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Hugo Banzer Suárez

* 10 de mayo de 1926, Concepción, provincia de Ñuflo de Chávez, departamento de Santa Cruz.

+ 5 de mayo de 2002, Santa Cruz de la Sierra, departamento de Santa Cruz.

Perteneciente a una familia acomodada de origen alemán -su abuelo, Georg Banzer, emigró al país andino a finales del siglo XIX-, inició los estudios en su Concepción natal y luego en el colegio-seminario de primaria Obispo Ovidio Santisteban y el colegio de secundaria Nacional Florida, en Santa Cruz, a donde se fue a vivir con su madre y sus dos hermanos mientras el padre se quedó al cuidado de la hacienda.

En el segundo año de secundaria se decantó por la milicia, decisión que, según se asegura, estuvo motivada por la visita a Concepción en 1937 del coronel Germán Busch Becerra, el presidente de la junta militar entonces gobernante, quien recomendó al maestro del muchacho su entrada en la carrera de las armas porque le veía madera de oficial. Así, con 14 años fue aceptado como pensionado en el Colegio Militar de La Paz.

El joven se benefició de varias becas y realizó una destacada carrera castrense en todos los institutos armados de Bolivia: la Escuela de Aplicación de Armas, la Escuela de Comando y Estado Mayor, y la Escuela de Altos Estudios Militares. A lo largo de su formación como oficial fue seleccionado para tomar clases en centros militares de Argentina, Brasil y Estados Unidos, incluidas la Escuela de Caballería Acorazada de Fort Hood, Texas, y la célebre Escuela de Las Américas, en la Zona del Canal de Panamá, donde completó con honores su especialización en lucha antiguerrillera.

En 1952, siendo teniente del arma de Caballería y jefe del departamento de Blindados de la Escuela de Comando y Estado Mayor de La Paz, superó las purgas de mandos militares considerados reaccionarios ordenadas por el Gobierno Revolucionario de Víctor Paz Estenssoro. En 1961, con 35 años, alcanzó el grado de coronel.

En 1963 sirvió brevemente como agregado militar en la embajada boliviana en Washington. Durante la dictadura del general René Barrientos Ortuño, amigo personal desde la juventud, sirvió de ministro de Educación y Cultura, de 1964 a 1966, y de agregado militar en la embajada en Buenos Aires, entre 1967 y 1969. A iniciativa del Gobierno militar del general Alfredo Ovando Candía, entre 1969 y 1971 dirigió la Academia Militar y en 1970 el Colegio Militar Coronel Gualberto Villarroel, y estableció la unidad rural de los ranger para combatir la insurgencia armada.

Al igual que otros oficiales que le precedieron con propósitos regeneracionistas, a Banzer le tentó la conquista del poder por medios inconstitucionales. Estuvo en la efímera junta militar del 7 de octubre de 1970, que fue desplazada a las seis horas de constituirse por un contragolpe del general izquierdista Juan José Torres González, y el 10 de enero de 1971, siendo teniente coronel (luego alcanzaría el rango de general de fuerza, máximo del escalafón militar boliviano), encabezó desde la Academia Militar una tentativa de toma del Estado Mayor del Ejército que acabó en fracaso. Asilado en la embajada de Argentina, consiguió huir a este país, donde no obstante siguió conspirando contra Torres junto con exiliados políticos.

El 18 de agosto entró clandestinamente en Bolivia, pero fue tomado preso en Santa Cruz y conducido en avión al cuartel de carabineros de La Paz. El 19 comenzó una sedición de sus partidarios autocalificada de "revolucionaria" en aquella ciudad, mientras que en la capital los rebeldes le proclamaron presidente. El 21 se constituyó una Junta Militar de Gobierno de tres miembros, Banzer entre ellos, que al día siguiente le delegó la Presidencia de la República con plenos poderes. Los enfrentamientos con los militantes de izquierda dejaron un centenar de muertos en las dos ciudades.

La insurrección de Banzer, que hacía el 187 golpe de Estado en 146 años de historia de la República y había dejado varias decenas de muertos en La Paz, fue bien recibida por el Gobierno de Estados Unidos, al que la política nacionalista de Torres había alarmado.

Dicho sea de paso, muy poco después de asumir falleció el mayor de sus dos hijos varones, Boris, en un accidente fortuito con arma de fuego. En cuanto al segundo varón, Martín, correría igual suerte años después en un accidente de tráfico en Estados Unidos. Tras estos infortunios, a Banzer le quedaron tres hijas, Patricia, Ilonka y Erica, de su matrimonio con Yolanda Prada; dos décadas después se daría a conocer otro hijo, Hugo, fruto de una relación extramatrimonial a finales de los años setenta con María Isabel Donoso, aspirante a Miss Bolivia en 1970.

Tras ilegalizar los partidos de izquierda, suspender la Central Obrera Boliviana (COB), liderada por Juan Lechín Oquendo, y clausurar las universidades, Banzer trató de recubrir su régimen autoritario con un barniz legal y partidista. Los apoyos políticos le vinieron del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR, derecha moderada) del ex presidente Paz Estenssoro y la Falange Socialista Boliviana (FSB, ultraderecha) de Mario Gutiérrez Gutiérrez, con los que formó el Frente Popular Nacionalista (FPN). Gutiérrez, a la postre, fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores por Banzer en 1972, una decisión que causó extrañeza por cuanto que cabía esperar que se confiara un puesto tan importante en términos de imagen exterior a una personalidad sin un perfil tan ideologizado.

La persecución de las numerosas fuerzas opositoras, algunas lanzadas a la subversión armada, fue una constante en todo el período y el 23 de noviembre de 1972 el dictador declaró el estado de sitio para contener las huelgas laborales. Por otro lado, proliferaron los complots y pronunciamientos golpistas de oficiales presuntamente constitucionalistas de las Fuerzas Armadas.

Particular turbación causó la atribuida conspiración del coronel Andrés Sélich Chop, miembro de la Junta de 1971 y brutal ministro del Interior hasta diciembre de ese año, cuando fue destituido por Banzer sin entrar en explicaciones, aunque los observadores señalaron que los excesos represivos del ministro comprometían al presidente. Separado del Ejército en mayo de 1972, doce meses más tarde, después de entrar clandestinamente en Bolivia desde Argentina, fue detenido y golpeado hasta la muerte en un interrogatorio dirigido por sus antiguos subordinados. El Gobierno primero divulgó una versión espúrea de los hechos, pero a los pocos días, con asombrosa franqueza -o cinismo-, contó lo que en realidad le había sucedido a Sélich con pelos y señales.

A partir de 1973, los propios integrantes del FPN se pasaron al campo opositor tras acusar a Banzer de intentar institucionalizar una dictadura unipersonal. El MNR abandonó el Gobierno en el mes de diciembre y la FSB se acercó a los elementos conspirativos, siempre al acecho, del Ejército, con lo que el 9 de noviembre de 1974 Banzer anunció un gobierno exclusivamente militar y declaró en receso a los partidos y los sindicatos. En estas circunstancias, las prometidas elecciones fueron sucesivamente pospuestas.

Asimismo, menudearon las acusaciones exteriores, como las hechas por el Tribunal Russell de Roma, de vulneración flagrante de los Derechos Humanos, denunciándose numerosos casos de torturas, detenciones extrajudiciales y desplazamientos forzosos de comunidades indígenas. Desde el público reconocimiento de la tortura y asesinato de Sélich, Banzer no tuvo argumentos para contrarrestar estas imputaciones. Hasta el final del Gobierno de facto, no menos de 35.000 bolivianos, entre arrestados y exiliados, sufrieron las represalias del poder. De entre ellos, alrededor de 500 fueron muertos o hechos desaparecer.

En la negativa imagen internacional de la primera administración banzerista pesó el hecho de que las preocupaciones del Gobierno demócrata de Jimmy Carter sobre la situación de los Derechos Humanos en los países de la influencia estadounidense alcanzaran particularmente a Bolivia, no obstante el anticomunismo profesado por el régimen.


El general Pinochet con el general
Hugo Banzer de Bolivia en 1975.

Su fuerte impronta derechista acercó a Banzer a otras dictaduras de la región, en especial la brasileña, limitado marco exterior que no contribuyó a aliviar su aislamiento. Incluso las relaciones con Chile, que se habían reanudado el 8 de febrero de 1975 tras trece años de ruptura con motivo de la visita del general Augusto Pinochet, con quien Banzer intercambió en la localidad fronteriza de Charaña un afectuoso abrazo, y que dieron lugar a la participación de Bolivia en la tenebrosa Operación Cóndor, volvieron a quebrarse el 17 de marzo de 1978.

La citada Operación consistía en un dispositivo transnacional, también participado por las dictaduras argentina, uruguaya y paraguaya, para combatir mediante el terrorismo de Estado a las respectivas oposiciones de izquierda. Cuando en junio de 1976 fue asesinado en Buenos Aires el ex presidente Torres, la oposición boliviana acusó a los servicios de inteligencia de Banzer de pergeñar el atentado.

Por lo que se refiere a la economía, Banzer se atuvo al modelo estatista y desarrollista entonces en boga en la región, pero achicando el proteccionismo con la apertura a la inversión extranjera. Esta liberalización, más los altos precios de las materias primas que Bolivia exportaba -gas, estaño, cinc, tungsteno- en los mercados mundiales, permitieron al país registrar una tasa media de crecimiento superior al 5% del PIB hasta 1976, año en que la economía comenzó a declinar por una planificación errónea de la capacidad de exportación petrolera y la disminución de las ayudas financieras. Mientras duró la bonanza, Banzer recurrió sistemáticamente al crédito de la banca privada internacional, haciendo que el país se endeudara a un ritmo mucho mayor de lo que crecía la economía. En 1978 los compromisos financieros de Bolivia representaban el 94% del PIB.

El 9 de noviembre de 1977 Banzer, presionado desde todas partes, anunció elecciones para el 9 de julio de 1978. Optó por no presentarse y la candidatura oficialista recayó en su delfín identificado, el general Juan Pereda Asbún, al frente de una recién creada Unión Nacionalista del Pueblo (UNP). Tras la anulación por la autoridad electoral, ante el evidente fraude, del escrutinio que le situaba en cabeza, el 21 de julio Asbún dio un golpe de Estado y destituyó a Banzer, que durante unos meses fue apartado de la política doméstica como embajador en Buenos Aires.

En el período 1979-1982, extraordinariamente agitado por los numerosos golpes de Estado y procesos electorales truncados, Banzer se mantuvo en el primer plano de la actualidad, aunque ya exclusivamente como político. El 23 de marzo de 1979, una vez derrocado Asbún por el general Juan Padilla Arancibia y anunciadas nuevas elecciones por el Ejército, Banzer fundó y se convirtió en jefe nacional de Acción Democrática Nacionalista (ADN), partido de declarado ideario socialcristiano y que ocupó el nicho ideológico vacante de la derecha en el sistema boliviano de partidos.

Se presentó a las frustradas elecciones presidenciales del 1 de julio de 1979, en las que con el 12,9% de los votos quedó tercero tras los ex mandatarios Hernán Siles Zuazo y Paz Estenssoro, y el 29 de junio de 1980, que le dejaron en idéntica posición con el 16,8%. En la primera ocasión, la abstención de los 22 diputados banzeristas en los intentos de investir un presidente por el Congreso luego de no alcanzar ningún candidato la mayoría absoluta de votos en la elección directa, resultó decisiva para que los partidos tuvieran que nombrar un presidente interino, en la persona del presidente del Senado, Walter Guevara Arze, y repetir el proceso el año siguiente.

El mismo año 1979 Banzer fue sometido a una investigación parlamentaria por violación de las garantías constitucionales del individuo durante su ejecutoria, incriminación que al parecer figuró entre las motivaciones que le impulsaron a crear su propia fuerza política. De todas maneras, esta iniciativa de sus detractores no prosperó y el general quedó exonerado el año siguiente. La junta del general Luis García Meza, que rigió entre julio de 1980 y agosto de 1981 y que en un principio fue considerada la heredera política del régimen banzerista, aún le implicó en una intentona golpista en marzo de 1981, viéndose obligado a permanecer en Buenos Aires durante unos meses.

Banzer acusó a García Meza, dictador particularmente corrupto y violento, de intentar acabar con su vida, y tras la definitiva instauración del orden constitucional en octubre de 1982, no desistió de retornar al poder por la vía democrática. Entre tanto, disfrutaba de una posición económica desahogada con los ingresos de su explotación ganadera en la localidad de San Javier, a 240 km de Santa Cruz.

Gracias a sus promesas de meter en cintura a los belicosos sindicatos mineros, que estaban paralizando el país a golpe de huelgas y agitaciones, y de enderezar una economía en estado de catástrofe a través de una "rápida intervención quirúrgica, sin anestesia", Banzer fue el candidato más votado, con el 28,5% de los sufragios, en las elecciones del 14 de julio de 1985, aventajando a Paz Estenssoro, que ofrecía un programa similar pero con un regusto menos derechista.

Ahora bien, la triple coalición del Movimiento Nacional Revolucionario de Izquierda (MNRI) del presidente saliente Siles Zuazo, el MNR de Paz Estenssoro y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Jaime Paz Zamora, tercero en la lid, le sustrajo casi alevosamente su elección, el 5 de agosto, por el Congreso, que designó a Paz Estenssoro. Todos los líderes citados tenían vivo aún el recuerdo de las sevicias infligidas por las últimas dictaduras militares, las cuales, justa o injustamente, representaba Banzer, que le costó mucho dejar de ser un apestado político no obstante gozar de un incontestable apoyo popular. El resultado fue que en la sesión de investidura sólo votaron por Banzer los 51 congresistas de su propio partido.

Aunque tenía sobrados motivos para ejercer una oposición intransigente, Banzer ofreció la rama de olivo al anciano estadista para facilitar su delicado plan de ajuste económico basado en el concepto de Nueva Política Económica (NPE) y accedió a firmar con él, el 16 de octubre de 1985, un Pacto por la Democracia, que facilitó la gobernabilidad y ahorró a Paz Estenssoro algunas de las insufribles tensiones padecidas por Siles Zuazo. El Pacto se sostuvo hasta febrero de 1989, cuando Banzer prefirió aliarse con el Partido Demócrata Cristiano (PDC) de Luis Ossío Sanjinés para concurrir en las próximas elecciones generales. El dirigente conservador imputó entonces a los movimientistas la ruptura unilateral del Pacto.

En las presidenciales del 7 de mayo de 1989, Banzer cosechó el 22,7% de los votos y 5.800 papeletas menos que el candidato oficialista, Gonzalo Sánchez de Lozada, a quien sin embargo el Congreso le privó de la investidura al aliarse la ADN, que sumaba 42 congresistas, y el MIR para llevar a la Presidencia, el 5 de agosto, a Paz Zamora, de nuevo el tercero en las preferencias del electorado. En esta apuesta presidencial Banzer tuvo como compañero de fórmula a Óscar Zamora Medinaceli, ex guerrillero maoista que había luchado contra él en los años del Gobierno de facto.

El 24 de agosto el antiguo marxista y quien le había perseguido con saña en los años setenta sellaron su, para muchos insólita, alianza con un Acuerdo Patriótico (AP) de largo alcance, que otorgaba a la ADN diez ministerios en el Gobierno de coalición (incluidos los de Defensa, Finanzas y Asuntos Exteriores) y a Banzer su investidura por el Congreso la próxima vez que el voto directo no decantara a un mandatario con mayoría absoluta. Banzer se reservó también la dirección del Consejo Político del AP (Copap) al tiempo que cedía interinamente la jefatura del partido a Jorge Landívar, mientras que su aliado electoral, Ossío, recibió la Vicepresidencia de la República.

En los primeros meses de la administración mirista-adenista, Banzer pareció ejercer un ascendiente limitado sobre las políticas gubernamentales no obstante poseer su partido los ministerios de proyección internacional, pero en 1990 y 1991 puso a Paz Zamora en más de una situación embarazosa, como cuando ordenó el inicio de diligencias contra jueces de la Corte Suprema cercanos al MNR mientras aquel se hallaba en viaje por el extranjero. Luego, para apaciguar las acusaciones de puentear al jefe del Ejecutivo en asuntos de ámbito doméstico, Banzer optó por dosificar sus apariciones públicas, por lo general destinadas a defender la viabilidad del AP ante los detractores de las decisiones del Gobierno.

En las elecciones del 6 de junio de 1993, Banzer, cabeza del AP ahora cuatripartito, sólo alcanzó el 20% de los votos frente al 33,8% de Sánchez de Lozada. Con su acceso a la Presidencia, Sánchez se desquitaba de la maniobra de 1989, aunque Banzer facilitó su investidura al retirarse de la votación parlamentaria, preceptiva siempre que no se alcance el 50% de los sufragios en las urnas. En las legislativas, el AP sumó 43 congresistas, de los que 24 eran adenistas. Decididamente, los resultados electorales fueron muy insatifactorios. A la espera de su oportunidad y no sin algún anuncio de retirada de futuras contiendas políticas, Banzer, primero, decidió de manera amistosa con Paz Zamora poner fin a la experiencia del AP, y, después, el 27 de enero de 1996, obtuvo de la Conferencia Nacional de la ADN la proclamación como candidato presidencial en las elecciones del año siguiente.

Tras cinco intentos infructuosos, Banzer consiguió imponerse por fin el 1 de junio de 1997 con el 22,3% sobre Juan Carlos Durán Saucedo, del MNR, Paz Zamora y Remedios Loza Alvarado, de Conciencia de Patria (Condepa). Esta vez se aseguró la votación parlamentaria tras pactar el denominado Compromiso por Bolivia, el 4 de junio, con el MIR, el PDC, Condepa, la Nueva Fuerza Republicana (NFR) y la Unión Cívica Solidaridad (UCS), fuerzas que, además de la FSB, el Frente Revolucionario de Izquierda (FRI) y Katarismo Nacionalista Democrático (KND), pasaron a integrar la megacoalición de Gobierno, la más amplia desde la restauración de la democracia.

El 5 de agosto Banzer fue investido por el Congreso con 118 votos contra 30, y al día siguiente tomó posesión de su mandato quinquenal en una ceremonia a la que asistieron seis presidentes de la zona. En su primer mensaje a la nación, el flamante presidente subrayó su promesa de derrotar a la pobreza, el narcotráfico y la corrupción, y si bien insistió en que crearía condiciones para imponer la justicia social en el país, no planteó programas concretos alternativos al modelo económico vigente desde 1985.

De manera un tanto imprecisa, aseguró que la acción de su gobierno iba a estar guiada por "el servicio al pueblo" y que él se iba a poner "del lado de los pobres desde el primer día". Igualmente, se describió a sí mismo como el "hombre de la concertación", comprometiéndose a alentar la firma de un "pacto social tripartito" entre empresarios, trabajadores y Gobierno. Por lo demás, la oferta electoral adenista incidía en la erección de "cuatro pilares", a saber, "Oportunidad, Institucionalidad, Dignidad y Equidad"

La torna de Banzer, además de un premio a su tenacidad, constituyó un hecho inédito en Sudamérica, donde hasta él ningún antiguo dictador militar había regresado al poder como civil por la vía democrática del voto popular. Su éxito radicó, ciertamente, en la promesa de luchar contra la pobreza y las deficiencias de los servicios sociales, olvidados tras varios años de políticas económicas liberales. Por otro lado, su ideario tradicional de orden, estabilidad, trabajo y familia resultaba atractivo tanto al campesinado conservador como a las clases medias urbanas.

No obstante, su administración encontró fuertes dificultades desde el primer momento, con disensiones en la coalición gobernante y conflictos sociales protagonizados tanto por la combativa COB, por cuestiones salariales, como por los campesinos cocaleros, quienes, movilizados por el sindicalista aymara Evo Morales Ayma, consideraron insuficientes las indemnizaciones por el desarraigo de sus plantaciones de coca, unas 90.000 hectáreas consideradas "excedentes" por las autoridades, dentro del programa de Banzer, el denominado Plan Dignidad, para cercenar totalmente la producción de cocaína en su origen en 2001.

Según la Agencia para la Lucha contra la Droga (DEA) de Estados Unidos, Bolivia era en 1998 el tercer productor mundial de esa sustancia tras Colombia y Perú. El plan gubernamental aceptaba mantener una mínima cantidad de coca para cubrir las necesidades religiosas y también incluso nutricionales, como sucedáneo de alimentos más convencionales, que de sus hojas han tenido los indígenas del Altiplano durante miles de años.

A pesar de que algunas variables macroeconómicas evolucionaban aceptablemente (lo que no era el caso del déficit fiscal y el crecimiento, que del 4,7% registrado en 1988 cayó al 2,5% en 1999) y de que en septiembre de 1998 se acordó una reducción de la deuda con las instituciones acreedoras, la incapacidad del Gobierno para atajar la pobreza extrema desembocó en un grave estallido social el 8 de abril de 2000.

Aquel día, la coincidencia de una huelga general en Cochabamba contra el aumento del precio del agua hasta un 300% como parte del plan de privatización de este bien fundamental y de un motín de policías en La Paz en demanda de mejores salarios, forzó a Banzer a declarar por 90 días el estado de sitio, el sexto desde la restauración democrática en 1982.

El 9 de abril militantes de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), siguiendo las instrucciones de su carismático secretario ejecutivo, el aymara Felipe Quispe Huanca, desafiaron las medidas de excepción y se lanzaron al asalto de cuarteles, causando la muerte a tres militares. Los choques de manifestantes y fuerzas de seguridad produjeron seis muertos. Banzer, para mitigar la enorme tensión, decidió paralizar el proyecto de privatización del agua de consumo en Cochabamba, cuyo carácter público y gratuidad defendían los actores sociales de la región.

Aunque la situación se normalizó el 16 de abril con el retorno del Ejército a los cuarteles y el estado de sitio fue levantado el 20 de abril, el estallido puso en cuestión la habilidad de Banzer para resolver los problemas del país por encima de las luchas partidistas, como la corrupción galopante, los crecientes desempleo y subempleo, las carencias en infraestructuras básicas y la falta de inversiones generadoras de riqueza. Según Naciones Unidas, en 2000 el producto interno per cápita de Bolivia cayó por debajo de los 1.000 dólares anuales.

Nuevas alzas en los precios de productos básicos reprodujeron los enfrentamientos entre campesinos y fuerzas de seguridad el 4 de octubre, dentro de una gran protesta nacional que finalizó el día 6 al transigir el Gobierno en la abrogación de la Ley de Tierras y en la retirada del nuevo impuesto sobre el agua.

Esta segunda ola contestataria, que dejó una decena de víctimas mortales, tuvo que ver también en parte con la destrucción de las plantaciones de coca, que avanzaba a buen ritmo. Los campesinos afectados se quejaban de que el Gobierno no ofrecía proyectos coherentes de cultivos alternativos, fundamentalmente banano y piña, mientras que las organizaciones agrarias temían la desarticulación de toda la economía de la región de Chapare, en el nordeste selvático del departamento de Cochabamba.

Para finales de 2000 ya sólo quedaban en esta zona al este de La Paz menos de 2.000 de las 37.000 hectáreas de plantaciones cocaleras que había tres años atrás, lo que avalaba el cumplimiento de la promesa electoral de Banzer, si bien la erradicación total, en la que tomaba parte personal militar de Estados Unidos, se retrasó hasta agosto de 2002. Este esforzado compromiso recibió grandes alabanzas del Gobierno estadounidense, que lo presentó como un ejemplo a seguir por otros países.

En el plano de las relaciones regionales, Banzer participó en las cumbres del Consejo Presidencial de la Comunidad Andina (CAN), de la que Bolivia es miembro, y, como invitado, en varias del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), organización en la que Bolivia tiene el estatuto de país asociado. Fueron los casos de las cumbres XIII (Montevideo, 15 de diciembre de 1997), XIV (Ushuaia, Argentina, 24 de julio de 1998), XV (Río de Janeiro, 9 y 10 de diciembre de 1998), XVI (Asunción, 14 y 15 de junio de 1999), XIX (Florianópolis, Brasil, 14 y 15 de diciembre de 2000) y XX (Asunción, 21 y 22 de junio de 2001).

En un contexto social y político más sosegado, el 1 de julio de 2001, una semana después de que asumira en la ciudad venezolana de Valencia la presidencia anual de turno de la CAN, Banzer viajó al Centro Médico Militar Walter Reed de Washington y allí se le diagnosticó un cáncer de pulmón con metástasis en el hígado, según se divulgó seis días después por conductos no oficiales. El Gobierno anunció que mientras durasen los cuidados médicos de Banzer, el vicepresidente Jorge Quiroga Ramírez, joven tecnócrata perteneciente a la nueva generación de dirigentes adenistas, desempeñaría sus funciones. Esta interinidad podría convertirse en permanente si la quimioterapia no funcionaba y la salud del titular empeoraba.

En efecto, el acelerado deterioro físico de Banzer aconsejó una pronta transferencia oficial del poder el 6 de agosto (la fecha tradicional de las asunciones presidenciales, en el aniversario de la declaración de independencia de España en 1825), a un año de concluir su mandato quinquenal. El 4 de agosto Banzer retornó a Santa Cruz en un avión facilitado por el Gobierno estadounidense para renunciar oficialmente a su cargo ante el Congreso. Puesto que requería de cuando en cuando la respiración asistida, los médicos le prohibieron ir a La Paz, situada a 3.600 metros sobre el nivel del mar.

La dimisión se produjo en la fecha prefijada del 6 de agosto en Sucre (capital oficial del país, pese a que el Gobierno tiene su sede La Paz), pero no fue efectiva hasta el día siguiente con la recepción de los atributos presidenciales y el juramento de Quiroga. El protocolo se alteró para que las Fuerzas Armadas tributaran un homenaje el día 7 en Santa Cruz a su antiguo comandante, que apareció visiblemente desmejorado por los efectos de la enfermedad y la quimioterapia.

A los actos no fue invitado Sánchez de Lozada -que de todas maneras asistió-, testimoniando las pésimas relaciones trazadas en la legislatura entre la ADN y el MNR, que solicitó el procesamiento de Banzer por los crímenes cometidos entre 1971 y 1978 al estilo del caso Pinochet. Dicho sea de paso, en aquel momento, del gobierno multipartidista de 1997 ya sólo quedaban como socios de la ADN el MIR y la UCS: las demás formaciones habían abandonado sucesivamente el Ejecutivo por discrepancias de diversa índole con Banzer.

En su emocional discurso de despedida en la Casa de la Libertad de Sucre, El General combinó la glosa de los éxitos de su mandato constitucional, como la consolidación de la democracia y el proceso de Diálogo Nacional, que estaba integrando a la sociedad civil en la asignación de recursos sociales a los municipios, la lucha contra el narcotráfico, la remoción de la cadena de la coca de la estructura económica y la apertura del mercado del gas, con una tibia compunción por los excesos represivos del ejercicio autocrático, medidas que justificó para salvar al país del "totalitarismo" y el "caos", y un ofrecimiento de reconciliación a los que dañó, en lo que se observó un último intento por borrar el estigma de dictador.

Entre lágrimas, Banzer se encomendó a Dios y declaró marcharse con el "consuelo de haber dedicado su vida a sacar a Bolivia de la pobreza", pero lamentando "no haber concluido la tarea". El 8 de agosto el ex presidente, que por voluntad propia continuó en la jefatura de su partido, retornó sin dilación al hospital Walter Reed para proseguir con el tratamiento, que se prolongó hasta diciembre.

El 27 de febrero de 2002 una junta médica diagnosticó que el cáncer se le había extendido masivamente al cerebro y que cabía esperar un desenlace fatal en cuestión de semanas o de días. Simultáneamente, la Corte Suprema de Bolivia rechazó la solicitud de extradición hecha el 25 de diciembre anterior por el juez federal argentino Rodolfo Canicoba Corral para que respondiera a la denuncia de los familiares de los ciudadanos argentinos desaparecidos en Bolivia durante el régimen militar de 1971-1978, en relación con la trama de la Operación Cóndor. El 3 de marzo la Asamblea Nacional de la ADN eligió a Quiroga jefe nacional del partido.

El fallecimiento de Banzer se produjo el 5 de mayo en la residencia familiar en el barrio Equipetrol de Santa Cruz de la Sierra, a causa de un paro cardio-respiratorio. Al día siguiente tuvieron lugar las honras fúnebres y el sepelio del ex presidente en la ciudad que tan estrechamente estuvo ligada a su trayectoria política. El obituario del general cerró una página de la historia contemporánea de Bolivia, luego de los fallecimientos sucesivos de Max Fernández Rojas, líder de la UCS, en 1995, Guevara Arze y Siles Zuazo en 1996, Carlos Palenque Avilés, líder de Condepa, en 1997, y Paz Estenssoro y Lechín Oquendo en 2001.

Durante las exequias, a las que asistió el mandatario de Chile, Ricardo Lagos, el presidente Quiroga, visiblemente consternado, dijo que el finado "sembró concertación y los bolivianos cosechamos democracia", panegírico al que se sumó en nombre del MIR Paz Zamora, quien le definió como el personaje central de "dos Bolivias distintas" y le comparó con San Pablo, ya que él también "tuvo su camino de Damasco", en el cual "fue golpeado por el rayo de la democracia". Por el contrario, la Asociación de Familiares de Desaparecidos y Mártires por la Democracia (Asofamd) lamentó que Banzer hubiera fallecido sin responder por los desaparecidos bajo su primera presidencia.

(Última actualización: 8 mayo 2002)

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