Contra el TLC - Against CAFTA
Guatemala, Marzo de 2005

El camino de la represión
Incidencia Democrática – 9:01pm Martes 15 Marzo 2005
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Como en los tiempos de las dictaduras represivas de Guatemala, así actuaron las autoridades policiales en contra de la población que se manifestaba pacíficamente frente a Catedral metropolitana

El camino de la represión Incidencia Democrática

El atender de manera inteligente y política las demandas sociales, jamás ha sido el fuerte del gobierno de la Gran Alianza Nacional, GANA.

A pesar de las iniciales muestras de apertura de los más altos funcionarios, su capacidad de diálogo siempre ha sido escasa, por ello hubo varios muertos en la Finca Nueva Linda, por eso asesinaron al campesino que se oponía a la minería a cielo abierto en Sololá y, por esa nula capacidad política e interés en la demanda social, ayer las autoridades decidieron reprimir a la población.

La intención siempre fue clara: minimizar la importancia de las organizaciones sociales, cuestionar su liderazgo y disolver las manifestaciones contra el TLC, a cualquier costo y por cualquier medio, incluso agrediendo periodistas, madres con sus niños a espaldas, trabajadores ejerciendo su derecho constitucional de manifestación o vendedores ambulantes.

Las manifestaciones convocadas para ayer desde la semana pasada por organizaciones sociales, seguramente sobre la base de pensar que el Congreso no actuaría con tanta diligencia para aprobar el TLC, fueron cobrando fuerza hasta conseguir el cierre de carreteras en varios puntos del país; tres manifestaciones simultáneas en la capital y, concentraciones en algunas cabeceras departamentales. La convocatoria fue un éxito porque, en la medida en que la población se ha ido enterando de los efectos perniciosos que tendrá el TLC sobre la economía familiar de los más pobres, en esa medida se ha ido sumando al repudio que provoca la forma oculta en que el Congreso ratificó un acuerdo de libre comercio negociado en las más desiguales circunstancias y siempre a escondidas.

Como en los tiempos de las dictaduras represivas de Guatemala, así actuaron las autoridades policiales en contra de la población que se manifestaba pacíficamente frente a Catedral metropolitana. La justificación para el ataque y para lanzar la lluvia de bombas lacrimógenas, la tuvieron a dos calles de donde estaba concentrada la gente. Allá un grupo de jóvenes, seguramente pandilleros, absoluta y claramente enviados para provocar a la policía, comenzó a lanzar piedras y palos contra los agentes antimotines que intencionalmente fueron puestos allí por el ministro de gobernación Carlos Vielmann, para impedir el paso de la manifestación, de la misma forma que puso soldados de las fuerzas armadas en los alrededores del Congreso.

Éstos últimos fueron quienes sin motivo se movilizaron hasta la Plaza de la Constitución (frente a catedral) para disolver la concentración. A los manifestantes se les persiguió por más de tres calles. Los militares, por órdenes de Vielman, en coordinación con el director de la PNC, lograron su objetivo: impedir que continuará la protesta contra el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y República Dominicana con Estados Unidos.

Lo más trágico y lamentable, es que se pretende consolidar una victoria ideológica, por encima de las posibilidades o no de revertir la ratificación del TLC. No se puede comprender de otra manera el que las fuerzas policíacas fueran más allá de mantener el orden; ya que de manera evidente hicieron uso excesivo e innecesario de la fuerza.

La protesta fue disuelta, en las cercanías a la Plaza de la Constitución solamente quedó el grupo de incitadores y provocadores. Y como no, haciendo cuanto destrozo y daño fuera posible, para, posteriormente, endosárselo a los manifestantes y a sus organizadores. Como efectivamente ocurrió. Por supuesto Vielmann habla de 'manifestantes' nunca de 'provocadores', porque le conviene no hacer ninguna diferencia. Afortunadamente un agente de la policía que se encontraba en el lugar de los hechos, reiteró a medios de comunicación que "el perfil de los capturados" no coincide con los manifestantes y que los aprehendidos son los que "se aprovechan de la manifestación" para cometer actos ilícitos.

Luego de los hechos represivos de ayer queda, en primer término, condenar y repudiar con contundencia, la represión que lanzó el gobierno de Óscar Berger (el que aparentemente aprueba la brutalidad policial), contra quienes se oponen a su errática forma de conducir el país. Luego, demandar de las autoridades el respeto a los derechos Constitucionales de expresión, concentración, manifestación y movilización que fueron ultrajados por las fuerzas de seguridad. Asimismo, demandar de manera inmediata el cese de la coacción e intimidación contra las organizaciones sociales y populares, y ello incluye la notoria falta de respeto, que el propio Presidente Berger, mostró ayer a sus detractores.

Cuando el uso de la razón y la capacidad de diálogo y negociación son tan limitados, como quedó demostrado ayer por el Presidente, la violencia y la represión excesiva son las alternativas, sin importar tirar al cesto de la basura los escasos avances que el país ha tenido en el proceso de transición hacia la democracia.

Al final de la jornada violenta, el saldo material son varios comercios y dos autobuses dañados, pérdidas económicas y un desgaste enorme e innecesario de la imagen del gobierno en el exterior y un grave deterioro a la gobernabilidad. Las declaraciones, hepáticas y fuera de control, que el Presidente Berger profirió contra líderes sindicales, sólo lo evidencian como alguien incapaz para el diálogo y la negociación; probablemente por no tener capacidad de informarse adecuadamente de los hechos, lo que podría arrastrarnos en una lamentable espiral de violencia. Por ello resulta alentador y esperanzador que, al final de la tarde y ya entrada la noche, bajo los buenos auspicios del Cardenal Rodolfo Quezada Toruño y del Procurador, en la sede de la Procuraduría de los Derechos Humanos se hayan reunido los dirigentes sociales con autoridades de gobierno.

A la cita, naturalmente no podía asistir el mandatario. Su agria posición, hubiese provocado más distanciamiento. A la cita acudió el vicepresidente del país, Eduardo Stein, quien de entrada ha reconocido públicamente que ayer "quienes tiraron las piedras fueron encapuchados, no sabemos si estudiantes o infiltrados, y que los líderes sociales trataron de mantener la protesta fuera de la violencia". Claramente una postura más constructiva, menos confrontativa y más apegada a la realidad que muy bien puede redundar, en la cita que tienen para hoy a las 16:00 horas líderes y autoridades, en superar la crisis.

Finalmente, para construir un panorama más claro, hay que considerar elementos que se combinaron ayer. Uno es el permanente sentimiento anti estadunidense, sumado a ello la etiqueta empresarial que posee el actual gobierno, sabiendo que el gran poder económico es el responsable directo de la situación de atraso del país.

Destaca la decisión de sacar a las calles a los policías antidisturbios y colocarlos con claros propósitos en el paso de las manifestaciones a fin de crear tensiones. La clara decisión del director de la Policía en el de reprimir con violencia; la impulsiva actitud represiva del ministro y, por último, pero no menos importante en el rompecabezas, la postura antidemocrática y demagógica de varios diputados del Congreso de la República, que buscan vestirse de ropaje de izquierda pero actúan como la derecha.

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