la guerra. Pueden producirse, en el proceso
de la guerra, una cadena de insurrecciones parciales. Puede darse también
la posibilidad de una insurrección general como eslabón entre
dos etapas de la guerra. Finalmente, puede ocurrir también la quiebra
del territorio nacional. Estas y otras variantes se
pueden presentar en un complejo entrelazamiento.
5.- La guerra revolucionaria es un proceso prolongado. Volcar la desfavorable correlación táctica de fuerzas existentes entre el enemigo y nosotros, así como construir el poder militar de la revolución y las bases del poder popular, supone tiempo.
Partimos de que hoy somos débiles y el enemigo fuerte. Pero con una línea justa es posible trocar nuestra debilidad en fortaleza, del enemigo en debilidad. Ellos tratan de imponernos una guerra de decisión rápida, concentrando en un espacio reducido una gran fuerza para obtener una victoria contundente en corto tiempo. Esa fue la experiencia en el Frente Nor-Oriental, donde el enemigo concentró en el Norte del Departamento de San Martín alrededor de 5,000 efectivos con la esperanza de aniquilar a nuestra columna guerrillera. Nuestra respuesta fue ampliar el teatro de operaciones desconcentrando fuerzas, es decir, dilatando el espacio, obligándolos a dispersar sus fuerzas y prolongando el enfrentamiento, evitando combates "decisivos" a corto plazo.
Ahora bien, en la guerra revolucionaria el tiempo juega a nuestro favor sólo en tanto que el pueblo sea el protagonista, que la sostenga y la nutra. Es en estas condiciones que hacemos del tiempo un aliado. En caso contrario, si no ha sido posible integrar al pueblo a la guerra, el tiempo só1o reproduce nuestro aislamiento y nos lleva al desgaste.
6.- Si bien concebimos la guerra revolucionaria como un proceso prolongado, debemos tener presente la posibilidad especialmente en momentos de crisis de la institucionalidad estatal de importantes saltos y avances cualitativos en la lucha. En ovas palabras, la acumulación de fuerzas no tiene un carácter necesariamente lineal, ya que la dinámica de la lucha de clases, manifestada a través de procesos insurreccionales o quiebres de la institucionalidad burguesa, pueden representar saltos significativos en la guerra.
7.- La ofensiva permanente, entendiendo por tal el retener en todo momento la iniciativa, es la vía necesaria para avanzar en el logro de nuestros objetivos tácticos y estratégicos. Si bien en algunas circunstancias se nos pueden plantear situaciones defensivas, estas deben ser só1o temporales hasta que estén prestos los medios para reasumir las operaciones ofensivas. Siguiendo el principio de concentrar fuerzas y medios superiores en el tiempo y lugar indicados, podremos siempre obtener resultados favorables, reteniendo la iniciativa de este modo pondremos siempre al enemigo a la defensiva, reaccionado, mas que actuando.
8.- La guerra revolucionaria del pueblo, se desarrolla bajo el principio estratégico de combinar la lucha política y la lucha armada. Es esto lo que permite y garantiza la acumulación de fuerza y la integración plena de las masas a la guerra. La lucha política permite movilizar al pueblo para la guerra, desarrollando su conciencia y organización. La lucha militar es la que expresa la participación del pueblo en la guarra. En la medida en que la lucha política se despliega y se radicaliza obligando a la burguesía a desenmascararse y profundizar más su carácter represivo y antipopular, va alimentando el desarrollo de la guerra. En la medida que la lucha armada avanza, la lucha política adquiere proyección estratégica, cambiando su carácter, al formar parte de un proyecto de poder y no sólo un medio de presión en los marcos del sistema
9.- La guerra revolucionaria del pueblo se desarrolla
a partir de la guerra de guerrillas. Al ejercito regular de la burguesía,
le oponemos las fuerzas irregulares del pueblo; unidades que en el inicio
son relativamente pequeñas, con alta movilidad, que conocen el terreno
y que cuentan con el apoyo de la población.
La guerrilla elude el combate si no tiene superioridad
táctica, sus ventajas principales son: el apoyo de la población,
el conocimiento del terreno y la sorpresa, entre otros. Mientras que las
FF.AA. burguesas están obligadas a defender territorios y, dentro
de ellos, múltiples objetivos. La guerrilla no tiene nada que defender.
Esto hace vulnerable al enemigo e invencible a la guerrilla En
su fase guerrillera, la lucha armada tiene objetivos políticos y
militares; los objetivos políticos son:
1.- Demostrar a las masas la indestructibilidad de la
guerrilla,
2.- Demostrarles que las FF.AA. burguesas pueden ser
vencidas, que se desgastan y pierden su moral,
3.- Crear las bases revolucionarias que den el soporte
de masas al desarrollo de la lucha armada.
Los objetivos militares son:
1.- Forjar la fuerza militar revolucionaria fogueando
a los combatientes o resolviendo problemas logísticos,
2.- Desgastar la fuerza militar enemiga, quebrando su
moral, haciéndole bajas, dispersando su fuerza y recuperándole
armamento,
3.- Incorporar a las masas a la guerra, desarrollando
todos los niveles de enfrentamiento.
La guerra de guerrillas se desarrollará hacia la
guerra de movimientos, que supone una superior concentración de
fuerzas y de mayor capacidad ofensiva.
Sin embargo, la lucha guerrillera seguirá teniendo
importancia decisiva. La guerra revolucionaria en el Perú, previsiblemente
sed una combinación de guerra de guerrillas, de guerra de movimientos
y de posiciones.
10.-La construcción de Bases Revolucionarias y
de Poder Popular son un objetivo fundamental de la guerra revolucionaria,
en tanto son su soporte social, político, económico, y militar.
El concepto de Base revolucionaria comprende factores sociales,
económicos, políticos y militares. En líneas generales,
la Base Revolucionaria son las masas convertidas en soporte de guerra.
Sin embargo, aquí intervienen consideraciones políticas y
militares que dan una determinada función a la retaguardia
Hay Bases Revolucionarias pasivas y activas. En el primer
caso, a partir de un sólido trabajo político, una zona, en
la cual no se desarrollan acciones militares, se conviene en un lugar de
refresco de los combatientes, de aprovisionamiento logístico, de
entrenamiento. Allí, las masas guardan el secreto y apoyan decididamente
estas tareas.
La Base Revolucionaria activa se foja en el combate mismo.
La constitución de la zona guerrillera es el punto de partida. Allí,
sobre la base de un trabajo previo de enraizamiento en las masas y de acciones
politico militares, se da curso a la guerrilla rural. Vanguardia y masas
tienen un bautizo de fuego donde la guerrilla tiene que derrotar los cercos
represivos. Las masas deben reponerse del terror impuesto por la represión
generalizada, aprendiendo a actuar en condiciones duras y difíciles.
Posteriormente, las masas estimuladas por la indestructibilidad
de la guerrilla, por su contraofensiva y porque el enemigo va perdiendo
la moral, se convierte en sostén activo de los alzados en armas.
Al darse el vuelco en la correlación de fuerzas, el enemigo tiende
a replegarse sobre los puntos neurálgicos, imposibilitado de controlar
todo el territorio. Las fuerzas revolucionarias disponen así de
espacios donde ejercen su poder y autoridad.
En estas condiciones adquiere mayor vigencia la Democracia
Popular y el ejercicio del poder por parte de los órganos del Poder
Popular, los cuales empiezan a asumir funciones estatales. Si bien el enemigo
lanzará ofensivas militares contra esos territorios, solo estará
en condiciones de efectuar incursiones temporales para luego regresar a
sus bases.
Este proceso de constitución de Bases Revolucionarias
no tiene, sin embargo, un carácter lineal, ya que cada una de estas
fases puede acortarse o prolongarse, dependiendo de las condiciones políticas
y militares que se. presenten, como son: el nivel de organización
de las masas, la calidad de la conducción por parte de la vanguardia,
de la fuerza militar propia, así como de la fuerza militar del enemigo.
La constitución de las Bases Revolucionarias y
de Poder Popular es el eslabón clave en el desarrollo de la guerra
en el campo y semilla de la futura sociedad socialista
11.- En la ciudad, las Bases Revolucionarias tienen más un referente de masas que territorial. Allí, hay un entrelazamiento entre los grupos de autodefensa de las masas, las milicias urbanas (que generalizan la violencia revolucionaria en la ciudad) y los grupos de comando mas especializados técnicamente y cuyos miembros tienen una gran firmeza ideo1ógica (encargados de golpes contundentes y a profundidad en la ciudad). Estos tres niveles de combate en la ciudad mantienen al enemigo a la defensiva y en momentos de una crisis política importante deben convertirse en la columna vertebral de la insurrección.
12.- En el desarrollo de la guerra revolucionaria, la
tarea central es la construcción de las fuerzas armadas revolucionarias
del pueblo, de las cuales el Ejercito Popular Tupacamarista es uno de sus
componentes.
Este Ejercito Popular Tupacamarista se construye en la
lucha, en el combate contra la fuerza militar de la burguesía. No
existe la acumulación de la fuerza militar "en frío", al
margen del combate. Esto es así por las siguientes razones:
En primer lugar, porque sólo en la lucha se foguean
los cuadros, se adecuan las estructuras, se forjan los jefes, se resuelven
las necesidades materiales (economía, logística, armamento,
etc.) de la fuerza militar revolucionaria.
En segundo lugar, porque só1o combatiendo se infunde
en las masas la confianza en la victoria, la certeza de que el enemigo
puede ser derrotado, con lo cual se alimenta la voluntad de lucha.
Y en tercer lugar, porque crear una fuerza militar revolucionaria
supone cantar con una retaguardia, un punto de apoyo donde concentrar tropas,
para armarlas, equipararlas y adiestrarlas. Esto tiene que darse en combates
encarnizados contra el enemigo.
13.- EI Ejercito Popular Tupacamarista se construye de
lo "pequeño a lo grande", de "lo simple a lo complejo", preservando
y desarrollando sus fuerzas en el combate, aniquilando y desarmando al
enemigo permanentemente.
Son estos principios los que rigen la construcción
de la fuerza militar revolucionaria. El pequeño núcleo de
combatientes va creciendo a partir de su accionar ofensivo, ganando espacio
político, fortaleciendo su vinculo con las masas y reclutando nuevos
miembros. Todo esto permite la división del trabajo, la especialización,
y acometer nuevas tareas más complejas y superiores, elevando el
nivel de lucha
14.- En la construcción del Ejercito Popular Tupacamarista
existe una relación dialéctica entre el hombre y el arma,
donde el factor decisivo es el hombre, pero el arma tiene una función
importante.
En la guerra, el elemento determinante es el factor moral,
cuyo sustento es la firmeza ideo1ógica. La principal garantía
de la victoria es que todos los combatientes tupacamaristas estén
provistos de la firmeza ideo1ógica que deriva del compromiso con
los oprimidos de nuestra patria y con la teoría científica
de la revolución.
Dejando claro la primacía del factor moral en la construcción del Ejercito Popular Tupacamarista, relievamos la importancia del arma, y mas genéricamente, de la técnica aplicada al servicio de la causa de la liberación de los pueblos. Rechazamos el criterio y práctica artesanales, reivindicando que la guerra debe librarse a partir del desarrollo de las fuerzas productivas. Aplicamos el principio de "un hombre un arma", como base de la fuerza militar regular. Asumimos como nuestra principal mente de abastecimiento al propio enemigo, sin renunciar a otros procedimientos, especialmente a la fabricación de armamento casero, semi-industrial, y todos aquellos instrumentos de guerra que desarrolle el ingenio popular. Obviamente las particularidades de la guerra de guerrillas condicionan las características del armamento.
15.- El Ejercito Tupacamarista es una fuerza realmente
popular, y, no só1o en razón de su ideología y su
programa, sino porque busca integrar a la guerra revolucionaria a todo
cl pueblo, utilizando para ello las mas diversas formas de organización.
En el campo la fuerza militar se estructura en fuerzas
guerrilleras, milicias y grupos de autodefensa. Las fuerzas guerrilleras
corresponden a los planes y objetivos estratégicos; no están
necesariamente circunscritas a determinados territorios, pudiendo ser desplazadas
de acuerdo a los requerimientos de la guerra. En ellas se concentran los
mejores hombres, jefes y armamento. Se estructuran en comandos, escuadras,
pelotones y compañías. La milicia rural tiene una fijación
territorial y se caracteriza por estar inmersa entre las masas y por su
formación no permanente. Sus combatientes no se desligan en lo posible
de su actividad económica y social. Los grupos de autodefensa son
organizaciones de la masa misma que, orientados por el partido y la milicia,
permiten la defensa activa frente a las incursiones y agresiones del enemigo.
La milicia, y especialmente los grupos de autodefensa, basan mucho de su
accionar en el ingenio popular para el desarrollo táctico de sus
operaciones como en la consecución de armamento casero y popular.
16.- En la ciudad la fuerza militar revolucionaria se expresa en los comandos, milicias urbanas y grupos de autodefensa. Los comandos aplican las tácticas de guerrilla urbana, caracterizándose por el secreto y la contundencia y profundidad en sus acciones. Se estructuran en comandos, escuadras y pelotones, cuyo numero y conformación se adecúan a las características de la ciudad. Las milicias urbanas están constituídas por combatientes que no se desligan, en lo posible, de su actividad económica y social, y están fijados a zonas establecidas, en las cuales tienen una íntima relación con las masas. Su función es realizar acciones ofensivas y de propaganda armada. Los grupos de autodefensa, por su parte, asumen la protección de 1os mítines, marchas, la defensa de barrios o áreas determinadas, hostigando al enemigo y protegiendo a las masas y sus dirigentes.
17.- Otro componente de la fuerza militar revolucionaria son las fuerzas especiales, constituidas por combatientes con una gran firmeza ideo1ógica, capacidad física superior y alto nivel de entrenamiento. Esta fuerza esta en capacidad de actuar en la retaguardia del enemigo, de manera contundente, pudiendo operar en las áreas rurales, su-burbanas o urbanas.
18.- La fuerza militar revolucionaria se constituye a partir de las masas, como lo hemos afirmado, pero en su conformación también tienen cabida oficiales, clases y soldados de la actual fuerza armada represiva, siempre y cuando hagan gala de patriotismo, vocación de justicia y no estén comprometidos en crímenes contra el pueblo
19.- La experiencia histórica nos indica que ante
un avance incontenible de la revolución, o ante un desmoronamiento
de los aparatos de poder de la burguesía, la intervención
directa del enemigo imperialista es muy posible, sea bajo los criterios
de una "Guerra de Baja Intensidad" o una "Guerra de Despliegue Rápido".
Ante esa circunstancia la guerra necesariamente deberá transformarse
en una guerra nacional, con un amplio espectro en la política de
alianzas, nacional e internacionalmente.
Una circunstancia de esa naturaleza necesariamente internacionaliza
la guerra y compromete a las fuerzas revolucionarias del continente.
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