Militares y policías, ausentes pese a los narcoplantíos

Los zapatistas, ajenos en Rayón y Tapilula
La Jornada – Viernes 24 de junio de 2005 – http://www.jornada.unam.mx/2005/jun05/050624/010n1pol.php

Esa región rural es más desarrollada que la de los Altos

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Rayón, Chis., 23 de junio. Policías municipales y pobladores confirmaron en las cabeceras de Rayón y Tapilula que efectivos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y agentes federales realizaron operativos antidroga en las montañas de esta región en días pasados. Asimismo, negaron de manera unánime que haya zapatistas por estos lados. "Esos los encuentra usted allá por Las Margaritas, por Tuxtla Gutiérrez o Cintalapa", informa amable pero inexactamente un sargento de la corporación municipal bajo los arcos del ayuntamiento de Rayón.

Tan siquiera no se ríe de que el reportero lo pregunte, como hizo una mujer en la ciudad de Tapilula. "¿Zapatistas? Nunca hemos visto ninguno por acá." Lo mismo declaran indígenas y mestizos, sorprendidos por la inquietud.

Menos mal que la Presidencia de la República ya aclaró que los 44 plantíos de droga destruidos por la Sedena no estaban en tierras de "influencia" zapatista, sino en su "periferia". La señora, al mando en un almacén, se hubiera reído más de haber conocido la versión gubernamental, gallardamente defendida hasta ayer por el canciller Luis Ernesto Derbez, el comisionado para la paz Luis H. Alvarez y el vocero Rubén Aguilar. Este último debió salir del guión trazado por los foxistas y desmentir hoy esa "información".

Por otra parte, los campamentos militares de San Andrés Larráinzar, San Cayetano y Puerto Caté parecen desiertos, sin estarlo. Las acuarteladas tropas federales se ocultan a la sombra de sus edificios y los camiones y Hummers permanecen estacionados en las instalaciones. Salvo los guardias agazapados en las dos últimas bases de operaciones, no se ven los habituales soldados practicando deporte, haciendo rutinas militares o platicando con las muchachas que pasan a saludarlos.

Sólo en la base de San Andrés hay una guardia en forma, equipada con radiotransmisor para notificar de inmediato qué vehículos se internan hacia los municipios autónomos San Andrés Sakamch'en de los Pobres, Magdalena La Paz, San Juan de La Libertad y 16 de Febrero, así como el caracol de Oventic, donde la junta de buen gobierno suspendió sus actividades por primera vez desde su creación, hace 22 meses.

Por la calzada desierta del caracol Resistencia y rebeldía por la humanidad desciende un ganso que se contonea, nalgón y solitario. Las rejas están cerradas. Nadie se aproxima. En la tienda de salud La Guadalupana, al otro lado de la carretera, los estantes están vacíos y la puerta, cerrada y amarilla, muestra un molusco con pasamontañas que dice en un globito de tira cómica: "Lento pero avanzo".

Al internarse uno hacia el norte en dirección a Villahermosa, deja atrás la última base militar en la tijera de Caté, intersección de tres carreteras: a Tuxtla Gutiérrez, a Simojovel y al norte. Por ésta se llega a Pueblo Nuevo Solistahuacán, Rayón y Tapilula, donde el Ejército federal descubrió y destruyó grandes extensiones de cultivos ilegales.

No es la primera vez. En años recientes, estos nombres han aparecido en la prensa a causa de lo mismo. La novedad fue que ahora a la Sedena se le ocurrió asociarlos, incorrectamente, con "el área de influencia zapatista".

Se sabe que por acá se produce mariguana de manera crónica. Lo confirma el sargento municipal de Rayón: "Es seguido que encuentran droga. Pero eso en partes donde nosotros nunca entramos, sólo el Ejército federal y la policía sectorial, como la semana pasada".

Informa que la plantación destruida en Rayón se localiza en el predio Pinabeto. A la pregunta de si hubo detenidos el sargento se evade ingeniosamente: "Por acá y Pueblo Nuevo siempre hay. Los atrapan en los autobuses de pasajeros que van a Pichucalco o Tuxtla, con sus paquetes de droga, o en camionetas de particulares. La Policía Federal de Caminos, sobre todo".

Esta es una región rural más desarrollada que los Altos. Abundan hoteles rústicos, balnearios y restaurantes de buen tamaño que a nadie se le ha ocurrido llamar "ecoturísticos", aunque no son muy diferentes de los que sí reciben ese nombre en la selva Lacandona. La moda no ha llegado por acá. Además, no los frecuentan extranjeros.

En Pueblo Nuevo Solistahuacán hay una espectacular universidad privada, llamada Linda Vista, la cual ofrece a los estudiantes "residencias de alta calidad moral". El lema de la casa de estudios resulta alarmante: "Transformamos a la gente que transforma el mundo".

En Rayón se encuentra un campus de la gubernamental Universidad Indígena de Chiapas, pues aunque las ciudades son en su mayoria mestizas, el campo sigue siendo indígena. Hacia acá, tierra originaria de los zoques, se extendieron los tzotziles. El nombre indígena de Pueblo Nuevo es Achlum, que significa lo mismo, pero en tzotzil. Solistahuacán es el nombre que dieron los nahuas al viejo asentamiento zoque.

Las cabeceras municipales de Pueblo Nuevo y Rayón son muy parecidas a otras ciudades menores del Chiapas indomestizo. Sólo Tapilula es una ciudad grande y más "moderna", en la escala de Ocosingo o Cintalapa.

Se nota que en esta región montañosa no llegó el levantamiento zapatista de 1994. Sigue asentando numerosos ranchos ganaderos. No hubo tierras recuperadas ni municipios autónomos. Sólo ahora varios ranchos de Tapilula han sido tomados, no ocupados todavía, por la organización perredista CIOAC, como proclaman pintas en las bardas y casas. Pero esa es otra historia.

No es secreto que por acá existen verdaderos viveros clandestinos de mariguana, ocasionalmente descubiertos y destruidos por las autoridades federales. El sargento municipal de Rayón reconoce que a veces sí capturan a los agricultores de la droga, pero no a sus jefes. "De eso no sabemos nosotros", dice, y es creíble. Ocurre en zonas vedadas a su autoridad.

Siendo una zona "caliente" de Chiapas, aunque por no razones de lucha política sino de narcotráfico, por toda la región brillan por su ausencia las bases militares, y este enviado no encontró tampoco asentamientos de las policías Judicial o sectorial, aunque se supone que los hay. Y debe haberlos. Si no existieran ni eso resultaría un poco raro, habiendo tanta historia de plantíos ilegales y motivos para perseguir a los verdaderos responsables.

Pero los soldados de Caté quedaron lejos, a más de una hora de carretera, y éstos miran hacia abajo, a las barrancas de San Juan de La Libertad, llenas de comunidades zapatistas, a las cuales sí se vigila, con muchos recursos y sumo cuidado.


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