Bolivia fuera de control

Evo Morales: el "Lula" boliviano de Washington y las petroleras
miércoles, 08 de junio de 2005
iarnoticias.com

El rol de Evo Morales en la estrategia y en los planes inmediatos de la CIA y del Departamento de Estado para quebrar la protesta social y restablecer el "orden democrático" del dominio petrolero en Bolivia. Represión o división del conflicto: Qué puede pasar en las próximas horas.

Informe Especial

(IAR-Noticias) 08-Jun-05

A los expertos no les asombró para nada que detrás del compungido "presidente renunciante", Carlos Mesa, (trasmitido en vivo por la CNN, el lunes por la noche), llegara el diputado y dirigente cocalero Evo Morales, que fue entrevistado casi con rango de "estadista" por la presentadora de turno en la cadena.

Y para que estuviera bien claro quién es quién, Mesa (el renunciante) auto-elogió su gestión y habló del pasado, y Evo Morales (el sucesor) "criticó a Mesa", hizo las consabidas "críticas de forma" al FMI y a las petroleras, y se abocó a pedir "elecciones ya", como el principal antídoto para terminar con el conflicto social que paraliza a Bolivia.

Y como era de esperar, la cadena norteamericana entrevistó a Morales en vivo (y sin límite de tiempo), pero no se molestó en entrevistar a ningún representante de los que organizan y conducen la protesta: los gremios mineros y las organizaciones populares que, desde hace dos semanas han conseguido paralizar a Bolivia.

Y eso tampoco fue ninguna coincidencia u "olvido": la única fuente de conflicto real son las multitudes que movilizan los sectores combativos, los que exigen (a diferencia de Morales que pide elecciones) la nacionalización inmediata de los hidrocarburos y la expulsión de las multinacionales petroleras que saquean a Bolivia con leyes aprobadas por el parlamento boliviano.

Razón por la cual, también piden que renuncien todos los parlamentarios, incluidos los de Morales, a quien la CNN hace pasar como el "líder de las protestas".

Una táctica mediante la cual la CIA lo está fabricando como "alternativa electoral de izquierda" para proyectarlo como un presidente falsamente "opositor" al establishment, en sustitución del desgastado gerente Carlos Mesa.

Este proyecto cuenta con que, Evo Morales, en caso de ser candidato presidencial, ganaría las elecciones por dos razones concretas:

A) la derecha política está "dividida" y no tiene líderes prestigiosos y aglutinadores que puedan imponerse por mayoría en una contienda electoral;

B) el perfil de "izquierda moderada y democrática" de Morales (bien "maquillado y presentado" por el monopolio mediático local e internacional), puede perfectamente captar votos de los sectores populares, tanto como de las clases medias que lo ven como un "izquierdista civilizado y democrático", que podría "contener" (por proceder del mismo sector) a la "izquierda terrorista y antidemocrática" que hoy corta rutas y paraliza a Bolivia con las protestas.

La aparición de Morales (el sucesor) en la CNN detrás de Mesa (el renunciante), fue parte del marketing electoral. Con su léxico "democrático y moderado", Morales es una alternativa cierta para "parar el conflicto" y darle una salida constitucional a Bolivia sin represión policial ni muertos.

Los que manejan información confidencial en La Paz señalan que Evo Morales es la "carta en la manga" que tiene el Departamento de Estado norteamericano para desinflar las protestas (el verdadero conflicto) y posibilitar una "salida constitucional" sin represión ni golpe militar.

Para los sectores populares que hoy conducen la protesta siempre estuvo en claro que, tarde o temprano, la CIA y el Departamento de Estado lo iban a jugar a Morales como "caballo de troya" para dividir al sector combativo del sector reformista, quebrando la unidad de la protesta social.

Es en este punto donde la figura pública de Morales (construida por el aparato mediático del sistema) se emparenta con la del brasileño Lula a quien el Departamento de Estado y Condoleezza Rice elogian como representante de la "izquierda democrática".

Por otra parte, son públicos los dichos de los funcionarios de Washington (desde Bush para abajo) admitiendo que la "izquierda democrática" es tan viable y "amiga" como la derecha neoliberal en el esquema de dominio "democrático" que la Casa Blanca tiene diseñado para América Latina.

Diferenciar a la "izquierda democrática" (que no plantea conflictos ni se enfrenta a Washington) de la izquierda combativa (que genera conflictos y se opone al dominio de Washington) ha sido una táctica permanente por medio de la cual impusieron el estilo de presidentes que "hablan con la izquierda", y luego "ejecutan con la derecha" los programas del FMI y las estrategias de Washington en la región.

El brasileño Lula (en el decálogo del Departamento de Estado) es el ejemplo paradigmático a imitar.

La izquierda boliviana y los sectores combativos (que ya tienen en su haber el derrocamiento de Sánchez de Lozada y de su pálido delfín, Carlos Mesa), saben que los objetivos planteados por Morales y su grupo están en las antípodas de los reclamos populares que guían las protestas y los bloqueos de rutas.

Y es muy sencillo de explicar: la COB y los combativos plantean como prioridad esencial terminar ya con el reinado explotador de las petroleras multinacionales que desangran a Bolivia, y echar a sus gerentes políticos del Parlamento y del Gobierno.

Evo Morales, en cambio, prioriza el salvamento de las "instituciones democráticas" (tradicional bastión de dominio oligárquico), como primer paso para salvar a Bolivia de la "violencia".

La "violencia" en este caso son las masas empobrecidas que reclaman y protestan en las calles, con lo que la posición de Evo Morales (salvo el tinte "antiimperialista" formal que le pone al discurso) no difiere de la postura del establishment oligárquico para el cual las movilizaciones populares son una expresión del "terrorismo" organizado en la calle.

Las posturas de los "izquierdistas democráticos" se parecen a las de su fundador en la Argentina: el ex presidente Raúl Alfonsín que en la década del 80 (cuando Washington cambió las dictaduras militares por los gobiernos "democráticos") decía que con la democracia (made in usa) "se come, se educa y se cura".

Alfonsín renunció seis meses antes de finalizar su mandato, después de aumentar sideralmente la lista de hambrientos y desocupados, pagar puntualmente a la banca usurera internacional y hacer todo lo que quería Washington.

Es la misma ruta que siguieron luego Lula, Kirchner, Tabaré Vázquez, y que seguirá Evo Morales en el momento que se siente en la presidencia de Bolivia.

Si hoy el Departamento de Estado y la CIA no contaran con la "alternativa Evo Morales" (con su parodia discursiva de "doble rasero") no les quedaría otra salida que dar luz verde a la represión de las protestas sociales y el encarcelamiento de dirigentes, con lo que quebrarían el perfil democrático de dominio que vienen manteniendo desde hace dos décadas en América Latina.

Salvo que explique la estrategia electoral de Washington con Evo Morales, la CNN no podría fundamentar porqué le dio un espacio clave (desde una escala de prestigio) a un dirigente que no controla las protestas y es considerado un traidor por la COB y los sectores combativos que hoy mantienen paralizada a Bolivia.

En el escenario boliviano, a excepción de los sindicatos mineros y las organizaciones populares combativas que organizaron los bloqueos y las protestas, el resto de los grupos implicados en el conflicto, salvo matices, coinciden en los esencial: llamar a nuevas elecciones.

O sea "desinflar" la protesta social , creando una "nueva expectativa" de cambio presidencial que pueda canalizar otro "turno de esperanza" entre los más desposeídos.

El sector reformista de Evo Morales (a quien el establishment oligárquico llama "izquierda moderada") no coincide en los tiempos pero si en el contenido con la derecha y sus representantes en el Parlamento.

Morales quiere que se acepte la renuncia de Mesa, que dimitan los presidentes de Diputados y Senadores, y que asuma el presidente de la Corte Suprema de Justicia llamando inmediatamente a elecciones.

Los representantes de la derecha coinciden con Morales en un llamado a nuevas elecciones, pero quieren que los tiempos se discutan durante una presidencia interina a cargo del actual presidente de la Cámara de Senadores, primero en la línea sucesoria si se acepta la renuncia de Mesa.

Decidir la renuncia de Mesa y discutir estas dos posturas, sería la tarea inmediata del Parlamento, donde los que "dialogan democráticamente" son los representantes del mosaico de la derecha neoliberal y el sector de la izquierda "reformista" comandado con Morales, cuyo principal objetivo es convertirse en presidente de la República dentro del statu quo imperante.

Salvo que exige elecciones ya, Evo Morales coincide en un todo con la derecha neoliberal: convocar a una Asamblea Constituyente y a un referéndum autonómico, que, de ser aceptado, dividiría a las provincias ricas (las principales fuentes de petróleo y reservas energéticas) de las provincias pobres y conflictivas del Altiplano boliviano.

Los que lo conocen bien, sostienen que Morales es conciente de ser una alternativa para Washington y los sectores del poder, por lo cual sabe que de llamarse inmediatamente a elecciones contaría con todo el aparato mediático (local e internacional) del sistema a su favor, además del apoyo embozado de algunos sectores de la derecha con los cuales hoy negocia en el Parlamento.

La mayoría de los que procesan información en Bolivia coinciden en que la CIA y sus usinas mediáticas ya lo "fabricaron" a Evo Morales como próximo presidente constitucional de Bolivia en la certeza de que su gestión no diferirá de la de Lula en Brasil, o de Kirchner en la Argentina, quienes cumplen con los requerimientos del FMI con tanta o más prolijidad que un político neoliberal.

El "flanco débil" de la estrategia

Pero hay un punto donde la estrategia de Washington puede "hacer agua" y naufragar antes de nacer.

Para que sea viable la candidatura presidencial de Morales, la COB y los sectores combativos que siguen asediando la Casa de Gobierno y al Parlamento, deberían levantar las protestas y retirarse, acatando la instancia de "salida democrática" que plantean la derecha neoliberal y los reformistas de Evo Morales como "solución a la crisis".

Por ahora, y según marca el desarrollo de los acontecimientos, esa alternativa parece lejana.

No bien conocida la renuncia de Mesa, el dirigente de la COB, Jaime Solares, dijo que "no habrá paz en Bolivia, mientras no se nacionalicen los hidrocarburos".

Luego afirmó que el anuncio de Mesa "es una renuncia a medias, porque falta que decida el Congreso de corruptos".

El líder de la COB llamó a los trabajadores del campo y de las ciudades a no levantar las medidas de presión ni dejarse distraer por la renuncia a medias de Mesa.

"No hay que aflojar ni un milímetro en la lucha por la nacionalización. es cuestión de vida o muerte. No hay que retroceder", agregó al dar cuenta que en las primeras horas de este martes se reunirían los dirigentes de todas las organizaciones sociales y populares.

La presión de los sindicatos y de las organizaciones populares continúo sin variantes este martes, razón por la cual el Parlamento decidió no sesionar por "falta de garantías".

El senador Hormando Vaca Diez, presidente del cuerpo legislativo, declaró a la cadena BBC que "no existen las condiciones" para que se reúna el Parlamento para aceptar o rechazar la dimisión de Mesa.

Señalando que, por lo tanto, no convocaría a los legisladores mientras no haya garantías para que sesionen sin presiones.

"No me siento en condiciones de decidir el momento de la instalación del Congreso", declaró a la prensa luego de conocer la dimisión de Mesa.

En síntesis, el Congreso de Bolivia no tiene fecha prevista para discutir la renuncia del presidente Carlos Mesa, mientras las protestas continúan paralizando varias ciudades y gran parte del territorio del país.

Ese es el flanco débil de la estrategia de "salida democrática" con Evo Morales.

Si no se desinfla la presión social, la única salida para desbloquear las rutas y "normalizar" las ciudades es la represión militar y policial.

Y aquí surge una pregunta: ¿en qué medida responderán el ejército y la policía a una orden represiva?

El ejército boliviano está dividido en tres sectores: A) un sector golpista y reaccionario partidario de la represión al conflicto social, B) un sector nacionalista que comparte el pedido de nacionalización de los hidrocarburos y mantiene algunos contactos con los líderes de las protestas, y C) un sector "dialoguista" que se opone a la represión y coincide con la Iglesia en buscar una salida pacífica al conflicto.

Esa, y no otra, es la razón por la cual el gobierno de Mesa no pudo implementar la "limpieza de las rutas" con el ejército y la policía como estaba previsto en un principio.

Si la COB mantiene la presión y las movilizaciones (y por razones de preservación del orden y de los negocios) la embajada norteamericana en Bolivia (el comando general del establishment) deberá ordenar alguna medida represiva para evacuar a los manifestantes de rutas y calles.

En esa instancia -según estiman expertos en el tema- en el ejército podría producirse una fractura, con un sector aliado a los grupos parapoliciales de derecha que acataría la orden de reprimir, y otro sector cuyo accionar pasaría a ser un interrogante.

De cualquier forma, y según los que conocen a fondo el pensamiento de la embajada norteamericana en Bolivia, la represión militar o policial del conflicto nunca estuvo en las "hipótesis de trabajo" de la CIA , y sólo se la ejecutaría en grados extremos de pérdida del control político y social.

Por ahora -dicen los expertos- la Agencia va a apostar a "dividir a los organizadores" utilizando a la Iglesia Católica (con enorme poder de influencia entre los sectores pobres del Altiplano) y a los elementos "moderados" que responden a Evo Morales, cuyos militantes también se encuentran en las calles.

En esta estrategia, en las horas cruciales que se avecinan, Evo Morales puede jugar un papel fundamental para dividir a los "moderados" de los "violentos" y encauzar la estrategia de "salida democrática" favorable a los intereses de las petroleras y del establishment.

Por ahora, la COB y las organizaciones populares decidieron cerrarle el camino a la estrategia de Washington y no bajar los reclamos ni la presión popular mientras mantienen a Bolivia paralizada.

Si la estrategia "divisionista" en curso no triunfa en las próximas horas, si no se quiebra el conflicto desde adentro, tendrá que entrar en operaciones algún plan militar de emergencia.

En ese terreno, posiblemente ni los operadores de la CIA tengan respuesta a la pregunta de "qué va a pasar".


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