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los paeces, un pueblo que esquiva el Plan Colombia,
el dinero, a la guerilla y los paramilitares

Mayo 4 de 2002
EL TIEMPO
Un pueblo que esquiva el dinero, a la guerilla y los paramilitares


Más de cien mil indígenas paeces de Nasa (Cauca), reconocidos hace dos años
con el Premio Nacional de Paz, se niegan a recibir plata del Plan Colombia y
respetan a las ONG, pero no las reciben.

El sacerdote italiano Antonio Bonanomi lo relata con orgullo mientras se le
cuelan Chachauala, musicué y otras palabras en paez.

El religioso traduce enseguida lo primero que ha dicho para describir el
espíritu de los indígenas: "chachauala significa fuertemente grande",
explica. Y eso es Nasa para él.

El padre Antonio, como lo conocen, se confunde todavía con el plural y el
singular del español, pero nunca con el dialecto de los paeces, de quienes
aprendió que "la riqueza de un pueblo no está en el dinero, sino en la
gente".

Entre los hombres Nasa los ahorros no son de quienes los hacen, sino de
quienes los necesitan, y aunque la pobreza mantiene el promedio de vida
apenas en 40 años, esquivan el dinero tanto como a guerrilleros y
paramilitares.

Las grandes empresas son zapaterías, modisterías, carpinterías o cultivos de
trucha. "Más dinero estorbaría porque corrompería la conciencia", dice el
guía espiritual de los indígenas antes de responder preguntas sobre el
pueblo que hace 14 años lo ató para siempre a Colombia.

¿Por qué no pensar en grandes proyectos si la paz pasa por el desarrollo?

"Es un segundo momento. Primero debemos concentrarnos en fortalecer la
conciencia, la unidad, la identidad. Es verdad que la gente tiene hambre,
pero preferimos eso a que tenga la cabeza llena de cucarachas. ¡Se vendería
a la guerilla, a los paramilitares, al narcotráfico!"

¿Cómo han sobrevivido en medio todos ellos?

"Las Farc, por ejemplo, son parte del paisaje, pero saben que las decisiones
son nuestras, la administración de la justicia, nuestra", responde el
sacerdote mientras agita las manos para ponerles énfasis a las palabras.

¿La guerilla respeta eso?

"Actuamos en masa. ¿Quién puede contra eso? Hace unos días los paeces
cogieron presos a seis milicianos indígenas. El grupo guerrillero mandó
razón de que se los enviáramos, pero la gente dijo: ellos son nuestros y
tienen nuestros derechos y nuestros deberes.

"Los juzgó una asamblea de 1.700 personas. Les quemaron las armas, una moto
y la ropa. A uno lo condenaron a 15 años de trabajo en la comunidad y a
otros dos a 12 años".

Y de los paras, ¿cómo se han defendido?

"Con ellos no tenemos diálogo. No hay posibilidades. Entran, matan y se
van", sigue diciendo el padre Antonio.

En medio de una tos que lo interrumpe con frecuencia, garabatea en un papel
el mapa del norte del Cauca, divide la parte alta de la parte baja y dice:
"Ellos (los paramilitares) se pusieron aquí, la parte baja, en Caloto,
Santander de Quilichao y Villarica". Intenta explicar que Nasa está en la
parte alta, donde no tienen asiento permanente las autodefensas.

Nasa nació en Toribío con 20.000 personas, en 1979, pero no pasó mucho
tiempo antes de que otros pueblos del norte del Cauca quisieran integrarse
al proyecto.

Nacieron entonces Nasa Global, en Jambaló; Nasa integral, en Caloto; Nasa
Unidad Paez, en Miranda, y Nasa Chachauala, en Corinto.

Con ellos, el misionero italiano aprendió a reírse de la muerte.

"Un día me llevaron a un niño muerto. Era mi ahijado (tiene cerca de 50). Me
dolió muchísimo, ¡pero fue el papá del muchachito el que me consoló! No
sufra padre, vamos a hacer otro y usted lo va a apadrinar, me dijo", relata
todavía sorprendido.

Descubrir a ese "pueblo único", lo hizo dedicarse a protegerlo. "Del
comunismo, del capitalismo, del narcotráfico", de cualquier cosa que pudiera
dañarlo.

La autonomía le ha costado a Nasa muchos muertos. Uno de los últimos fue
Cristóbal Secué, un líder. Lo mataron las Farc el 25 de junio del año
pasado.

"Porque nunca aceptó la hegemonía del Partido Comunista, de la Unión
Patriótica ni de las Farc", cuenta el padre Antonio.

Los paeces se han hecho resistiendo. Primero tuvieron que defenderse de los
españoles, después de los pijaos y más tarde de la gente de Cali y Popayán
que ocupó sus tierras. Ahora, además de contrarrestar a grupos armados,
tienen que hacerle el quite al hambre.

¿Cómo enfrentan la escasez?

"Las huertas son comunitarias. El que se llena la barriga se preocupa de que
el otro la tenga llena. Los domingos tengo que hacer una olla inmensa de
almuerzo, porque muchos llegan de las veredas a almorzar a la iglesia". El
sacerdote extiende los brazos todo lo que puede para dar una idea del tamaño
de la olla.

El pueblo Nasa comparte la tierra como lo hace con un almuerzo. Hace poco,
en Toribío, tuvieron que redistribuirla porque necesitaban poner en marcha
el Plan de Desarrollo y solo el 16 por ciento era cultivable.

"El que tenía tres hectáreas aptas para sembrados se quedó con una y entregó
las otras dos para otras dos familias. Nadie protestó", cuenta el misionero.

Hay grandes necesidades, pero se niegan a recibir dinero del Plan Colombia...

"Lo vemos como una tragedia. El 90 por ciento de la plata es para fortalecer
las armas y eso no va con nosotros. Ahora manejamos cinco o diez millones,
cuando el pueblo esté listo para manejar mil millones que los maneje, pero
él y nadie más. En todo el norte del Cauca no hay una sola ONG".

¿Pretenden ser autosuficientes?

"No. Tenemos mucho apoyo de las universidades. Nos gusta que nos asesoren,
nos acompañen, pero no que tomen decisiones por nosotros. Una ONG tiene
características necesarias: maneja la plata, los técnicos, los proyectos, y
nosotros queremos manejar lo nuestro. Nasa es otro mundo, nadie lo
entiende", dice el padre Antonio para terminar.

Y fue en ese mundo, que en nada se parece al que ve cuando deja las montañas
del Cauca, donde el sacerdote italiano encontró "la verdadera paz".

Marisol Gómez Giraldo
Redactora de EL TIEMPO

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