Los Nuevos Movimientos Sociales:

¿Qué son y de dónde vienen?

  1. Movilizaciones y alternativas históricas

Tradicionalmente, el movimiento obrero ha sido considerado el "movimiento social" por excelencia. Hoy estamos acostumbrados a poder participar en elecciones, a contar con seguridad social en nuestros trabajos (aunque no todos, ni todas), y otra serie de derechos que no han sido el resultado de unas cuantas movilizaciones, sino de la lucha constante de muchas generaciones. Así, el siglo pasado fue "conflictivo", y a la vez emancipador, para la clase obrera y para los ciudadanos en general. 1848 es un año ilustrativo en el panorama de la lucha dentro del movimiento obrero; gran parte de las capitales europeas se vio sacudida por una oleada de protesta, oleada que perseguía el derecho a tener un horario digno, una remuneración adecuada, etc., junto a la demanda de cambios políticos de mayor envergadura.

A partir de ahí, empieza a tomar fuerza una serie de opciones de "izquierda", desde el marxismo en sus diferentes versiones, hasta propuestas comunitarias anarquistas o proyectos sociales "utópicos" como los de Owen, Fourier, Proudhon o Louis Blanc. Todos estos proyectos, desde diferente perspectivas, pretendían elaborar un modelo social, y por ende económico, a la medida de la mujer y del hombre, y no que éstos tuvieran que ponerse a disposición de un modelo injusto. En particular, se buscaba, al menos teóricamente, que las estructuras económicas estuvieran al servicio de la solidaridad y la dignidad.

Muchos de estos proyectos "fracasaron", bien porque no lograron "mantener a flote" el proyecto que representaban y contaron con una oposición de las elites; bien porque lo que consiguieron distó mucho de ser aquel proyecto emancipador que propugnaron. Ejemplos del primer tipo de "fracaso" pueden ser las ciudades solidarias (Villages of Union) de Owen, ciudades organizadas alrededor de cooperativas de trabajadores, que buscaban una producción en función de las necesidades vitales, y cuyos beneficios revertían en los propios habitantes. También se "hicieron fracasar" proyectos de corte anarquista comunitario, como los que se intentaron proponer durante el desarrollo de la guerra civil, y que buscaban también la autogestión y la educación solidaria, pues el poder central, fuera éste comunista o burgués, sembraba grandes dudas entre los partidarios de esta opción social.

Entre los proyectos que "fracasaron" en sus objetivos, el más relevante, cómo no, es el que surgió de la revolución soviética de 1917. Ciertamente, la situación tras la revolución leninista permitió una mejora de las condiciones de vida de sus habitantes. Pero, posteriormente, tras el advenimiento de la dictadura de Stalin, el proyecto que buscaba dignidad, repartió opresión desde una elite pertrechada tras el aparato burocrático del Partido Comunista. Esta revolución "inspiraría" años más tarde muchos procesos revolucionarios y de independencia en los países del Sur: Corea, Vietnam, Zimbabue, Mozambique, Angola, Tanzania, Nicaragua, Cuba, etc. En algunos casos, como en Cuba y Tanzania, y desde la perspectiva del acceso a servicios básicos de salud, alimentación y educación, los cambios fueron espectaculares; en otros, como ocurre en la actual Corea del Norte, la población fue la gran víctima; un caso paradigmático es el de Cuba: si bien acertadamente criticado por el autoritarismo de sus dirigentes que impide la participación verdadera y la expresión del pueblo, lo cierto es que el propio Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sitúa a este país frecuentemente como ejemplo de distribución de riqueza y de acceso a servicios básicos; países mucho más ricos de Latinoamérica como Brasil no pueden, digamos mejor que "no quieren", garantizar esos mínimos a sus ciudadanos.

A vueltas estaban con todas estas revoluciones sociales en el Tercer Mundo cuando en la mayoría de países del llamado Norte, el movimiento obrero se institucionalizaba en forma de partidos políticos y sindicatos, que aceptaban el modelo de democracia representativa, "versión capitalista". En algunos países, como es el caso de Noruega, Finlandia, Suecia, Dinamarca y Holanda, la socialdemocracia logra impresionantes niveles de bienestar y de participación ciudadana, e incluso de solidaridad internacional (estos países suelen sobrepasar holgadamente la barrera del 0,7% del PNB como ayuda al desarrollo).

Sin embargo, desde el terreno de los hechos y de las ideas se entra en una nueva fase que "cierra" el camino a un triunfo de estos modelos socialdemócratas, y junto a otras causas, el de proyectos comunistas (los anarquistas comunitarios y otros proyectos "utópicos" ya habían sido borrados del mapa). El derrocamiento de Allende en Chile en 1973, permite al dictador Pinochet poner en práctica un modelo de (sub)desarrollo económico, hoy conocido como Neoliberalismo, y tras el cual está el gobierno de los Estados Unidos que facilita apoyo político-militar (a través de la CIA) y económico (a través de los intelectuales de la Universidad de Chicago, padres del deshumanismo del pensamiento único). Este modelo se extendería fácilmente con la llegada de ultraconservadores al poder a finales de los 70 y principios de los 80: especialmente reseñables Reagan en Estados Unidos y Thatcher en la Gran Bretaña. Algo-bastante tuvo todo esto que ver con el nacimiento de la Deuda Externa: el dinero y el Mercado para el que todo es cuestión de saber cuál es su precio, se situarán por delante de las necesidades humanas.

Junto a estos eventos, otra serie de ellos "agravan" o facilitan la expansión de este modelo neoliberal, como es el caso de la caída del muro de Berlín, hecho feliz en cuanto que posibilita acercamiento de pueblos y la introducción de reformas auténticamente democráticas (el neoliberalismo no lo es); no obstante, esta posibilidad aun permanece como mera posibilidad en los países del Este, países que, sin embargo, sí han visto como los niveles de pobreza se han multiplicado por 8 desde 1988, pasando del 4% de la población (14 millones de personas) al 32% (más de 119 millones) y la esperanza de vida ha retrocedido a los niveles de 1960.

  1. El surgimiento de los nuevos movimientos sociales

Y mientras tanto, ¿qué ocurría con el movimiento obrero en los países occidentales? El afianzamiento del Estado del Bienestar comienza a "relajar" a estos defensores de los trabajadores. Se acepta como bueno el sistema social y económico imperante, que según el sociólogo alemán Offe se caracterizaba por (i) libertad de propiedad y de mercado, que no se justifican "con un discurso de filosofía moral y de derecho natural, sino abrumadoramente con un discurso "funcional" centrado en el crecimiento y la eficacia"; (ii) abandono de los proyectos de transformación social por parte de los trabajadores a cambio de un status en la distribución de ganancias; y (iii) el esquema constitucional, que toma la forma de "democracia política de tipo representativo y mediatizada por competencia entre partidos".

Esta "relajación", que para muchos supone que estos sindicatos y partidos "de izquierda" pasan a ser un apéndice que justifica y legitima las desigualdades, provoca que entren en escena nuevas formas de movilización social: los denominados nuevos movimientos sociales, de entre los que nuestra estimada Red Ciudadana bien pudiera ser uno de ellos. A partir de la década de los 60 nuevos movimientos sociales (pacifismo, ecologismo, feminismo, de solidaridad internacional, de autogestión/okupas, etc.) irrumpen en la historia, sobre todo en el llamado Norte, ante la necesidad de: a) la incorporación de "nuevos valores" o "matizaciones de antiguos"; b) la mencionada deslegitimación del movimiento obrero en su versión más institucionalizada (partidos políticos, sindicatos, etc.) Por así decirlo, se produce una "fragmentación" en la defensa de estos derechos humanos, lo cual es positivo en la medida en que contribuye a contextualizar/redefinir problemas, debates y soluciones, y al mismo tiempo, negativo al ser estos nuevos movimientos sociales "incapaces" de articular una visión global del mundo y de sus problemas; es decir, no ofrecen un "relevo político" (en términos de identidad, ideales y propuestas concretas) al desgastado e "institucionalizado" movimiento obrero u otros espacios que se autoproclaman "de izquierdas".

Ejemplos de estos nuevos movimientos sociales en "ebullición" son: el Mayo Francés de 1968, las revueltas estudiantiles en Estados Unidos, las protestas contra la guerra del Vietnam, el desarrollo de un fuerte movimiento feminista, las protestas de la comunidad negra en Estados Unidos de la mano de Martin Luther King, la aparición de grandes ONG como Greenpeace en 1973, las protestas antinucleares y contra el despliegue de misiles en Europa durante la década de los 80, el afianzamiento de movimientos de autogestión como el de los okupas, e incluso el frustrado intento de levantamiento contra el régimen de Moscú en la "primavera de Praga" en 1968.

Como decíamos anteriormente, esta "explosión de libertad" no llega a canalizarse en un relevo político. Ello es debido en parte a la "fracturación" que sufre el conjunto de los derechos humanos; por poner un ejemplo, parece que una cosa es la defensa de la naturaleza y otra la de las personas, en lugar de tratar de dar una visión "integral" a estos problemas, y desarrollar un consenso en torno a "enemigos" y propuestas comunes. Pero en parte también, la fractura es debida al aprovechamiento que hacen de esta profusión de organizaciones civiles, los amigos del credo neoliberal; para ellos es una forma importante de deslegitimar el Estado y socavar el sistema de bienestar; el Estado es restrictivo, intolerante e ineficaz, mientras que el Mercado, o "lo privado", es sinónimo de libertad, de progreso y de eficacia, por lo que se "aconseja" retirar al Estado de sus funciones sociales. Así, surgen multitud de organizaciones "civiles" en defensa de derechos dentro del sistema, organizaciones que son financiadas por el propio Estado, por partidos políticos y por grandes fundaciones ligadas a multinacionales: es el caso de muchas de las organizaciones de desarrollo, de organizaciones de consumidores, e incluso de integrantes del movimiento "obrero". A diferencia de las organizaciones de fuerte base social, estas organizaciones no persiguen cambiar el sistema de injusticia galopante, sino recoger las máximas migajas dentro de él, y en ocasiones, ponerle algún que otro parche.

Por el contrario, la auténtica sociedad civil comienza a organizarse para promover consensos sociales y cambiar modelos políticos y filosofías de vida verdaderamente deshumanizantes. Desde 1968, por fijar una fecha, hasta 1998 se van produciendo pequeñas explosiones sociales, que tras 1999 parecen querer reconstruir, desde diferentes posiciones, la fracturación de los derechos humanos que se había producido 20 años antes. A partir de 1999, las manifestaciones en contra de la Organización Mundial de Comercio celebrada en Seattle, y las revueltas populares que se intensifican en Latinoamérica, como es el caso de Bolivia, Ecuador, Brasil y Argentina (sin olvidar el referente más histórico que constituye Chiapas), dan el pistoletazo de salida a una posible movilización planetaria que, eventualmente, pueda devenir en un conjunto de redes de organizaciones que mantienen fuertes lazos para pensar y actuar global y localmente; un "mundo en el que caben muchos mundos", en concreto todos los mundos en los que la persona y lo común, lo social en definitiva, son el eje sobre el que se articulan los discursos y las actuaciones sociales.