A modo de reflexión: una Red de justicia, una Red ilegal

Abril 2000

acalle@est-econ.uc3m.es

  1. A modo de diagnóstico: mercados legales, sociedades injustas

La legalidad es el marco normativo en el que se desenvuelven las relaciones políticas económicas y culturales entre personas de una comunidad, Estado o el mundo en su totalidad. La justicia y la ética se elevan por encima de consideraciones normativas y apuntan a las leyes no escritas que, de manera natural, los seres humanos han de observar para poder recibir el calificativo de "humanos".

La justicia y la ética nos informarán, por tanto, de las relaciones que han de darse en una comunidad para que ésta permita a cada uno de sus integrantes un desarrollo de sus potencialidades humanas, libre de opresiones y de insolidaridades que lo sumerjan a él o a ella, y por ende a toda la comunidad, en una ausencia de solidaridad, de dignidad y de libertad.

¿Puede ser lo legal injusto? Lo es, y cuando, como ocurre en la actualidad, la separación alcanza tintes de barbarie, los movimientos sociales representan y han representado el esfuerzo de mujeres y hombres que a lo largo de la historia se han empeñado en seguir siendo "seres humanos", y han luchado, luchan y lucharán por que sobre la opresión no establezcan los opresores la bandera de la legalidad, aún menos la de una ignominiosa concepción de justicia.

En este sentido, desde la RCADE ya hemos denunciado (en documentos como la Declaración contra la Deuda Externa y por un Desarrollo Humano Sostenible) que "el macro-proyecto de ingeniería financiera llamado globalización se está saldando con vidas humanas, con pobreza y con precarización del empleo". Y todo ello, al amparo de nuestro gobiernos y de organismos por ellos erigidos al servicio de las grandes empresas transnacionales como son el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Para atisbar el abismo entre lo justo y lo legal (mejor sería decir para horrorizarnos con ese abismo) baste recordar que hoy en día las 222 personas más ricas del planeta poseen los mismos recursos que la mitad de la población mundial, que el hambre prosigue a pesar de haber suficiente producción alimentaria para todos los habitantes de este planeta, y que en un Estado como el nuestro, 100 personas se embolsan casi 100.000 millones en un par de jugadas en el "casino bursátil" mientras 8 millones de personas viven con menos de 35.000 pesetas al mes.

¿Y en nombre de qué realizan gobernantes y emperadores financieros estas injusticias al amparo de "su" legalidad? en nombre del poderoso caballero, perdón mercenario, Don Mercado. Don Mercado no tiene como referencia las necesidades humanas, su actuar será por tanto inhumano, injusto, insolidario ... pero legal. Don Mercado "premia" no al que persigue beneficios sociales, sino al que obtiene ganancias etéreas, pues etéreos y artificiales son la acumulación de dinero y los índices macroeconómicos. Por Don Mercado, en cónclaves como el G-7 o el Club de París se decide no erradicar el hambre, ni la deuda externa, ni el comercio de armas, sino hacerlo "sostenible", es decir, "rentable". Por Don Mercado, la persona es una mercancía, y por lo tanto, el trabajo ha de "flexibilizarse", lo que equivale a que se han los lazos vitales (familia, entorno, amigos y amigas, etc., la vida en definitiva) han de estar a disposición del capital. Por Don Mercado, y por Don Inhumano también, las personas pueden llegar a ser "ilegales" y las mujeres han de "hacerse cargo" de la pobreza. Por Don Mercado, se permiten y se alientan "megafusiones" que traerán "megaparo" o "megaprecariedad" (el 60% de la economía mundial está en manos de multinacionales, pero ellas sólo dan trabajo a un 0,75% de la población). Por Don Mercado se hacen muchas cosas, todas ellas legales, pero bastantes son injustas y, lo que es aún peor, aseguran que las causas de la injusticia seguirán manteniéndose y acrecentándose.

Don Mercado, además, tiene su "utopía", que es su imagen y su patria. Según se desprende de las declaraciones de intenciones que nuestros gobernantes han realizado en foros internacionales recientemente, como puedan ser la Cumbre de Lisboa o la Cumbre de Europa en el mundo de internet, Estados Unidos debe ser la Meca a la que debemos peregrinar, no una vez en la vida, sino de una vez y por siempre. Una "utopía", eso sí, con un índice elevadísimo de pobreza, dos millones de personas en la cárcel, y una organización del tiempo de trabajo que "garantizará" en unos lustros un trabajo a media jornada, en turnos nocturnos y diurnos y con movilidad laboral al arbitrio de la empresa. Como señala el sociólogo Richard Sennet, que no tiene nada de "izquierdoso", Estados Unidos es "un régimen que no proporciona a los seres humanos ninguna razón profunda para cuidarse entre sí".

  1. A modo de propuesta: movimientos de justicia, reivindicaciones ilegales

Desde la RCADE debemos reivindicar la justicia. La legalidad no es un paraíso, sino más bien, y como acabamos de ver muy sucintamente, un infierno donde se cuece no sólo el presente de sufrimiento de algunos y algunas, sino también donde se guisa nuestro futuro de injusticia. La deuda y la consulta popular han incidido en dos temas como son la explotación vía créditos del Sur y el virus anti-democrático que empieza a corroer los cimientos de nuestra sociedad. Pero la justicia es mucho más, es incluso inabarcable, y por eso siempre nos tendrá de su lado y a favor por tanto de: sociedades de personas, no de mercancías; normas de solidaridad y no de injusticia y de exclusión. Nuestro objetivo ha de centrarse en llevar a la arena social y política estas frases tan "bonitas", es decir, hemos de ser capaces de realizar planteamientos de campaña que descubran la injusticia, evitando (tarea ardua) legitimar órdenes injustos.

¿Cuáles serán esos planteamientos de campaña, esas propuestas concretas de actuación? las que surjan de la reflexión conjunta sobre la manera de transformar el (des)orden presente. Don Mercado, es cauto y taimado, poderoso (ved como compra medios de comunicación y apadrina campañas políticas) y sabe esperar, y además es legal. Nosotros somos más, pero menos: más gente, pero menos "poderosa"; más justos, pero (por fuerza) menos legales; más democráticos, aunque menos escuchados; más soñadores y menos tolerantes con la opresión.

Por ello debemos unirnos a más mujeres y hombres como nosotros, formar alianzas que hagan oír más la justicia. ¿Y cómo será esa justicia? no podemos quedarnos en la Deuda, aunque esto no signifique no seguir trabajando en ella. Pues si lo hacemos, cualquiera de estos días, Don Mercado "perdonará" una parte, y saldrá en los medios, y la gente creerá que ya "justicia" ha venido a vernos. Debemos pedir, directamente, que Don Mercado sea menos poderoso. Pidamos por ello la Tasa Tobin, el control de sus participaciones sobre los consejos de los medios de comunicación (los periodistas también sufren a Don Mercado), la regulación de su capacidad de "flexibilizar" nuestras vidas (Don Mercado dirá que sólo está hablando de trabajo), presupuestos más sociales e impuestos más justos. Pidamos, en definitiva, democracia social, y popularicemos las consultas y hagámoslas constitucionales.

Y puestos a pedir democracia social, pidamos referentes, detengámonos a reflexionar sobre sociedades distintas, y ahí están l@s escandinav@s y l@s holandeses/as, y cómo podemos aprender de sus experiencias. Y recuperemos e insistamos en propuestas de desarrollo humano y de democratización a nivel global como el informe What Now (de hace un cuarto de siglo) en el que expertos internacionales abogaban por un control por parte del Sur de sus economías (todo lo contrario que los ajustes estructurales que continuarán "legalizándose" en la cumbre África-Europa como requisito para ciertos "perdones" de deudas) como condición sine qua non para un desarrollo global justo y humano.

¿Y cómo pedir esta democracia social a Don Mercado y a sus valedores? No sé si desde la legalidad, pero definitivamente desde la justicia. Y Justicia no entiende de mirarse el ombligo, ni de autosatisfacciones, ni de qué conviene a la RCADE hacer en cada momento. Justicia es un concepto que empieza a desarrollarse con otros/as, con los/las que padecen las injusticias más severas, tanto en el Norte como en el Sur: ellas y ellos son el epicentro que nos ha de convulsionar.

Por ello Justicia es sobre todo coherente y consecuente, y las más veces, no es legal. Como podría no ser legal no levantar las mesas en las próximas elecciones municipales o europeas. Como también podría ser necesario convocar a distintas redes internacionales a celebrar un día "contra el poder antisocial de las multinacionales", y protestar desde la Bolsa o dar un concierto en un megabanco.

Seamos prudentes pero nunca temerosos, siempre consecuentes y humanos, fierametne humanos. Porque, por poner un ejemplo, las manifestaciones de Seattle fueron muy ilegales pero ahorraron, seguro, alguna reducción de presupuestos de atención médica en el Sur, o restringieron el derecho de algún esbirro de Don Mercado a llevarse a su casa un trozo del Amazonas. Y por todo ello, nos ahorraron, seguro también, la desgracia de haber tenido que contabilizar alguna muerte más, algún pedazo de planeta irrecuperable.