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La Prensa   La Paz - Bolivia Edición de Octubre 17, 2003
CONFLICTOS

Decenas de miles de vecinos y trabajadores marcharon pacíficamente en la mañana; en la tarde, los marchistas chocaron con la Policía

Masiva marcha termina en violencia
http://166.114.28.115/20031017/politica/politica06.htm

17-10-2003
Multitudinaria concentración: miles de manifestantes protagonizaron una marcha histórica en San Francisco

Miles de personas fueron parte ayer de la concentración más multitudinaria vista en La Paz en los últimos años. La jornada de protesta, que exigía la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, terminó con un rudo contraataque policial que llenó de gases y balines el centro de la ciudad. En la refriega, 13 manifestantes fueron heridos.

Los manifestantes comenzaron a reunirse a las 09.00. A las 10.00 ya había gran cantidad de gente apostada en la plaza de los Héroes, que a muchos recordó las gloriosas concentraciones lideradas por Juan Lechín Oquendo. Una hora después, el centro de la ciudad fue convertido en un hervidero de gente que avanzaba en columnas, al son de arengas y con pancartas, con una consigna: ¡Que se vaya Goni! Mientras, centenares de policías resguardaban la plaza Murillo, que había amanecido con tanquetas asentadas en sus esquinas.

Al mediodía, el ingreso a San Francisco de sindicatos campesinos y obreros, cooperativas mineras, gremialistas, universitarios y juntas vecinales, entre otras organizaciones, era incesante. Por cualquiera de las calles contiguas a la avenida Mariscal Santa Cruz ingresaban nuevos contingentes, que llegaban desde la avenida Montes, la plaza del Estudiante, la avenida Camacho y las calles Ingavi, Mercado y Comercio.

Pocos minutos antes de las 13.00 comenzó el cabildo en el que varios oradores lanzaron apasionados discursos desde el balcón del Sindicato de Fabriles, al frente de San Francisco.

Casi una hora después, tomó la palabra el secretario ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB), Jaime Solares, quien repitió las instrucciones dadas el miércoles: "Armar comités de huelga de mujeres en parroquias; armar zanjas y barricadas en los barrios para continuar en la lucha".

Pero los manifestantes estaban cansados de oratoria: "¡Vamos a la acción, compañeros!", exigían. Ante el pedido expresado a gritos, Solares instruyó rodear Palacio de Gobierno.

A estas alturas, bajo el ardiente sol, quedaban menos manifestantes, que se reunieron en grupos en las esquinas de la plaza Murillo para increpar al fuerte rescuardo policial: "¡Hermano policía, únete a tu pueblo... Motín!"

Los policías escuchaban impertérritos mientras observaban el paso de varias marchas, incluida una larga columna de cocaleros de los Yungas. Intempestivamente, a las 14.00, en la esquina de las calles Potosí y Yanacocha se desataron los gases. "Estábamos hablando con los policías y decidimos sentarnos delante de ellos para hacer vigilia. Ellos no quisieron y nos dijeron que teníamos dos minutos para desocupar el lugar, y de pronto nomás he sentido los gases", contó después Javier Machaca, de Villa Tejada (El Alto), quien recibió un balín en la pierna.

Junto a él resultaron heridos en esta primera refriega Leonardo Aguilar y Juan Carlos Arteaga, ambos con heridas en la cabeza. Todos fueron atendidos en un improvisado puesto sanitario en la plaza Pérez Velasco.

San Francisco volvió a ser un campo de batalla. Marchistas se enfrentaban a pedradas a los policías, que respondían con gases y balines. La escaramuza se mantuvo así durante horas.

A las 17.00, la fuerza policial arremetió con fuerza contra las columnas. Con un gran despliegue de gases logró dispersar a la turba de la plaza y amplió su perímetro de resguardo, tomando la Pérez Velasco y la Alonso de Mendoza y las calles Murillo e Ingavi. Sin embargo, por los alrededores, algunos grupos, principalmente de adolescentes, continuaron retando a los uniformados, a quienes lanzaron piedras, incluso con hondas, con lo que dejaron ventanas rotas en las viviendas circundantes.

A las 17.30, un grupo de Tránsito que pasó por la Sagárnaga e Illampu fue atacado por una turba que logró tomar una motocicleta policial, la que fue incendiada en el lugar. A las 18.00, los efectivos apagaron el fuego y realizaron un resguardo riguroso que se extendió hasta la zona del Rosario.

La zona Sur se suma a las protestas

Con una marcha tan espontánea como desordenada, aproximadamente 1.500 vecinos de la zona Sur se sumaron ayer al pedido de renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada, con el fin de "pacificar" el país, que desde hace un mes vive protestas contra la eventual exportación del gas.

Cholitas, amas de casa, empresarios, oficinistas, albañiles, universitarios, colegiales y niños que viven en la zona Sur marcharon durante tres horas. La manifestación comenzó con una hilera de personas que, tomadas de la mano, formaron al inicio una cadena humana de cinco cuadras. El punto de partida estuvo situado en la iglesia de San Miguel, en la calle 21 del barrio residencial de Calacoto.

Conforme la marcha bajó desde San Miguel, mucha gente se unió, aunque otros temían a las represalias y sólo se limitaron a aplaudir. Una niña que quería marchar le dijo a su madre: "Mamá, no te preocupes, no nos van a disparar porque saben que somos de la zona Sur".

No fue una marcha "regular", como las que usualmente protagonizan sindicatos, campesinos u otras organizaciones sociales. Para comenzar, no había un líder ni tampoco alguien en particular que aliente los tradicionales cánticos. Eventualmente, esta labor fue cubierta por algunas "caras conocidas", como la hasta hace poco defensora del pueblo interina Carmen Beatriz Ruiz o los periodistas Rafael Archondo y Amalia Decker.

Tampoco hubo petardos y ni siquiera se impidió el tránsito a los autos . Vestían impecables poleras blancas, zapatillas y ajustados jeans.

Los carteles que portaban también tenían peculiaridades en sus consignas: "No soy 'narco', ni anarquista ni sediciosa, pero igual quiero que te vayas (Sánchez de Lozada)".

O ésta especialmente dirigida al Presidente: "We are independent people. We are defending democracy as a system, but we claim your resignation (sic)".

Alcalde con crespos hechos

"Vecino que escuchas, únete a la lucha", animaban los marchistas en su camino. En este intento recibieron muchas muestras de apoyo, como la del presidente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, Waldo Albarracín, quien alcanzó a la columna en la calle 15 de Calacoto.

Minutos antes, se había llevado un susto mayor, cuando el radiotaxi en el que viajaba fue golpeado por un auto deportivo negro con matrícula 1153 FEN, que se dio a la fuga.

Otra de las personalidades que intentaron sumarse al movimiento fue el alcalde de La Paz, Juan Del Granado, quien, acompañado de unas pocas vendedoras del mercado 16 de Julio, caminaba en sentido contrario a la columna de marchistas, con la que se topó en la calle 7 de Obrajes.

En segundos, la autoridad, que portaba una bandera paceña, quedó confundida entre los vecinos, quienes, sin embargo, pasaron de largo por su lado. "No queremos políticos, es un movimiento independiente", justificó uno de los vecinos. "Pero es el Alcalde, también es paceño", respondió otro.

Como fuere, la columna de marchistas y las vendedoras del 16 de Julio siguieron su camino hacia la curva de Holguín. El Alcalde y su bandera quedaron solos y en sentido contrario.

Minutos antes, y una calle más abajo, la cadena humana se había roto porque un número considerable de personas se quedó en la puerta de la parroquia del Señor de la Exaltación, donde se instaló un piquete de huelga de ocho personas lideradas por el sacerdote Alejandro Fiorina.

No hay primera sin segunda. El Alcalde intentó una vez más sumarse al grupo, pero, una vez más, fue abucheado. Un reportero de canal 36 aprovechó el momento para una entrevista. Del Granado ratificó su posición de renuncia de Sánchez de Lozada para dar lugar a la sucesión constitucional del vicepresidente Carlos Mesa. También calculó las pérdidas de la ciudad por cada día de paro en tres y cuatro millones de dólares. Consultado sobre si se sumará a la huelga de hambre, respondió: "Cuando sea necesario".

En tanto, la columna, ya muy reducida, que caminaba en dirección a la curva de Holguín se encontró con algunos comunarios de Río Abajo que retornaban de la gran concentración de San Francisco. Como pocas veces sucede, unos y otros aplaudieron recíprocamente mientras intercambiaban pedidos de renuncia de Sánchez de Lozada.

De todos, cerca de 70 personas llegaron al centro de la ciudad.

Los vándalos son frenados por los vecinos, pero subsiste el temor al saqueo

Las juntas vecinales y los sindicatos de campesinos y obreros han logrado hasta el momento controlar y frenar las iniciativas de algunos vándalos que intentan asaltar teléfonos monederos y cajeros automáticos mientras suceden las protestas.

Ayer, por ejemplo, en los enfrentamientos con miembros de la Policía Nacional, un grupo de vándalos intentó destruir un teléfono monedero para desfalcarlo. Pero el resto de los manifestantes, al ver tal hecho, reprendió a los jovenzuelos, a quienes se les conminó a no cometer tal desmán.

Los reclamos de los ciudadanos lograron acobardar a los "pilluelos", quienes abandonaron su tarea asustados.

Pero horas más tarde otro grupo de jóvenes se ensañó con un cajero automático del Banco Santa Cruz. Su actitud fue también reprobada por la gente que estaba en la avenida Montes.

Al margen de ello, los manifestantes evitaron también que se apedree de forma masiva edificios públicos o la Casa de la Cultura. "No hay que dar pretextos al gobierno", "que no digan que los movimientos sociales son instigados por delincuentes", argumentaban.

De todas formas, subsisten excesos, como la destrucción de vidrios del Hotel Presidente, denunciada por su propietario, Miguel Dueri.

Como una garantía de que no se cometerán saqueos, la mayoría de los comercios, galerías y tiendas de abarrotes y comerciantes minoristas ha colocado en sus puertas y ventanas la bandera boliviana con un crespón negro, como muestra de duelo por los fallecidos en la represión militar.

Algunos comercios que no expresan esta solidaridad son apedreados.

Infiltrados

En la contraparte, también existe susceptibilidad entre quienes protestan, debido a la gran cantidad de agentes infiltrados en las manifestaciones, muchos de ellos jóvenes de apariencia humilde, que fácilmente se entremezclan con los manifestantes.

La mayoría de la gente prefiere alejarse de los roces con la Policía, porque considera que es el gobierno el que prepara tales enfrentamientos.

Agentes civiles detienen manifestantes

Efectivos de seguridad vestidos de civil operaron en las principales zonas de conflicto para "fichar" a algunos manifestantes, quienes posteriormente eran detenidos por la Policía.

"Sí, están por aquí. Me han dicho que estos tres eran", aseguró un uniformado a sus compañeros que custodiaban la plaza Alonso de Mendoza cuando tres adolescentes se aproximaban por la calle Evaristo Valle.

Luego, los menores fueron rastrillados mientras los policías amenazaban a los "mirones": "¿Qué miran? Fuera, vayan rápido o los vamos a gasificar". Al final, la gente se retiró y no se llegó a saber qué paso con los jóvenes.

También, en la zona el Rosario, según los vecinos, cuatro adolescentes que lanzaron piedras a los policías en la tarde fueron detenidos al ser reconocidos por dos "buzos". "Los pegaron y los llevaron a la (Comisaría de la) Pando y nadie ha ayudado cuando los metieron a Radiopatrulla", relató una testigo.

Según testimonios, la madrugada del jueves una comitiva de vehículos pasó por la zona Gran Poder dejando efectivos de seguridad vestidos de civil en lugares estratégicos. "Los dejaron ordenándoles su ubicación; por los gritos se notaba que eran policías", declaró un residente de la calle Eloy Salmón.

Manifestantes desconfiados

Ante la situación, los manifestantes han tomado sus recaudos. Cualquier persona extraña o que motiva desconfianza es obligada a ser identificada. Por esto, ayer un "peatón" casi fue linchado luego ser descubierto con un walkie talkie, pero la mediación de la Cruz Roja logró salvarlo.

Por su parte, fuentes policiales negaron este tipo de operativos e incluso que exista algún detenido en Tránsito o en la calle Pando. Sin embargo, el comandante departamental de la Policía, Guido Arandia, en conferencia de prensa, confirmó la detención de "uno de los principales" manifestantes en el centro paceño, quien supuestamente cargaba explosivos.


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