CARÁCTER DE NUESTRA SOCIEDAD

Indice:

         . UNA SOCIEDAD ESCENCIALMENTE CAPITALISTA

           . UN CAPITALISMO ATRASADO Y DEFORMADO

           . EL PROBLEMA AGRARIO

           . LA DOMINACION IMPERIALISTA: EL NEOCOLONIALISMO

           . CARACTER DEL ESTADO

           . EL PROBLEMA NACIONAL

           . LAS CLASES SOCIALES

           . CLASES ENEMIGAS DE LA REVOLUCION

           . ALIADOS O A NEUTRALIZAR

           . CLASES REVOLUCIONARIAS

           . EL EMPOBRECIMIENTO DE LAS MASAS 


 
De acuerdo al MRTA, el capitalismo en el Perú no nació en lucha contra la feudalidad, sino como una proyección del desarrollo del capitalismo en el mundo y de la expansión del imperialismo.
El esfuerzo riguroso por caracterizar nuestra sociedad tiene como objetivo señalar una estrategia lo más acertada posible, para garantizar la victoria de la revolución y la construcción de una sociedad acorde a las necesidades de nuestra patria.
Durante muchos años la caracterizar la sociedad fue el tema central del debate de la izquierda peruana. Pero, esta discusión careció de la rigurosidad necesaria: muchas de las categorías utilizadas tenían su origen en la necesidad de diferenciarse unos de otros o en la competencia verbal, propia de la época.

Un error común es pretender calificar al conjunto de la sociedad peruana a partir del análisis y la generalización de un modo de producción único. En las sociedades divididas en clases no existe, por lo general, un sólo modo de producción: las clases opresoras imponen su hegemonía y a partir de ella, subordinan a las formas y modos de producción atrasados, los cuales únicamente son eliminados si se contraponen a sus intereses en forma directa. . Se trata de un principio universal, y el Perú no escapa de dicha regla: en un inicio la corona española impuso el feudalismo colonial, pero sin liquidar el colectivismo agrario de las comunidades indígenas; después, el sistema capitalista no nació en la lucha contra la feudalidad, sino como una proyección del desarrollo del capitalismo en el mundo y de la expansión de los intereses imperialistas. Fue así como una parte de la vieja oligarquía se transformó en burguesía, mientras que el pueblo andino, para preservarse de la agresión del sistema imperante, se aferró hasta donde le fue posible a la comunidad.

Lo que vamos a analizar es, entonces, el modo de producción dominante en el Perú y, a partir de ello, como éste integra, en función de sus intereses, a otros modos de producción, para lo cual es fundamental incidir en la producción, las relaciones sociales de producción, las clases sociales y el Estado. Además, en países como el nuestro, sometidos a la dominación imperialista no basta analizar la estructura económica interna: también hay que estudiar las tendencias de la economía mundial, ya que ésta es cada vez más integradora y juega un papel determinante en nuestra estructura económica.

UNA SOCIEDAD ESCENCIALMENTE CAPITALISTA

Hemos señalado ya las etapas por las que nuestra sociedad ha discurrido en su historia, hasta devenir en una donde el modo de producción dominante es el capitalista. Hay todavía ponen en duda esta realidad, pero los hechos, "los testarudos hechos como Lenín solía decir, reafirman nuestra constatación como a continuación lo demostraremos.
Actualmente el peso central de nuestra economía descansa en los sectores donde la presencia del capitalismo es indiscutible. Esto se refleja en la disminución del aporte de la agricultura - el sector en donde más se encuentran las formas no capitalistas de producción - en la conformación del Producto Bruto Interno (PBI). Este descenso se debe, por un lado, al crecimiento de los sectores más dinámicos del capitalismo y, por otro, a la crisis estructural del agro, que ya tiene varias décadas. El siguiente cuadro así lo demuestra:

Cuadro Nr. 1
Aportes del Agro al PBI (En porcentaje)
1950
23.7%
1956-1960
17.4%
1961-1965
15.3%
1966-1970
14.0%
1971-1975
12.6%
1976-1980
11.0%
1981-1986
10.9%
Fuente : Instituto Nacional de Estadística (INE)

La caída que se observa entre 1950 y 1970 es consecuencia - como ya se ha anotado- de la profunda crisis en la que ingresa el agro peruano, pero también lo es de la puesta en práctica de grandes proyectos mineros como el de Marcona y del surgimiento de una industria por "sustitución de importaciones" impulsada por el imperialismo. La estructura del PBI de 1985 puede aclararnos más esta idea:
 
Cuadro Nº2
El PBI de 1985 (En porcentajes)
Agricultura
11.5%
Pesca
0.8%
Minería 
12.6% 
Manufactura 
22.1%
Electricidad gas y agua  
1.1% 
Construcción  
4.6% 
Vivienda
2.7%
Gobierno 
7.8% 
Otros 
34.9% 
Derechos de importación  
1.9% 
Fuente : INE  

Solamente la manufactura supera la porción con la que el agro aporta al PBI. Pero si a la primera sumamos lo que representan la pesca, la minería, la construcción y los servicios, encontramos que la diferencia a favor de los sectores con nítido desarrollo capitalista es aplastante.

Quienes niegan el carácter capitalista de nuestra sociedad levantan, sin embargo, el argumento de que la población campesina es mayoritaria en el país y que ello sería la prueba de que seguimos siendo semifeudal. Como premisa este hecho no es fundamental: si así lo fuese habría que concluir que el Perú Colonial fue "comunitario" porque la mayoría de la población de entonces, se encontraba concentrada en las comunidades indígenas. Pero, este punto de referencia tampoco ayuda a quienes sostienen tal argumento, conforme se aprecia en las cifras que siguen:

 Cuadro Nr. 3
Población Económicamente Activa (PEA) (En porcentajes)
Población (%)
PEA (%)
Años 
Urbana 
Rural 
Urbana
Rural 
1940 
37.8
64.2 
47.8 
52.2 
1960
46.6 
53.4 
48.8  
51.2
1970 
52.5 
47.5 
54.9 
46.1
1980 
58.8 
41.2
64.0 
36.0 
1985 
62.5
37.5 
65.5 
34.5 
Fuente : INE
 
Del cuadro anterior, se deduce claramente que, en los últimos cuarenta años, se ha experimentado un constante desplazamiento de la población hacia las ciudades. Ese porcentaje es mayor si lo medimos por la ubicación en el trabajo. Contra estos hechos, hay quienes reparan en la cuestión de los poblados y su tamaños. Pero resulta, que en 1940 las localidades de menos de 2000 habitantes absorbían al 74.6% de la población, mientras que hoy apenas concentran al 41.3%.

UN CAPITALISMO ATRASADO Y DEFORMADO

Habiendo surgido como una proyección de los intereses del imperialismo, el capitalismo en el Perú nunca respondió a las necesidades del desarrollo nacional y, por eso mismo, tuvo un marcado carácter monopólico desde sus orígenes, donde un puñado de empresas, pertenecientes a los sectores más dinámicos de los explotadores, viven a costa del trabajo de la absoluta mayoría de peruanos. Esto lo notamos en la actual estructura de la industria peruana:
La mayoría de establecimientos emplean entre 5 y 19 trabajadores, es decir, son empresas pequeñas y sus propietarios son burgueses pequeños, que no gravitan decisivamente en la economía nacional ya que, a pesar de constituir casi el 70% del total, dan solamente ocupación a la quinta parte de los trabajadores, producen la décima parte del valor agregado y únicamente poseen la veintava parte de las máquinas y equipos.

Todo esto refleja la escasa capitalización de dichas empresas. Muy diferente es el caso del 6% de las empresas que emplean más de 100 trabajadores y cuyos propietarios constituyen la burguesía intermediaria y la gran burguesía: tienen casi la mitad de los trabajadores de la industria, producen cerca de las dos terceras partes del valor agregado y poseen casi las tres cuartas partes de la capacidad instalada en máquinas y equipos. Por el abierto apoyo del Estado a los grupos industriales monopólicos, esta tendencia se ha acentuado aún más en los últimos años.

En otros sectores como la minería, la construcción y la pesca, estas diferencias son mayores que en la industria. Y la existencia de pequeñas fábricas talleres o yacimientos con poco capital se basa, fundamentalmente en la sobreexplotación de la fuerza de trabajo.
La estructura capitalista no tiene proyecciones de desarrollo en el Perú pese a que somos un país inmensamente rico en fuentes de materias primas, que muy bien podrían servir de base a una poderosa industria de maquinas, equipos y medios de producción. En ese sentido, las deformaciones que se observan en la actividad industrial son reflejo del modelo de "sustitución de importaciones" impuesto por el imperialismo: el 62.8% de la industria es de consumo inmediato; el 20% de bienes intermedios, que son los de línea blanca, muebles, etc. ; y el 17.2% de "capitales", que en realidad es la industria que se dedica a producir vehículos o materiales para partes y reparaciones (la industria automotriz, metalmecánica, siderúrgica, etc.) No existe, pues, ninguna industria de máquinas propiamente dicha. Además, el 75% de todos los establecimientos industriales se encuentran en la capital del país. Finalmente, la antigüedad de muchas industrias, instaladas hace más de 20 o 30 años en su gran mayoría, se basan en tecnologías y métodos de producción obsoletos e ineficientes, en circunstancias en que en el mundo opera una revolución técnico-científica.
 
 Cuadro Nº4 
ESTRUCTURA INDUSTRIAL (En porcentajes) 
Indices
De 5 a 19 trabajadores 
De 20 a 49 trabajadores 
De 50 a 99 trabajadores 
De más de 100 trabajadores. 
Nº de Empresas
69.7% (4,559empresas) 
18.2%  
(1186 empresas) 
6.2%  
(405 empresas) 
5.9%  
(388 empresas) 
Personas ocupadas
21.3% 
18.3%
14.3% 
46.1%
Valor Agregado
9.5% 
14.9%
13.1% 
62.5%
Maquinaria y Equipos
4.5%
10.3%
9.3%
75.9%
Fuente: MITCI - Ministerio de Industria, Turismo, Comercio e Integración

Podríamos preguntarnos entonces como subsiste esta industria enclenque. Por un lado, por la creciente desvalorización de la fuerza de trabajo y la prolongación de la jornada de trabajo, y por el otro, por el apoyo que recibe del Estado: éste se encargaba de sacar de los macros bolsillos del pueblo diversas formas de subvención directa para la burguesía (CERTEX), dólar importador barato, créditos con tasas de interés por debajo de las reales, exoneraciones tributarias, promoción de sus productos en el exterior, etc.) Por último, busca garantizar un a subsistencia que se convierte crecientemente en parasitaria.

A esta deforme estructura del capitalismo privado, se agrega la del capitalismo de Estado. Desde los orígenes mismos de la República, las clases dominantes tomaron el Estado como botín, razón por la cual este no llegó a desempeñar un papel institucional realmente importante en la dirección de la economía. Es durante el proceso reformista del general Juan Velasco Alvarado cuando el Estado asume un rol importante, llegando incluso a tener en sus manos una tercera parte de la estructura económica y un porcentaje aún mayor en las ramas de carácter estratégico. El posterior proceso de una contrareforma desmontó, inicialmente, una parte de esta estructura y el resto lo condicionó al servicio de la gran burguesía.

Actualmente (1988), el sector estatal representa una quinta parte de la economía; y en la medida que el Estado se encuentra al servicio de intereses antinacionales, estas empresas no responden alas necesidades del país. De esta forma, la riqueza que ellas generan, con el trabajo completo de peruanos, se va en el pago de la deuda externa, en mantener del orden establecido y los cupos de usufructo que, después de una victoria electoral, los partidos burgueses ofrecen a las fracciones de clase que los apoyaron. Además, estas empresas son vistas como una fuente de enriquecimiento por los dirigentes de los partidos en el poder. Mientras no cambie el carácter del Estado, las empresas públicas no dejaran de ser una pieza más del capitalismo.

Es cierto que estas empresas, y su uso en beneficio personal o de grupo, determinan la existencia de una burguesía íntimamente ligada a la burocracia. También es verdad que casi todos los grupos de poder en el país se han desarrollado usando en su propio provecho los resortes del poder político. Se trata de una lacra que viene desde el siglo XIX, con la manumisión de los esclavos negros, la consolidación de la deuda interna y el usufructo del guano. A partir de esta constatación no puede hablarse, sin embargo de un "capitalismo burocrático" como la característico fundamental de la sociedad peruana. Es una visión deformada de la realidad que, finalmente, conduce a golpear enemigos completamente equivocados.

En síntesis, el área del capitalismo de Estado es pequeña y se encuentra al servicio de la gran burguesía y del imperialismo. El verdadero control de la economía se encuentra en manos de los monopolios imperialistas, directamente en el caso de las inversiones o indirectamente en el de los créditos. Y La tendencia que se viene imponiendo al interior de la burguesía, es la de reducir la presencia del Estado a su más mínima expresión. Es por ello que hoy una buena parte de las empresas del Estado se encuentran en proceso de venta y liquidación.

EL PROBLEMA AGRARIO

Mientras la sociedad peruana tenía las características de la semifeudalidad el problema del agro podía reducirse esencialmente, a la cuestión de la propiedad y de las formas serviles de sujeción y explotación de la fuerza de trabajo. Sin embargo, al penetrar en todos los poros de nuestra sociedad, el capitalsimo somete a los modos de producción anteriores y los transforma y adecua en función de sus intereses. Por esta razón, si bien la reforma agraria del gobierno de Velasco produjo una importante redistribución de la tierra y liquidó en su mayor parte a la vieja oligarquía terrateniente semifeudal, sin embargo no resolvió el problema de la crisis agraria ni llevó la justicia definitiva a las masas campesinas. Ella estuvo, precisamente, signada por el carácter capitalista del conjunto de la sociedad.

De esta forma, el nuevo reparto de tierras sólo benefició a 300,000 familias ; y la gran mayoría de los campesinos sobre todo los comuneros, no fueron involucrados en este proceso. A este hecho se sumó la forma en como se constituyeron las "empresas asociativas, cooperativas, SAIS, etc.) Sus características corresponden a las de cualquier cooperativa capitalista : existe la explotación de los campesinos pobres (eventuales, no socios, etc.) o la manipulación o apropiación de riquezas ; y son manejadas como si fueran las propiedades de una costra burocrática. Esto ratifica una vez más que el capitalismo determina la esencia de cualquiera de las formas que puedan asumir sus empresas.

Es cierto que aún quedan pocas haciendas con rasgos semifeudales en la sierra. Pero, el peso productivo de las mismas es casi nulo en el conjunto de la economía, mientras que la influencia política de estos restos de los viejos gamonales de horca y cuchilla es ínfima.
Y lo real es que las comunidades campesinas siguen postradas en el abandono por parte del Estado y, además son permanentemente asediadas por el conjunto de la estructura capitalista. Este fenómeno produce un doble efecto: por un lado, la resistencia de las comunidades ante la agresión, mediante la defensa de sus tierras o sus propiedades y la lucha por desarrollarse a través del trabajo colectivo; y por el otro, la penetración del capitalismo las erosiona internamente al incorporarlas cada vez más al mercado y al acelerar los procesos de diferenciación campesina que se operan en algunas comunidades. Esto indica, también,que siendo aún una forma alternativa de producción colectiva de la tierra, las comunidades exigen una reestructuración completa.

El minifundio fue otro de los problemas que no pudo solucionar la reforma agraria. La mayor parte de los campesinos del Perú poseen menos de 3 hectáreas de tierras, lo que se considera el mínimo indispensable para la subsistencia de una familia, siempre y cuando siempre y cuando sean terrenos de buena calidad.

Sobre esta estructura es que se impusieron las leyes del mercado capitalista y se ahondaron aún más las contradicciones y los abismos en el campo. Los cooperativistas, los comuneros y aún los campesinos minifundistas se convirtieron en consumidores. Estudios realizados en las regiones más atrasadas del país demuestran, por ejemplo, que los campesinos, que hasta hace unos 20 años eran esencialmente autoconsumidores, actualmente compran la mitad de lo que consumen y, para ello, tienen que vender casi la mayor parte de lo que producen a los precios irrisorios que la burguesía comercial les impone. Este fenómeno empobrece aún más a los hogares campesinos.

A la expoliación vía el mercado capitalista, se agrega la que se realiza a través del abastecimiento de insumos y el otorgamiento de créditos. Es otra de las formas de apropiación de la renta agraria. A través de estos mecanismos de explotación campo­ciudad, la burguesía dispone de la mayor parte de una renta producida en función del mercado capitalista. Este proceso no conlleva a cambios substanciales en el desarrollo de las fuerzas productivas.

Junto con la reforma agraria, existe otro aspecto que ha originado una profunda transformación en el campo: se trata de la conversión de una importante parte de la fuerza de trabajo, que antes se encontraba sometida a relaciones semifeudales o serviles de producción, a la explotación asalariada, ya sea mediante las empresas asociativas o, directamente, en las haciendas capitalistas existentes. Esto es lo que se desprende del siguiente cuadro sobre la distribución de la población rural ocupada:
 

Cuadro Nr. 5
Población Rural Ocupada en 1981 (En porcentajes) 
Asalariados
 20.5% 
Empleados  
(3.3%)
Obreros 
(17.1%) 
Por cuenta propia  
75.8%
Fuente : INE

Aparentemente, el porcentaje de asalariados sólo llega a la quinta parte de la población rural ocupada. Pero, si tomamos en cuenta que el promedio de desocupados y subocupados en el campo bordea el 65%, podremos ver el peso que hoy ha adquirido el salario. Muchos de los campesinos minifundistas es están comprendidos dentro de este rubro: son asalariados eventuales pero, para los efectos del censo, los consideran como que trabajan "sus" tierras "por cuenta propia". Se cumple así la característica fundamental del capitalismo que Carlos Marx señaló: la transformación de la mano de obra en mercancía.

Otro aspecto que merece estudiarse con más detenimiento es el peso que están adquiriendo las haciendas capitalistas. Actualmente, se calcula que las propiedades de 20 a 500 hectáreas poseen el 18.40% de las mejores tierras. Dentro de ellas, la absoluta mayoría son de propiedad privada; y se encuentran escasas cooperativas y comunidades. En este proceso de concentración de tierras, la burguesía agraria cuenta con el apoyo del Estado y es ella la que siempre se ha beneficiado con los precios de refugio o el crédito barato. Y a través del proceso de parcelación y compra-venta de tierras de los últimos años, se está fortaleciendo todavía más. Por eso, la burguesía agraria es la nueva clase enemiga de los trabajadores del campo. A ella vienen sumándose, incluso, algunos viejos terratenientes que tratan de ponerse a tono con la época.

El hecho de que la industria agropecuaria se encuentre en manos de la gran burguesía, fortalece todavía más el poder de este sector. Esta industria incursiona directamente en el agro, tanto en la producción y la propiedad como en la comercialización, e impone el cultivo de determinados productos, por los que paga bajísimos precios. Además, obliga, a que el Estado aplique una política de incentivos que termina convirtiendo a este sector en un importador neto de insumos del exterior.

Todo esto es lo que explica por qué la crisis agraria ha continuado agravándose. Las cifras que siguen dan cuenta de dicho drama:
 

Cuadro Nr. 6
Tasa de Crecimiento del PBI agropecuario en comparación al PBI general (En porcentajes).
 Promedio Anual 
PBI 
PBI 
Año
General  
Agropecuario 
1950­1956
7.2%  
 0.7% 
1957­1962
 6.1% 
4.7% 
1963­1968
4.8% 
2.5% 
1969­1975
 5 .1% 
 1.5%
1976­1980
2 7%  
­0.9%
1981­1985
 ­1.5% 
 1.2%
Fuente : INE, Tomado de Actualidad Económica

Con el fin de administrar la crisis, el gobierno de Alan García tomó una serie de medidas demagógicas que en nada amortiguaron la abrupta caída del crecimiento del PBI agropecuario. Medidas como el crédito cero, por ejemplo, no tuvieron mayor incidencia éste sólo fue válido para el 3% del total del crédito.

LA DOMINACION IMPERIALISTA: EL NEOCOLONIALISMO

En nuestro país, la dominación imperialista se remonta a la época de la Independencia, cuando Inglaterra nos sometió a través de sus mecanismos comerciales y financieros. Desde ese entonces, las formas de control imperialista han variado y, por eso, es muy importante pasar revista a lo que en las últimas décadas ha ocurrido en el plano internacional y ver qué repercusiones tiene en nuestra economía. Al culminar la Segunda Guerra Mundial, se inicia la revolución técnico-científica, que acelera el ritmo de la producción y reemplaza la utilización de algunas materias primas tradicionales. A consecuencia de estos fenómenos, los mercados nacionales se vuelven insuficientes: cuatro "países factorias"

(Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Calcuta) comienzan a copar el consuno inmediato del mundo; y muchas industrias nativas conocen la quiebra cuando sus gobiernos, dizque para utilizar las ventajas comparativas del mercado internacional y "atraer" capitales extranjeros, abren de par en par sus puertas. En este contexto, los países imperialistas sólo se quedaron con las industrias de punta; y algunas ramas de su industria pesada pasaron a algunos países subimperialistas como el Brasil, pero esta experiencia también fracasó. Este salto productivo generó un capital financiero sobrante que no podía ser invertido porque la producción se encontraba copada en sentido expansivo. La industria de armamentos ocupaba la cuarta

parte de la producción mundial, y los mecanismos normales del capitalismo las guerras mundiales no funcionaban a plenitud las guerras locales resultaban insuficientes. Además, las contradicciones naturales del sistema se agudizaron en extremo, produciendo una aguda crisis internacional que, a diferencia de las anteriores, combina la inflación con la recesión.

Es entonces cuando los "genios" del capitalismo inventan una fórmula para que su dinero, sin ser invertido, siga produciendo pingues utilidades: "prestárselo" a nuestros países con tasas de interés jamás conocidas en la historia (de entre un 10 y un 15%). Si comparamos estas tasas con la rentabilidad normal de una empresa, que debe producir una renta neta de un 10%, vemos que tal "invento" resultó siendo un negocio redondo. Además, los propios imperialistas se encargaron de vender los proyectos que iban a financiar y la mayoría de estos créditos se orientaron a servicios o infraestructura, compra de armas y el derroche de las minorías dominantes. Y sólo en sectores que les interesaban, como el petróleo, se dirigieron hacia la producción.

Pero, los "genios" del capitalismo se olvidaron de un pequeño detalle: que al no ingresar a la producción, ese capital no producía valor agregado y que, por ende, el interés y el pago del principal de la deuda sería sacado de la misma cantidad de riqueza antes producida. Esto significaba duplicar o triplicar los montos del saqueo. Y los resultados los podemos ver ahora. las economías de nuestros países se hunden en la peor de sus crisis.

En ese sentido, los costos de este modelo no solamente afectan a las diferentes capas del pueblo, sino incluso a amplios sectores de la pequeña y mediana burguesía Si bien la mediana burguesía continúa en una actitud rastrera lo cierto es que las contradicciones que genera obligan al imperialismo a ejercer un control político más sólido sobre el Estado. Este sistema se fue perfeccionando sobre todo después de las experiencias de los gobiernos de Velasco Torres, Torrijos y Allende, quienes desde diferentes perspectivas, demostraron que eran necesarios mecanismos de control más directos sobre el Estado. Y esta necesidad terminó de hacerse visible cuando, como resultado del mismo modelo, la capacidad de pago de nuestros países comenzó a agotarse.

Ya desde comienzos de la década del cincuenta, el imperialismo perfeccionó su sistema internacional de control: a nivel económico y político con la OEA, el Mercado Común Centroamericano, el FMI, el Banco Mundial, el BID, el Club de París, etc.; y en el terreno militar, con el TIAR, la OTAN etc., aparte de una serie de acuerdo secretos bilaterales o multilaterales. Pero es después del triunfo de la revolución cubana y las revoluciones africanas, que realmente este sistema comienza a afinarse y adquiere las características neocoloniales que se desarrollaran, en todo su potencial, cuando la deuda externa se convierte en el principal mecanismo de control. Dichas características neocoloniales tienen que ver con nuevas formas de coloniaje, es decir, de control económico, político y militar. En muchos países, las viejas apariencias "democráticas" (elecciones, partidos, parlamento, etc.) se conservan e incluso se restauran, pero la capacidad de poder real de estas instituciones se ha reducido al mínimo. Resulta que los acuerdos fundamentales de la vida de un país, ya sean económicos (política de precios, inversiones, devaluaciones, déficit fiscal, balanza comercial, política de exportaciones, servicios, etc.), políticos (libertades personales, sistemas de control, etc.) o militares (política de armamento, formación de cuadros oficiales, política antisubversivas, etc.), son elaboradas en las mesas de negociaciones o en los centros de orientación de las agencias de control imperialista. Sobre estos puntos, el Parlamento no decide nada ni siquiera el Ejecutivo. Además, conforme a sus necesidades o fracasos, el imperialismo traza los modelos de "desarrollo" que deben seguir nuestros países.

A nombre de una supuesta ortodoxia marxista, hay quienes niegan estos cambios. Con esta actitud, lo único que se hace es debilitar la capacidad para enfrentar las nuevas formas de dominación imperialista. Y una de las consecuencias de la puesta en práctica de estas formas es que este Estado cierra toda posibilidad de desarrollo a cualquier proyecto reformista. De ahí que solamente existan dos alternativas: el sometimiento al imperialismo y sus formas neocoloniales; o la revolución, que significa la ruptura y el cambio total del orden imperante. Por eso, este dilema también fue enfrentado por los gobiernos que intentaron ofrecer cierta resistencia a dichos mecanismos de control, pero, como Siles en Bolivia, terminaron sometiéndose y liquidándose ante las masas. Ya no existen, pues, posibilidades para la existencia de "gobiernos progresistas": ahora es el imperialismo quien da las órdenes directas a través de sus diversas agencias y, suba quien suba al Estado, tienen que cumplirse, o la telaraña neocolonial los absorbe.

En nuestro caso, no solamente hemos sido atados a estas nuevas formas de control imperialista, sino, además, la deuda externa se ha convertido en un lastre insoportable. Sucede que en afán de fortalecer el Estado capitalista, Velasco elevó la deuda publica externa de 750 a 3,500 millones de dólares. Deuda que luego se ha multiplicado y que hoy está por encima de los casi 33,000 millones de dólares, a pesar de las sumas gigantescas que se han pagado ya por tal concepto. Lo más triste de todo es la forma en cómo se gastó la deuda externa: primero, en equipamiento militar para declararle la guerra a nuestro pueblo; luego en infraestructura que facilite la inversión imperialista; después en cubrir el creciente déficit del Estado; y finalmente, en pagar la misma deuda. Fue así como el país llegó a la situación en que no podía Pagar la deuda y conseguía créditos únicamente para poder atender de servicio de la misma.

Conviene resaltar, por otra parte, que el entregismo de la gran burguesía facilitó la puesta en práctica de ate esquema. Ilusionada por el arribo del capital imperialista, abrió las puertas de par en par y echó la casa por la ventana. Pero, las inversiones no llegaron en la magnitud que esperaba la burguesía, por una sencilla razón: desde hace años, se experimenta una contracción en el mercado internacional de capitales. De ahí que las migajas que el imperialismo le arrojó al Chile de Pinochet no puedan explicarse únicamente por la aplicación de las recetas neoliberales de los "Chicago-boys", como resaltan los neoconservadores peruanos que se han agrupado en el Frente Conservador. Y la verdad es que el respiro coyuntural del país del sur se explica por otros motivos: garantizar la continuidad de la dictadura cívico-militar y preservar el equilibrio geopolítico de la región, presentando al "milagro chileno" como un ejemplo para las demás enflaquecidas economías de América Latina. No debe olvidarse, por ultimo que el imperialismo ha decidido "reprimarizar" nuestra producción y que nos ha asignado un rol dentro de su tablero de juego internacional: ser compradores de las mercaderías producidas por sus "países factorías" .

Por ello, resulta bastante ilustrativo lo que dice el propio Banco Central de Reserva del Perú en el documento "El Sector Externo y las Reservas Internacionales": "Condicionalidad del FMI a su apoyo, consistente en que esta institución apoya al país en sus problemas de balanza de pagos, siempre y cuando éste últirno adopte medidas necesarias pata corregir sus desequilibrios en la balanza de pagos, que el país experimente y el grado de su posición deudora frente al FMI. La condicionalidad va de simples recomendaciones a que el país busque eliminar sus desequilibrio externo, hasta la negociación de programas económicos de mediano plazo con dicho fin" (Los subrayados son nuestros).

Las diferencias con el viejo Estado semicolonial son obvias. Antes la oligarquía semifeudal y agroexportadora actuaba aliada al imperialismo y éste no tenia mecanismos de intervención política directa se vela obligado a usar la fuerza cuando necesitaba preservar su estabilidad o el Estado podía escapársele del control. Hoy, con los mecanismos de control económico, político y militar, el país se mueve como quiere la metrópoli, y las Fuerzas Armadas se han convertido en garantes de este orden injusto con la doctrina de "Seguridad Nacional". Estos nuevos mecanismos se suman a los ya existentes, como es el caso de la inversión extranjera directa y como resultado de estas modificaciones, los mecanismos del intercambio comercial son peores que antes: utilizando el pretexto de la sustitución de una serie de materias primas por otras, el imperialismo las reduce de precio días a día. Todo este proceso ha conducido a una mayor descapitalización del país, como puede observarse en el cuadro que sigue:
 

Cuadro Nr. 7
Balanza Cambiaria Acumulada entre 1980-1985  
(En millones de dólares) 
Exportaciones 
16,576 
Importaciones  
­10,605 
Balanza Comercial  
5,911
Intereses de la deuda
 ­ 2,201
Utilid. y Serv. de Cias. 
 ­ 2,435 
Patentes, royaltíes, etc. 
 ­ 1,232
Renta de Inversiones  
­ 4,885
Desembolsos 
2,366
Amortizaciones 
­ 3,050
Deuda Pública Externa  
­ 684
Capitales privados  
3,508
Otros egresos  
4,218
Reserva del BCR  
­ 338
Fuente: Revista Actualidad Económica

Como puede verse, el movimiento absoluto de capitales Reserva del BCR es de pérdida neta para el país. Además, es importante anotar que los pesos de los diversos mecanismos del saqueo imperialista han variado. Por ejemplo, las formas clásicas, que están representadas por las utilidades de las compañías y el pago de patentes y royaltíes (­3,667 millones de dólares), son menores que el pago de la deuda (intereses más amortizaciones) y de los servicios (fletes, seguros, agencias de propaganda, etc.): ambos suman ­9,469 millones de dólares. Pero, para ver el peso de la deuda externa en la economía del país es importante compararla con algunos de los indicadores de las anteriores crisis de la deuda
 

Cuadro Nr. 8
Pagos por servicios de la deuda entre 1826 y 1984 (En porcentajes) 
Año
Servicio de la deuda/exportac. 
Servicio de la deuda/ing. fiscales 
1826 
20.8% 
55.4%
1876
 25.3%
 42.3%
1931
15.6%
 23.0% 
1968
 16.0%
20.9%
1978
54 0%
59 0%
1984
614%
74 7%
Fuente: BCR y otras

CARACTER DEL ESTADO

Con la evolución económica de la sociedad, el Estado peruano también se ha modernizado y hoy, tanto en su composición como en su estructura, es un Estado capitalista. Sin embargo, esta modernización no ha representado un avance en la constitución de un Estado con mayores intereses nacionales o con nuevos espacios democráticos. Todo lo contrario: este Estado se encuentra al servicio de los nuevos mecanismos de control imperialista. Esta Estado se ha depurado en lo fundamental de los lastres de la semifeudalidad y de los viejos terratenientes, y hoy representa más fielmente los intereses del conjunto de la gran burguesía y del imperialismo.

Además, las nuevas formas de dominación imperialista han introducido un cambio estructural con referencia al Estado: la vieja independencia formal ha sido violada, y hoy es el Estado peruano el que se encuentra atado a los centros financieros y de dominación neocolonial a través de acuerdos escritos que, en los hechos, pesan más que las leyes internas. El que Alan García o Fernando Belaúnde se encuentren en el gobierno no cambia esta realidad. Esto explica por qué actualmente no puede utilizarse este Estado como palestra para la acumulación de fuerzas.

Otro hecho importante es que estos cambios se han realizado sin modificar los males estructurales del viejo Estado, como deformación de poseer un aparato burocrático descomunal y plagado de enorme ineficacia.
El acceso que hoy tienen algunos sectores de la izquierda al Parlamento o a los municipios puede presentar una imagen engañosa. Lo real es que las funciones que antes ejercían estas instituciones, han empezado a ser desempeñadas, en muchos casos, por los órganos del mismo aparato burocrático­militar Y hoy el centro de las decisiones se encuentra, como ya se ha dicho, en la mesa de negociaciones del imperialismo. Además, el núcleo de decisión de las normas de la vida interna está, esencialmente, en las Fuerzas Armadas y el creciente proceso de militarización que experimenta el país. Y aunque aparezca contradictorio, a pesar de la "democracia", el Estado peruano ha devenido más antidemocrático, y en la medida en que la confrontación social se agudice, la misma que haya llegado al nivel del enfrentamiento armado, el autoritarismo se acentuará más y dará paso a un Estado abiertamente represivo y dictatorial, cuyo prólogo ya lo vivimos en estos días.

Por último, este Estado utilizó su presencia en cl sector público, desarrollada sobre todo durante el gobierno de Velasco, para obtener recursos con que pagar la deuda y como botín para los grupos que se disputan el gobierno. No podía ser de otra manera: en el corazón de nuestra burguesía jamás anidó la idea de construir un Estado­Nación.

EL PROBLEMA NACIONAL

Nuestro pueblo es heredero de tradiciones milenarias y, sin embargo. el proceso de formación de la nacionalidad no ha culminado todavía. El coloniaje y el imperialismo intentaron aniquilar dicho proceso, mediante la alienación extranjerizante y la difusión de los valores de las sociedades de consumo. Pero, las raíces de nuestra nacionalidad no han podido ser erradicadas, y parte de la tradición revolucionaria de nuestro pueblo es haber conservado el tronco originario de lo andino, el mismo que se ha ido modificando y absorbiendo los ingredientes de las nuevas culturas que fueron apareciendo en nuestra patria (mestizas, negras, etc.). La República no pudo culminar el proceso de formación nacional, debido fundamentalmente a que las clases dominantes carecieron de una idea de patria y amor por lo nuestro. Y su tradicional desprecio por lo nacional y lo autóctono, fue el reflejo directo de su mentalidad vasalla y servil ante los imperios y las metrópolis.

Actualmente, el proceso de transnacionalización de la economía viene acompañado de una nueva gran ofensiva contra los elementos de la identidad nacional, para convertirnos en neocolonia no sólo en lo económico. sino, también en lo cultural. En estas condiciones, los únicos que pueden defender las banderas nacionales y culminar este proceso son la clase obrera, el campesinado y el pueblo explotado. Estas fueron otrora las banderas del campesinado. Pero, con el proceso de migración y cl notable crecimiento de los pueblos jóvenes en casi todas las ciudades del país este problema se traslada al conjunto de nuestra sociedad y se convierte en una de las reivindicaciones históricas de la clase obrera.

La revolución peruana sólo podrá ser tal si es que lleva en si todo el sentimiento patriótico y nacional de nuestro pueblo y hace suyo, además, aquellos elementos por los que nuestro pueblo viene bregando desde hace más de 450 anos. De esta forma, la culminación el proceso de formación nacional sólo pueden darse dentro de los marcos de una revolución socialista. Es decir, una revolución antiimperialista y anticapitalista que habrá de proyectarnos a lo universal sobre la base de la afirmación nacional. Por ello, no debemos olvidar que hoy el proletariado es de origen esencialmente indígena y mestizo y que la revolución no podrá calar en las masas desposeídas si no es capaz de levantar las banderas nacionales y de ver la guerra como la continuidad histórica de una conflagración que empezó con la resistencia al invasor español.

Pero junto a estas tradiciones indígenas milenarias, la nacionalidad peruana deberá incorporar, como ya se ha dicho todos los demás rasgos nacionales y culturales que se han desarrollado a lo largo de nuestra historia. Tales son los casos de la cultura, tradiciones y luchas de los negros, los criollos, los chinos y de todos aquellos peruanos que viven en las comunidades nativas de la selva y hasta hoy siguen olvidados. Sobre la base de la fusión de todos estos aportes en un solo tronco unitario, es que surgirá la verdadera nacionalidad peruana.

LAS CLASES SOCIALES

El Perú es un país profundamente dividido en clases sociales en donde un puñado de explotadores vive a costa del trabajo de la absoluta mayoría de nuestro pueblo. Esta situación puede observarse en el cuadro siguiente:
 

Cuadro Nr. 9
La Población por Clases Sociales 1981 (En porcentajes) 
Patrones 
1.06% 
Independientes
41.96% 
Familiar no remunerado  
6.3%
Remunerado 
47.47% 
Fuente: Perú las provincias en cifras 1876-1981, Volumen II, Universidad del Pacífico.

Como se ve, el 1.06% de la población los "patrones" vive a costa del trabajo de la inmensa mayoría de peruanos. El cuadro registra que un 47.47% de la población se encuentra en condición de asalariados ("remunerado"), pero este porcentaje es mayor. No olvidemos que bajo el rubro de "independientes" no sólo están los pequeños propietarios, sino también la enorme masa de ambulantes y subocupados del campo y la ciudad.
Las clases sociales que existen en nuestra sociedad son las siguientes:

CLASES ENEMIGAS DE LA REVOLUCION

La Burguesía: Constituida por los propietarios de l os medios de producción capitalistas: fábricas, minas, comercio, exportación e importación, transporte, servicio, fuentes de energía, pesca, haciendas en el campo. etc. En su conjunto, la burguesía se encuentra completamente fusionada con el imperialismo. Ante el poder extranjero de turno, siempre fue débil, enclenque y genuflexa. Y a lo largo de nuestra historia, no ha intentado constituirse en la clase dirigente de un proceso coherente de conformación de un Estado Nación autónomo, papel que Carlos Marx reconoció en las burguesías europeas, pero que Mariátegui precisó para el caso nuestro, al anotar que son el proletariado y el campesinado los que cumplirán las tareas que históricamente le correspondieron a la burguesía.

De esta forma, por tradición y definición, la burguesía peruana es antinacional. Su estómago se encuentra en el Perú, pero su mente y su corazón han estado siempre en la metrópoli de turno. Ellos, por ejemplo, se sienten más identificados con Miami que con Huancayo. Su carácter antinacional se refleja, también, en el racismo visceral: veladamente desprecia al "indio", al "cholo" o al "negro", no sólo relegando sus culturas, sino incluso segregándolos físicamente. Todo esto tiene una explicación de fondo: en lo económico, la burguesía siempre se ha encontrado subordinada al capital extranjero, y su existencia y reproducción depende del imperialismo. Por estas condiciones, los burgueses peruanos se contentaron con cumplir el triste papel de clase dominante: jamás pudieron (ni podrán) ser una clase dirigente.

La burguesía no es, sin embargo, una clase homogénea y, en su interior, pueden encontrarse los siguientes sectores:

La gran burguesía: Conformada por los grandes por los capitalistas nativos, Como los Romero, los Nicolini, los Wiese, los Ferreyros o los Brescia, y también por los representantes de las grandes empresas imperialistas, que son las que realmente dominan la economía nacional. Son los que principalmente están comprometidos en la defensa del orden establecido, y tienen, además, el poder real: por lo general, no monopolizan un solo sector productivo, sino como tentáculos de pulpo, abarcan casi toda nuestra economía. El grupo Romero, por citar el caso más conocido, no sólo actúa en el sistema financiero (bancos, aseguradoras y compañías financieras), sino en todas las actividades de la industria incluida la más moderna: la agroindustrial. Por eso, la gran burguesía constituye el enemigo fundamental de la revolución.

La mediana burguesía: Constituida por un gran sector de los capitalistas cuya producción está dirigida esencialmente al mercado interno. Muchas veces, sus intereses entran en contradicción con la gran burguesía y el imperialismo. Sin embargo, su comportamiento es de plena identificación con los mismos.

Esto se debe a varias razones: primero, a que su formación gira sobre la base de la satelización de las empresas, es decir, ellas funcionan para producir partes o acabados de la gran industria y el imperialismo; segundo, que al igual que toda la industria peruana, dependen de los insumos importados; y tercero, a que su mentalidad es colonial: sus ideas han sido moldeadas no sólo sobre la base de la explotación, sino también sobre el menosprecio a nuestro pueblo.

Por ello, las acciones políticas conjuntas a las que ha podido llegar en algunas provincias fueron para obtener mejores beneficios frente al centralismo limeño. Pero, apenas se asumieron banderas que iban más allá de sus intereses particulares, retrocedieron y se sumaron a la reacción. Y es que por su mente no pasa la idea de enfrentar frontalmente a la gran burguesía y el imperialismo.

La burguesía agraria: Después de la reforma agraria y con los tres últimos gobiernos, este sector social se ha desarrollado en forma notable. Son los que poseen extensas propiedades agrarias, aunque no de la dimensión de los antiguos latifundios. Además, explotan trabajadores asalariados y usan todos los mecanismos del agro capitalista. Ellos son los principales usufructuarios de la política agraria de los últimos gobiernos; y recientemente se han promulgado una serie de medidas que terminarán de fortalecerlos, como la entrega de tierras de las irrigaciones, la venta de las parcelas, la entrega de tierras en la selva, la autorización para irrigaciones privadas, etc. Ellos son el enemigo fundamental de la revolución en el campo, y contra los mismos la lucha por la tierra tiene absoluta vigencia. No olvidemos por último, que la burguesía agraria es la base de la contrarrevolución en el campo y que, además, es el sustento de todas las organizaciones de propietarios del agro.
Restos del gamonalismo semifeudal: Aún subsisten en algunos de los lugares más atrasados de la sierra, pero su peso político es nulo. Donde superviven, son un enemigo frontal y contra ellos es la lucha por la tierra.

ALIADOS O A NEUTRALIZAR

La pequeño burguesía y las capas medias. En esta clasificación entra un amplio sector de nuestra población. La subdiferenciación es muy importante porque una buena parte de la pequeña burguesía puede ser neutralizada o ganada para el campo de la revolución.

Partiendo sobre la base de la propiedad de los medios de producción, tenemos una "burguesía pequeña", que está constituida por pequeños propietarios de comercio, talleres, servicios y empresas de diversos tipos. Utiliza el trabajo asalariado en condiciones de mayor explotación que la gran empresa: niega a sus obreros, por ejemplo, el derecho a la estabilidad laboral, la organización sindical o los beneficios sociales. Además muchos son empresarios "informales", a quienes la crisis del sistema los golpea directamente: deben soportar la elevación de los costos de producción y la simultánea reducción del mercado interno, que son inherentes a los programas de "estabilización económica" de los diferentes gobiernos. Y. sus vínculos con el imperialismo y el gran capital son escasos.

Estos sectores pueden asumir posiciones avanzadas y eventualmente ser ganados para la lucha revolucionaria, aunque debemos reconocer que su natural ambivalencia los hace, también, propicios receptores de la propagada contrarrevolucionaria. Por eso, no es casual que las organizaciones reaccionarias, como el "Instituto Libertad y Democracia", busquen organizarlos bajo la consigna de la "libertad de empresa".

Otro sector que se confunde con la pequeña burguesía son las denominadas capas medias. Su ubicación no está dada tanto por su propiedad sobre los medios de producción como por su ubicación en la producción o su identificación ideológica Se encuentra conformada por pro fesionales, técnicos, empleados; la mayoría de los estudiantes, maestros, etc. Muchos participan de la dirección de la producción, la distribución, las finanzas, la reproducción ideológica, el comercio individual, etc. Cuentan, además, con ciertos privilegios otorgados por las clases dominantes. Sin embargo, en los últimos años ha atravesado por un proceso de pauperización que aproxima sus condiciones de vida a las de la clase obrera (y, en algunos casos, la ha hecho descender por debajo de ellas). Al calor de la crisis y las consecuentes luchas sociales, este sector ha ido superando su identificación ideológica con la burguesía y ha asumido masivamente, la defensa de los intereses populares. En nuestro país, las clases medias representan un aliado estratégico de la revolución.

CLASES REVOLUCIONARIAS

La clase obrera: Se encuentra conformada por los asalariados que producen las riquezas de nuestro país en las fábricas, las minas, la explotación del petróleo, la pesca, el transporte, la construcción, el comercio, la infraestructura del país,. etc. También la integran la inmensa masa del proletariado agrícola de las haciendas y cooperativas agrarias.

No sólo por su peso numérico, sino sobre todo por su organización, su desarrollo ideológico y su enorme peso en las luchas sociales de nuestro país, la clase obrera ha asumido ya, en forma indiscutible, la vanguardia real del conjunto de los sectores del movimiento popular, y es la única clase capaz de ordenar, centralizar y conducir las demás luchas del pueblo peruano. En la práctica, quienes cuestionan esta verdad solo demuestran su temor al proletariado. Y lo cierto es que la clase obrera ha asumido ya, en lo fundamental, las banderas del cambio social, las banderas del socialismo. Sin embargo, aún falta trabajar más para encontrar los caminos y las vías hacia ella

El campesinado: En nuestro país, es el aliado fundamental de la clase obrera Está constituido por millones de pequeños propietarios, campesinos sin tierra, comuneros, socios de las cooperativas, etc. Es la clase social más numerosa Dada la explotación de los capitalistas comerciales, financieros y productores de insumos e insecticidas, actualmente el campo enfrenta un empobrecimiento sin limites. Para salir de esta difícil situación, los campesinos sólo tienen un camino: luchar contra el capitalismo dependiente y el neocolonialismo.

Muchas veces, los campesinos fueron manipulados por los partidos reaccionarios, pero cuando bregaron por sus propios intereses, sobre lodo en las luchas por la tierra de los años sesenta, demostraron su verdadero filo combativo. La reforma agraria y la penetración del capitalismo, causó un profundo cambio en el campo: despojó a los campesinos de las profundas lacras de la semifeudalidad, los proletarizó, introdujo nuevos niveles de diferenciación entre los propios comuneros y los integró a la vida nacional, conviniéndolos en una fuerza organizada capaz de emprender luchas a nivel de todo el país. Además, a diferencia del campesino europeo, que se encuentra profundamente apegado a la propiedad privada individual, el peruano se encuentra más cercano a la revolución, tanto por el grado de despojo de tierras que ha sufrido como por sus costumbres colectivistas, que aún subsisten parcialmente. Existen, pues, sólidas bases para la alianza revolucionaria de la clase obrera con los campesinos sobre todo si consideramos que gran parte de los enfrentamientos decisivos para la construcción del ejército revolucionario se dan en el campo.

El semiproletariada urbano: Se encuentra conformado por la enorme masa de desocupados y subocupados de las grandes ciudades, que buscan las más diversas formas de supervivencia, como, por ejemplo, el trabajo ambulatorio. Dentro del sistema capitalista, no tienen ninguna alternativa, ya que sus reivindicaciones fundamentales, como el trabajo, no tienen solución por la propia crisis del sistema. Son un sólido aliado de la clase obrera, como lo confirma su Participación en las jornadas de lucha de los últimos años. Viven en condiciones infrahumanas en los llamados pueblos jóvenes, conviniéndolos así en el escenario donde debe construirse la organización revolucionaria para constituirlos en verdaderos "cinturones" que rodeen los centros fundamentales del poder. No olvidarnos, por último, que estos sectores comparten su habitat con la clase obrera y que ésta ha trasladado su larga experiencia de organización a los pueblos jóvenes.

EL EMPOBRECIMIENTO DE LAS MASAS

Este sistema se encuentra en crisis recurrente desde hace varios años, y no tiene salida. Para tener una idea de la gravedad de la misma, resulta muy útil comparar la situación de un trabajador de 1920 con la de uno de los 1988:
 

Cuadro Nr. 10
Capacidad adquisitiva del Salario Mínimo en 1920 y 1988 
Lo que se podía comprar 
 Antes (1920)
 Ahora  (Agosto 1988)
Carne de vaca
 4.0 kgs.
0.75 kgs.
Pan 
10.0 kgs. 
6.00 kgs.
Aceite 
3.7 kgs.
2.50 kgs.
Arroz
 10.0 kgs.
 8.00 kgs.
Frijoles
 15.0 kgs.
 1.50 kgs.
Fuente: El costo de vida en Lima 1919 J. Arrus

En 1920 el salario mínimo era de tres soles diarios y los obreros aún no habían conquistado muchos de los derechos y conquistas de ahora. Después de 68 años, el salario mínimo real ha disminuido abruptamente: hoy apenas alcanza para comprar el 39% de lo que se podía adquirir en 1920. Se trata de un proceso de pauperización absoluta.

Generalmente se afirma que cuando estalla la crisis "todos" se ajustan los cinturones. No es cierto, pues mientras los pobres se hacen más pobres los ricos se vuelven más ricos. Esta verdad general se demuestra en el siguiente cuadro :
 

Cuadro Nr. 11
Participación en la distribución de la riqueza (En porcentajes)
Año
1973
 1975   
1980
1981
Remuneraciones
 49.0 
48.2 
38.6
 31.1
Independientes
 24.0
25.4 
24.4 
25.0 
Renta Predial 
4.0
3.7
   2.3
2.2
Utilidad de Empresas
22.3
 21.5
32.9
39.3 
Intereses netos
0.7 
 1.1
 1.7
2.4
Total
100.0
 100.0 
 100.0
100.0
Fuente: BCR Tomado de la Revista 1/2 de Cambio

Así, en poco más de una década los grandes capitalistas han visto engordar la torta de sus ganancias, la suma de la renta predial, utilidades de empresas más intereses netos en 1973 era de 27% sobre el total de la riqueza del país, esta misma suma para 1985 se ha elevado a 43.9%, es decir, casi la mitad de la riqueza va a parar a manos de los bolsillos del 1.06% de la población. Esta porción de la torta no sale del aire, sale de quitar esa misma porción a los trabajadores, ya que los independientes que son los pequeños propietarios han mantenido su porcentaje más o menos estable. La parte que sirve para mantener a más de la mitad de la población peruana ha descendido en 17.9% que es el mismo porcentaje que ha incrementado la ganancia de la burguesía

Esta es la verdadera causa de las injusticias en el país, y la forma en como la crisis del sistema se descarga sobre las espaldas de nuestro pueblo. Este empobrecimiento absoluto empuja a que, las luchas populares se radicalicen, y es la base que permite que las ideas de la revolución ingresen nuevamente en su cauce histórico, en donde lo más avanzado de nuestro pueblo ha reiniciado la guerra revolucionaria contra el imperialismo y la gran burguesía. Mientras tanto las clases opresoras sin capacidad de dar una alterativa muestran todos los signos de la degeneración y crisis moral.

Es, en síntesis, el período prerevolucionario.

Resumiendo lo expuesto, podemos decir que la nuestra es una sociedad capitalista, dominada por el imperialismo bajo formas neocoloniales. Subordinados a este modo de producción predominante, se encuentran formas semifeudales, comunitarias y primitivas de producción que han sido integradas y supeditadas a la acumulación del capital.

La contradicción fundamental que atraviesa nuestra sociedad es la que enfrenta la dominación imperialista y capitalista de un lado representados en el Imperialismo y la gran burguesía; y de otro lado, las necesidades del desarrollo del país y la justicia y bienestar de las mayorías de nuestro pueblo Esta contradicción se expresa en el plano político en la batalla entre revolución y contrarrevolución que se debate hoy en el marco de una situación prerevolucionaria
 
 
 
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