SERVICIO DE INFORMACIONES ESPECIALES DE NUESTRA AMERICA (Siena)

COMUNISTES de CATALUNYA difunde:

SIENA

Año I. Número 5. Argentina. 18 de mayo de 1999.

Director: Carlos Suárez

Coordinador General: Fernando Ramón Bossi

EL MUNDO HOY

Sobre el nazifascismo

LA OTAN Y LOS DERECHOS HUMANOS (1º Parte)

Por Carlos Suárez

Buenos Aires

La guerra desatada por la OTAN contra Yugoslavia replantea a escala mundial la ya secular contradicción entre las políticas expansionistas de los imperios y sus masivas campañas desinformadoras. Y así como en la Segunda Guerra Mundial las potencias occidentales utilizaron magistralmente la cobertura "antifascista" para encubrir las conquistas territoriales y el reparto de las zonas de dominio directo y sus respectivas esferas de influencia, actualmente la excusa central del intervencionismo se basa en "la defensa de los derechos humanos" ¿Quiénes son los principales baluartes de tal resguardo universal?: nada más ni nada menos que Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Alemania, Turquía y algunos auxiliares menores, aunque también responsables de un sinnúmero de empresas colonialistas.

Para evadir la red virtualmente inexpugnable de las cadenas informativas que desinforman minuto a minuto a miles de millones de seres humanos en los cinco continentes, resulta indispensable apelar a la historia de las últimas décadas, al bajaje casi interminable de "intervenciones humanitarias", "defensas de la democracia ante el totalitarismo" y, en suma, denodados combates de "la civilización contra la barbarie". Si así lo hacemos vamos ubicando, progresiva e inexcusablemente, a los protagonistas de los renovados dramas bélicos que arrojan millones de víctimas en nombre de una multiplicidad inagotable de justificaciones. Los modernos cruzados de la Inquisición Democrática poseen sin duda recursos que habrían colmado las expectativas de Torquemada, aún cuando los torturadores de la fe inmarcesible no solían tener objetivos tan concretos como la explotación del petróleo, el control de regiones estratégicas o el manejo de los mercados a través del Fondo Monetario Internacional. Quemaban herejes y apóstatas sin el arbitrio de volar a diez mil metros de altura y masacrar "por error" a niños, mujeres y ancianos que, en el peor de los casos, cometieron el "delito" de pertenecer al pueblo responsable de las "limpiezas étnicas". De allí que, al respecto, también puede decirse "(que) todo tiempo pasado fue mejor".

En América Latina, Asia y Africa la historia se desarrolló siempre en el ámbito de las invasiones militares, las masacres de civiles, la imposición de la esclavitud, el saqueo de las riquezas naturales y la utilización de dictaduras serviles del imperio de turno. Esa situación –abierta e irrefutable– se ocultó en gran parte de Europa y de los Estados Unidos detrás del funcionamiento de las "instituciones democráticas". En función de tal basamento ideológico-político los británicos propiciaban aberraciones como el apartheid en Sudáfrica o la estratificación de las castas en la India, los franceses sembraban de campos de concentración a Indochina y Argelia, mientras los líderes estadounidenses del "mundo libre, occidental y cristiano", mantenían vigentes hasta pocos años atrás la segregación racial en su territorio. ¿Será necesario abundar más sobre el particular? La abrumadora campaña mediática que con motivo del ataque de la OTAN a Yugoslavia soportamos a diario, agravada por las tergiversaciones de muchos intelectuales e informadores convertidos en perritos falderos de las grandes potencias, nos obligan a llamar a las cosas por su nombre y, en
consecuencia, comenzamos por afirmar algo que iremos fundamentando invariablemente: los regimenes que conforman a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) representan a fines del siglo XX el mismo sistema de valores, la misma ideología y la misma política imperialista de las dictaduras nazifascistas que gobernaron en la etapa que fue de la Primera a la Segunda Guerra Mundial.

Escribía Frantz Fanon en Los condenados de la tierra: "no perdamos el tiempo en estériles letanías o en mimetismos nauseabundos. Dejemos a esa Europa que no deja de hablar del hombre al mismo tiempo que lo asesina dondequiera que lo encuentra, en todas las esquinas de sus propias calles, en todos los rincones del mundo". Las licuaciones ideológicas de las últimas dos décadas, en las que tras la mayor ofensiva sobrellevada por los estados nacionales del Tercer Mundo y parte de Europa, se consolidó el pensamiento posmoderno, posibilitaron que gran parte de los gobernantes y las dirigencias aceptaran a libro cerrado la historia endulcorada que pergeñaron los imperios. En nuestro continente las constituciones, aún con su neto predominio liberal-positivista del siglo XIX, fueron reemplazadas por los lineamientos fijados por los documentos de Santa Fe. Esa doctrina, enraizada con las concepciones nazifascistas de Nicholas J. Spykman (ideólogo de consulta desde la década de los ’40 por parte de los funcionarios del Departamento de Estado norteamericano), encuentra su legítimo antecedente en la afirmación del presidente de los Estados Unidos, William F. Taft, quien dijo en 1912: "No está lejano el día en que tres banderas de barras y estrellas señalen en sitios equidistantes la extensión de nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemisferio será nuestro de hecho, como en virtud de nuestra superioridad racial ya es nuestro moralmente".

De las invocaciones morales a las políticas genocidas media la misma distancia que en estos días recorren los justificadores de oficio ante los periódicos "errores" de la OTAN en Yugoslavia. Por consiguiente, para ejemplificar acerca de los hechos que a lo largo del tiempo abonan la caracterización de regímenes nazifascistas que hemos endilgado al grupo de potencias que preenden arrasar a sangre y fuego con la integridad y soberanía de Yugoslavia, nos referiremos a una información publicada en el periódico estadounidense Newday y reproducida por el diario argentino Clarín (10-02-95): "EEUU practicó experimentos con 9.000 personas en la guerra fría: inyectaban sustancias radiactivas a reclusos, mujeres y niños". La nota señala que: "el gobierno de los Estados Unidos realizó durante la guerra fría unos 154 experimentos radiactivos con 9.000 personas, figurando entre ellas reclusos, enfermos mentales y niños, según revela un informe del Departamento de Energía del país".

De acuerdo a lo reseñado por Clarín : "el informe dedica 300 páginas a los nuevos experimentos que recuerdan a los que realizaba el médico nazi Josef Mengele en los campos de exterminio de Auschwitz (...) El Departamento de Energía prestó especial atención a casos escalofriantes como el de 800 mujeres embarazadas que a fines de los ’40 fueron irradiadas para experimentar los efectos en el feto. Los resultados arrojaron que los neonatos registraban una incidencia de tumores superior a lo normal". Estos casos se relacionan con el despliegue de la guerra bactereológica contra Cuba de la que existen pruebas irrefutables, que serán reseñadas por SIENA en próximas notas, y nos retrotraen otra vez a Fanon: "Cuando busco al hombre en la técnica y el estilo europeo, veo una sucesión de negaciones del hombre, una valancha de asesinatos. La condición humana, los proyectos del hombre, la colaboración entre los hombres en tareas que acrecienten la totalidad del hombre son problemas nuevos que exigen verdaderos inventos (...) Hace dos siglos, una antigua colonia europea decidió imitar a Europa.
Lo logró hasta tal punto que los Estados Unidos de América se ha convertido en un monstruo donde las taras, las enfermedades y la inhumanidad de Europa han alcanzado terribles dimensiones".



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