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Lunes, 10 de octubre de 2005

Crece la protesta popular contra el tratado; especialistas advierten de los riesgos; en Colombia denuncian la insensatez del gobierno y Ecuador vacila, pero Bolivia...

El gobierno de Rodríguez va contracorriente y decide acelerar la negociación del TLC con Estados Unidos
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Redacción Bolpress

El Viceministerio de Relaciones Económicas y Comercio Exterior comunicó que el gobierno continúa y continuará con las gestiones correspondientes para que el país ingrese al proceso de negociación entre Estados Unidos y Colombia, Ecuador, y Perú para la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC).

"Por la importancia de dicho proceso de negociación, la actual gestión gubernamental considera de vital importancia la participación boliviana en el mismo, razón por la que ha incrementado los esfuerzos políticos y técnicos para alcanzar este objetivo", indica un comunicado oficial.

El coordinador del TLC designado por el país, Julio Alvarado, y el equipo negociador participaron en Bogota- Colombia los días 3 y 4 de octubre, en la última reunión de coordinación andina con miras a la próxima ronda de negociaciones, esfuerzos que son complementados con la labor política que realizan las autoridades nacionales.

Actualmente Bolivia participa en las negociaciones en calidad de observador. Dicho status cambiará inmediatamente después de que ambos gobiernos decidan negociar "una vez que las condiciones sean favorables para la firma de un TLC con Bolivia", añade el comunicado.

Rodríguez contracorriente

Si la negociación del TLC se deja de lado o se posterga, se incurría en un error que traería un daño mayor al país, opina el gobierno de Rodríguez, aunque los movimientos populares de la región y los expertos en la materia -que cada vez son numerosos y enfáticos- indican lo contrario.

Jeff Vogt, encargado del programa de derechos y desarrollo del Washington Office on Latin America (Wola) opina que los asuntos de mayor importancia para los países andinos avanzan poco, es decir propiedad intelectual y agricultura por la inflexibilidad de Estados Unidos. "Nuestra percepción es que los países andinos aceptarán un TLC mal negociado en esos dos puntos claves". Una mala negociación podría tener un impacto muy serio en el acceso a la salud pública y en la biodiversidad".

El comercio agrícola impuesto por Estados Unidos puede dañar a sectores poblacionales importantes de la región y causar mucho desempleo. El problema es que Estados Unidos quiere exportar las mismas cosas que produce la región andina. Por lo tanto hay un choque entre los intereses de los productores norteamericanos y los de la región.

Los movimientos sociales de Ecuador, Perú, Colombia y Bolivia están en las calles repudiando el acuerdo. Cincuenta y cinco parlamentarios de la región expresaron su contundente rechazo al tratado en una declaración que se hizo pública en la última ronda de negociaciones, la doceava. Sectores medios y también empresariales se han sumado al grupo de descontentos que crece a medida que se conocen los impactos del TLC a la luz de las experiencias chilena o mexicana, por ejemplo.

Entre 12 y 15 mil indígenas de Antioquia, Risaralda, y Cauca, Colombia, marcharon hasta Manizales, capital del departamento de Caldas. El presidente del Consejo Regional Indígena de Caldas, Rubén Darío Guasarabe, explicó que los indígenas colombianos realizaron su Minga (como denominan ellos estas manifestaciones) pese a que el presidente colombiano, Alvaro Uribe, la calificó de "impracticable". El miércoles pasado se celebró un Paro Cívico Nacional en Colombia en contra de la rubrica del TLC y la reelección de Uribe, entre otros temas.

Uno de los 25 mil indígenas que participaron en tres marchas por carreteras de la zona cafetalera murió víctima de enfrentamientos con la policía. "Marcos Soto resultó muerto por acción de la Policía cuando marchaba en apoyo a la Minga Embera que se viene realizando en diferentes puntos del país", denunció la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) en un comunicado. Junto a Soto, resultaron heridos 10 comuneros.

"Los indígenas colombianos nos levantamos contra la injuria, contra el TLC, y contra el estado colombiano que nos ignora y nos desprecia", aseguró Silsa Arias, portavoz de prensa de la organización, que agrupa a cerca de un millón de miembros de 71 etnias.

Por otro lado, el presidente de la Convención Nacional del Agro Peruano (CONVEAGRO), Luis Zúñiga, instó al gobierno a suspender la negociación del TLC con Washington por los perjuicios que causará al sector. En una reciente visita a México y El Salvador, escuchó experiencias de sus colegas de esos países y quedó convencido de las nefastas derivaciones que un acuerdo de tal naturaleza tendrá para los países andinos. En México, solo el 10 por ciento de los productores resultó ganador con el Nafta, el 20 habría ganado algo y el 70 perdió.

Además, delegados de los pueblos y nacionalidades indígenas de Ecuador marcharon hasta el Congreso de su país para rechazar la política neoliberal del gobierno de Alfredo Palacio y la firma del TLC, al cumplirse 513 años de la invasión española. Los manifestantes gritaron consignas en contra del TLC y condenaron la agresión del gobierno colombiano a 16 nativos del pueblo kichwa de Otavalo, quienes fueron humillados y maniatados por las fuerzas militares. La marcha concluyó con la entrega de una carta al Parlamento, en la cual se reclama a los legisladores que se pronuncien en contra de la firma del TLC.

Fracturas regionales

La XII Ronda de negociaciones del TLC andino con Estados Unidos ha revelado nuevamente las inmensas contradicciones que se presentan en el seno de la negociación y al interior de los países andinos. Por una lado se encuentran los gobiernos de Uribe en Colombia y Toledo en Perú que buscan afanosamente firmar a cualquier precio y rápidamente el tratado, mientras que el gobierno de Palacios en Ecuador se debate en la ambigüedad; al tiempo que alienta las negociaciones, se ve obligado a reconocer en la práctica que la firma del Tratado en las condiciones planteadas sería inaceptable para el pueblo ecuatoriano.

La decisión del jefe del equipo negociador colombiano, Hernando José Gómez, de considerar que las discusiones sobre propiedad intelectual dejaron de ser técnicas para convertirse en políticas motivó la renuncia de los tres asesores de este país en esa mesa. La dimisión de los especialistas produjo un fuerte roce entre los ministros de Comercio, Jorge Humberto Botero, y de Protección Social, Diego Palacio.

Para los analistas, la renuncia de Gilberto Alvarez, Luis Guillermo Restrepo y Juan Fernando García cayó como balde de agua fría no tanto por el hecho en sí, sino por la publicación de una carta acerca de la mala negociación que realiza el gobierno en ese tema.

Los expertos preguntan si es posible para Colombia adoptar un TLC con disposiciones semejantes a las acordadas por los países centroamericanos o Chile. "Desde nuestro punto de vista, en la mesa de propiedad intelectual esta alternativa es altamente inconveniente para Colombia", subrayan los renunciantes en una carta dirigida al ministro Palacio.

La renuncia de los tres negociadores colombianos el último día de la ronda desenmascaró el propósito de los gobiernos de Perú y Colombia de ceder todo en este campo y de aceptar las exigencias norteamericanas.

Estados Unidos, siempre arrogante, responde a las concesiones andinas con nuevas exigencias y cuando los andinos creen que están arribando a la meta, la potencia reabre mesas, plantea nuevas condiciones y solo acepta la capitulación completa, denunciaron la Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio y el ALCA (Recalca); la Campaña Ecuatoriana de lucha contra el TLC y el ALCA, la Campaña Ecuador Decide, la Campaña TLC: Así no de Perú y el Movimiento Boliviano de lucha contra el TLC y el ALCA.

Estados Unidos impuso como fecha limite para el cierre de las negociaciones el 24 de noviembre y se prevé que en las próximas semanas se viva una intensa actividad que incluye una cumbre presidencial, reunión de jefes de la negociación, bilaterales agrícolas, mini rondas y teleconferencias entre otras.

Si en noviembre no se cierra la negociación del TLC, que se prolonga por 15 meses, será difícil considerar un TLC en 2006 porque es un año de elecciones para la Cámara baja en Estados Unidos. Si se cierra en enero o febrero, la administración debe esperar por lo menos tres meses para entregarlo al Congreso. La votación tendría que ser antes del descanso en el Congreso porque nadie querrá votar a favor o en contra de un TLC durante su campaña por ser un tema sensible, es decir que habría que esperar hasta el 2007, prevé Wola.


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