La situación política nacional acusa los síntomas de una crisis profunda, no resuelta sino más bien agravada por la aplicación de las políticas neoliberales y fondomonetaristas de los últimos 28 años.
La contundencia de la huelga magisterial, masiva y radicalizada como ninguna de las huelgas anteriores, retoma la dinámica de la lucha de clases de junio del 2002. Las masas, acicateadas por la magnitud de la crisis, que ha agravado a niveles sin precedentes su situación material, irrumpen como un río en crecida, arrasando a su paso con todos los obstáculos que se cruzan en su camino.
300 mil maestros en movilización, y un contingente numeroso de padres de familia, han logrado convulsionar el país. De nada han servido las amenazas del gobierno, ni la acción represiva, que ya ha encarcelado a numerosos maestros en el curso de la huelga. Se acerca la cumbre de jefes de Estado del Grupo de Río, y los maestros de la Ciudad Imperial del Cuzco han anunciado acciones para esos días, desoyendo la invocación del CEN del SUTEP para no afectar el curso de la reunión (súmese a esta declaratoria de beligerancia el pronunciamiento de los choferes del Cuzco, en el mismo sentido).
El gobierno, al parecer, ha llegado al límite de su propuesta económica, 100 nuevos soles, el 'raspado de la olla' no da para más, si nos atenemos a las declaraciones gubernamentales y a la información económica existentes antes de la huelga, el forado fiscal es uno de los principales problemas del gobierno, dentro de las reglas de juego del modelo neo-liberal impuestas por el actual gobierno, digitadas desde Washington. En consecuencia, la demanda de las masas magisteriales, ha comenzado a chocar con la propia estabilidad del modelo económico-social vigente, tal como sucedió el 2002 con las luchas anti-privatizadoras de los pueblos del Sur peruano.
Esta huelga, y sus 11 días de lucha económico-reivindicativa, para triunfar, deberá dar el salto ha una nueva fase, la de la lucha político-social por el cambio del modelo vigente, el modelo neo-liberal. El magisterio nacional debe, para ello, articular su huelga con las que se avecinan: la paralización nacional agraria, anunciada para el lunes 26 (en demanda de aranceles a los productos agrícolas importados) que comprende a millón y medio de campesinos en todo el país, los que han anunciado sendas marchas hacia Lima, desde Lambayeque, Cajamarca, Ancash, Ayacucho, Cuzco, Puno y Arequipa, principalmente; igualmente con la huelga de los trabajadores del Sector Salud (exigen nivelación de sueldos), que se inicia el martes 27, con 38 mil trabajadores a nivel nacional en movilización y huelgas de hambre; y también con la ya iniciada por los trabajadores del Poder Judicial, cuyo paro de 24 horas se transformó en huelga indefinida desde anteayer, martes 20.
Las huelgas sectoriales requieren de la conformación de una Coordinadora Nacional de Gremios en Conflicto, a efecto de asegurar una mínima coordinación en la lucha de masas, exigiendo, en primer término a la CGTP el apoyo activo a las luchas en curso. No debería ser posible que mientras cientos de miles de huelguistas defienden con su lucha su derecho a la sobrevivencia, y con ello la elevación de su nivel de vida, la 'Confederación General de Trabajadores del Peru', supuesta heredera de la CGTP de José Carlos Mariátegui no haga más que declaraciones verbales de solidaridad y 'actos de presencia' en las movilizaciones de la Gran Lima.
Estamos ante una situación crítica, no en vano el titular de Economía y Finanzas, conspicuo representante del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, iniciador de los fatídicos 'paquetazos' de los años 70, en la 2a fase del Gobierno Militar, ha declarado que 'el país se puede ir al diablo'. Más claro no canta el gallo, es la política neo-liberal dictada por el imperialismo yanqui la que puede colapsar, por las luchas de los trabajadores, la misma que fué gravemente herida en los sucesos de junio del 2002 en Arequipa y el Gran Sur.
¿Qué temen los burócratas de la CGTP? Sus enjuagues y compromisos con la camarilla toledista los hacen sentirse maniatados, es tiempo de definiciones, señores dirigentes, el pueblo está luchando por su sobrevivencia, por el derecho a la educación, por la salud para todos, por la debida protección al agro nacional, la Central que se reclama del clasismo, tiene que asumir su deber y convocar a un paro nacional de solidaridad, en perspectiva a una huelga general contra el modelo neo-liberal, convocando a los gremios nacionales a la formación de un Comité Nacional de Lucha.