LOS CUENTOS DE LA MODERNIDAD Y EL MERCADO

Se ha producido en el mundo una revolución técnico­científico. El resultado además de una serie de cambios es un salto gigantesco en la producción. El objetivo de esos adelantos debiera servir para la felicidad humana, ese ha sido el ideal que ha movido los avances de la humanidad.

En el siglo pasado los pensadores socialistas soñaban con el "hombre universalmente culto". Y es que si todas las conquistas técnico­científicas logradas e introducidas a la producción masiva, estuviera al alcance de todos los países, y hubiera un sistema justo que pusiera la riqueza al servicio de las mayorías y no para la opulencia descomunal de un puñado de monopolios, la magnitud de la producción acabaría fácilmente la miseria, el atraso, la desocupación en todos los rincones del planeta, los horarios de todos los trabajadores podrían reducirse a pesar de eso y las personas podrían dedicarse a aprender más y más.

Sin embargo esta conquista humana ha sido monopolizada por un puñado de países, y dentro de ellas por un puñado aún más reducido monopolios. Estas transnacionales las que monopolizan hoy ya no el mercado de uno o varios países, sino el mercado mundial, entre ellos se ponen de acuerdo en precios y condiciones de ese mercado mundial y la orientan conforme a sus intereses de lucro ilimitado.

Así, detrás de las llamadas leyes de mercado están los intereses de lucro de estas transnacionales. Por eso al mismo tiempo que este enorme adelanto en la técnica se ha producido un gran retroceso en la relación entre los seres humanos.

Mientras conocemos por los medios de comunicación los beneficios de la técnica en los países imperiales, todos los países y pueblos del tercer mundo (con la excepción de algunas contadas con los dedos de la mano, convertidos en plataformas industriales de segundo orden de esas transnacionales) ven que el abismo que los separa de !os países desarrollados crece descomunalmente y con ello la miseria, la desocupación y desesperanza.

Al no reducirse la capacidad adquisitiva de la población mundial (la opulencia de los más ricos y la cierta comodidad de sectores del pueblo en los países imperialistas es suficiente para compensar el empobrecimiento de la mayoría humana) e incrementarse enormemente la producción, se ha generado una superproducción en los países imperialistas y en unos cuantos "países-factoría".

Necesitan entonces para ellos solos el mercado mundial, necesitan ingresar sin limitación de ningún tipo a todos los mercados nacionales y desplazar de ellos a los productores nacionales.

Ese es el verdadero objetivo del neoliberalismo. Por eso se derriba todas las protecciones que pueda tener la economía nacional, se liquida la capacidad de incidencia que puedan tener los estados, se recesa deliberadamente la industria y la agricultura, en nombre dé la privatización se desnacionaliza mas la economía.

El resultado es que el saqueo, la descapitalización de nuestros países se ha acelerado. Ahora no sólo se llevan nuestras riquezas con las utilidades de sus empresas y pagando cada vez menos por nuestras materias primas, por el pago de la deuda externa se van miles de millones de dólares mientras el monto total de la misma sigue creciendo, y por la monopolización transnacional de nuestros mercados internos. Nuestros países tienen cada vez menos capitales para su desarrollo y en nombre de atraer "capitales frescos" la dominación se hace cada vez mas férrea.

Para cubrir esa expoliación inhumana, han creado un mito: el mito sagrado del mercado. El mercado es solo el intercambio de las mercancías entre los hombres, los grupos sociales y los países; apareció casi en los albores de la humanidad, y con el capitalismo alcanzó la dimensión general. No es el mercado el que determina el tipo de relación entre los productores, sino es la relación entre los productores los que determinan el tipo de mercado. No son los hombres los que tienen que estar al servicio y subordinados al mercado, sino los mercados adecuarse a las necesidades humanas.

Simultáneamente a la integración nacional sé conforma también los mercados nacionales, que son la base para una integración económica interna. Los incas ya habían dado enormes avances en esta dirección, gracias a ella la economía era autosuficiente; para ellos crearon una infraestructura nacional de Integración interna: dos grandes caminos que atravesaban de norte a sur todo el territorio nacional, uno por la costa y otro por la sierra que se ramificaban en el altiplano y se unían entre sí por una serie de caminos menores que conectaban a los pueblos entre sí.

El coloniaje primero y la dominación imperialista después destruyeron esa integración económica, para adecuar nuestra economía a sus fines de saqueo y mercado para sus productos.

A comienzos del presente siglo se crearon bolsones de economía capitalista donde estaban los enclaves y existían mercados capitalistas locales completamente dependientes de productos importados o producidos por sus subsidiarias. El resultado, hoy estamos más pobres y atrasados que antes en relación a los países desarrollados.

El Perú necesita construir un mercado interno que permita una real integración nacional, para que los pequeños y medianos productores junto con los trabajadores de todo el país permitan que las necesidades de los peruanos se satisfagan básicamente con la producción de los peruanos.

Pero el dios mercado de los neoliberales no es la construcción dé un mercado nacional, sino derribar los pocos muros de protección que tenga la economía nacional para que las transnacionales dominen completamente nuestro mercado y liquiden el escaso adelanto logrado.

Por eso es que los neoliberales proclaman que el nacionalismo es prehistórico, ocultando que hoy las grandes pugnas en Europa y la lucha antiimperialista muestra precisamente el chovinismo imperialista.

La inexistencia de esa integración de la economía, junto con la carencia del mínimo sentido nacional de la burguesía (que hoy se reconvierte en mayoritariamente comercial), es la que permite que los productos protegidos y subsidiados de otros países, invadan el mercado nacional desplazando a los productores peruanos.

Toda la preocupación del gobierno, está destinada solo a facilitar ese copamiento extranjero y saqueo: se abarata por todos los medios los servicios de puertos y aeropuertos, se reduce aranceles, se elimina toda clase de controles de calidad y limitaciones de importaciones de productos que compiten con productos nativos, se promueven redes viales hacia el exterior, pero no se hace ningún esfuerzo, serio para mejorar la infraestructura que liga a los pueblos entre sí y menos aún construir troncales de integración como podría ser por ejemplo una transversal a la sierra o nuevas carreteras de penetración a la selva.

El resultado se está viendo: primero en los supermercados capitalinos se llenan de productos importados, luego son las grandes ciudades y comienzan a llegar ya a los pequeños pueblos . La descapitalización del país es cada vez más acelerada, la dictadura proyecta para 1994 que las exportadores serán de 3,590 millones de dólares y las importaciones serán 4,155 millones de dólares. En solo un ano y por solo este concepto el país se descapitalizará en 600 millones de dólares. A ello debemos sumar el pago de la deuda (sin préstamos frescos a cambio, es decir salida neta de capitales) que sé ha proyectado para ser más del 20% del presupuesto del año. El gobierno no está buscando atraer capitales sino está remitiendo capitales a los centros imperialistas, estamos financiando el desarrollo de las transnacionales.

El cuento de la modernización es solo eso: un cuento. Cualquier pensador serio sabe que para poder competir primero hay que asegurar el control de su propio mercado, en función de ella mordernizarse, y sobre esas bases sólidas competir eficientemente en el mercado mundial. Si no hay capacidad de competir en su propio mercado, menos aún va a estarlo en el de mercados ajenos. Ese es el camino seguido por todos los países que se han desarrollado, en todos los tiempos.

Ya vemos los resultados. La liberalización empezó ya con la dictadura de Morales Bermúdez y Fujimori lo está culminando, el resultado por solo señalar dos rubros donde había existido anteriormente algún avance; la Industria de autopartes que. había permitido producir mas de 20,000 unidades motorizadas al año con importante componente nacional; la Industria de la llamada línea blanca, y gran parte de la industria textil están quebradas.

En cuanto a las exportaciones, sólo en el primer semestre de 1993 hemos exportado menos de 15% al mercado norteamericano con referencia al año anterior.

Para que los capitalistas peruanos puedan respirar algo y brindar mas facilidades a las transnacionales se ha liquidado todas las conquistas logradas por los trabajadores, campesinos y pobladores en largas luchas que abarcan toda la historia republicana.

La modernización es solo un cuento con el que se encubre este atentado criminal contra la patria. La dictadura no puede exhibir ningún proyecto serio de inversión modernizante. La única promesa de inversión industrial tan promocionada como la de la Daewood, de implementarse sólo sería de ensamblaje, que no implica ningún desarrollo, ni cubre los montos de las automotrices quebradas. Las demás escasas inversiones están dirigidas a comprar en remate las empresas del estado ya inexistentes, y al petróleo y la producción de oro. Es decir en áreas que reafirman el carácter primario de la economía peruana.

Este es el modelo que la constitución Fujimorista pretende consagrar y que el pueblo debe rechazar.