La Revolución Nacional
Martín Cerri

LA REVOLUCIÓN NACIONAL

Buenos Aires, 19 de Enero del 2002.

Los argentinos estamos atravesando circunstancias que no constituyen una
excepción en la historia de los pueblos. Con una pesada herencia colonial de
300 años, con tan solo 200 de vida independiente y en el marco de un sistema
de dominación y de explotación mundial como jamás ha existido antes, nos
encontramos luchando todavía hoy por nuestro destino nacional.
En las últimas semanas, llegaron a nuestro país algunos periodistas europeos
que dijeron cosas más o menos como éstas: "Cuando nosotros vamos a Africa,
sabemos con qué nos vamos a encontrar; pero cuando venimos a la Argentina y
vemos esto, no entendemos." En realidad, uno no sabe si esta gente "es" o "se
hace"...son mentirosos, cínicos, hipócritas, miserables...
Si Africa está como está, es por obra y gracia de los gobiernos europeos, que
le diezmaron la población con el sistema de esclavitud, le usurparon todas las
riquezas del suelo y le hicieron abortar todas las experiencias políticas
progresistas, sumiéndola en el caos, en la anarquía y en la guerra civil.
Ahora, los capitalistas europeos y norteamericanos están operando de igual
modo en Nuestra América, lo cual, obviamente, incluye a la Argentina.
El abuso, el descaro, el robo y la estafa, llevados al extremo, hacen que los
pueblos estallen de indignación.
En estos 200 años de vida independiente, nos han puesto todo tipo de piedra en
el camino, nos han hecho la guerra abierta y encubierta, nos han impedido
levantar cabeza y han organizado el derrocamiento de los gobiernos que
hubieran podido afianzar nuestro destino nacional.
Sin embargo, la lucha no ha sido en vano, y hoy contamos con una experiencia
histórica que constituye, junto a la tremenda calidad humana de nuestro
pueblo, el mejor capital que tenemos. Por esto, es fundamental que miremos
hacia atrás sin apasionamientos y que aprendamos de quienes nos precedieron en
la lucha. Sin duda, el enemigo va a querer seguir poniéndonos palos en la
rueda, buscando dividirnos y enfrentarnos entre nosotros sobre las pasiones
del pasado y las mentiras tantas veces repetidas. Frente a semejante maniobra,
nuestra contramedida debe ser analizar fríamente la experiencia de nuestro
pueblo y utilizar de ella todo lo que nos enseñe, nos capacite y nos
fortalezca para encarar el porvenir. En esto consiste precisamente lo que John
William Cooke llamó "superación dialéctica del Movimiento Nacional": rescatar
lo que nos une y lo que nos sirve para enriquecer nuestra política,
proyectándolo en la reformulación del Movimiento Nacional y garantizando la
victoria definitiva de la Causa de la Patria.

"Los hombres creo, podrán aprovechar de las lecciones que la experiencia les
ofrece para poner la tierra a cubierto de los males que experimenta. Esta es
mi esperanza; sin ella y sin el sueño, como dice un filósofo, los hombres
dejarían de existir." (José de San Martín).

"El tiempo y los acontecimientos considerados en su origen, relaciones y
consecuencias, suelen ser la mejor antorcha contra las falsas ilusiones que
producen la ignorancia, la preocupación y las pasiones." (Juan Manuel de
Rosas).

"Lo general de los hombres juzgan de lo pasado, según la verdadera justicia y
de lo presente según sus intereses." (José de San Martín).

Después de la caída del gobierno de De la Rúa, nuestro pueblo ya no es el
mismo: se ha producido un cambio de actitud y una evidente politización de los
argentinos. Ha quedado sepultado el famoso "no te metás" que nos impuso el
terrorismo genocida de los '70 y ha brotado un fuerte interés por la cosa
pública.
Lo ideal sería que cada ciudadano pudiera dedicarse a sus asuntos particulares
sobre la base de sentirse protegido y asegurado por una clase política y por
un gobierno que defiende sus derechos e intereses. Sin embargo, la realidad
nos acaba de demostrar que quienes deberían llevar con lealtad nuestros
negocios públicos, nos traicionan, corrompen nuestra sociedad y destruyen
nuestro país. Es evidente, entonces, que debemos ocuparnos nosotros mismos de
la política nacional para garantizar que ésta se encuentre verdaderamente al
servicio del interés colectivo. Es más: esto nos plantea el desafío de
construir un nuevo sistema donde la democracia, además de representativa, sea
participativa.

"Yo os veo interesados en vuestra suerte y no hay peligro para la patria, y si
os consagráis de buena fe a defenderla." (José de San Martín).

"La conciencia social es una cosa que una vez que comienza a actuar no se
detiene." (Juan Domingo Perón).

La mejor manera de engañar a una persona es presentarle dos opciones para que
elija cuál de ellas es la verdadera, cuando en realidad las dos son falsas.
Así, nos presentan todo tipo de economistas, de consejeros financieros y de
planes monetarios que conllevan una falsedad intrínseca desde el momento en
que nuestro problema fundamental no es ni económico, ni financiero ni
monetario sino político. Se trata de un "régimen" de indignidad por el cual
una minoría apátrida se ha quedado con todo mientras millones de argentinos
son sumergidos en la miseria y en la muerte.
La actual clase política conforma gobiernos que constituyen todos instrumentos
al servicio de la oligarquía que se adueñó del poder y donde el Pueblo
Argentino no posee la menor injerencia. De hecho, el Pueblo Argentino no está
representado en la política de gobierno y es marginado sistemáticamente de las
grandes decisiones de la vida nacional.
Como entretenimiento de engaño, nos ofrecen uno u otro ministro con algún que
otro plan que nos sirva, supuestamente, para "repartirnos" entre todos la nada
que nos dejan. 
Existe sólo una cosa más indigna que semejante "régimen" y es la aceptación de
él. No someternos y rebelarnos es un deber.

"El problema argentino es eminentemente político, porque sin el concurso del
pueblo ningún gobierno puede desenvolverse en la Argentina. El desastre
económico y la anarquía social son sólo consecuencias. Los que pretenden
solucionar este problema con empréstitos o arreglos económicos y sociales, sin
ir a las causas fundamentales del mismo, se pasarán la vida gastando en
aspirinas en una acción inoperante e intrascendente, como resulta toda acción
que intente solucionar las consecuencias dejando subsistentes las causas que
lo ocasionan." (Juan Domingo Perón).

"El panorama político argentino no tiene por el momento más que dos grandes
sectores; uno se llama con un nombre alto, digno y soberano: el pueblo, y el
otro no puede sino denominarse con el nombre deleznable e indigno de todos los
privilegios juntos que conoce la historia: el antipueblo." (Juan Domingo
Perón).

Los argentinos somos un pueblo digno, orgulloso y patriota. Nada mejor que uno
de nuestros modismos al hablar para definir la esencia argentina: "haceme una
gauchada", acostumbramos decir.
El gaucho fue el tipo característico del hombre argentino hasta mediados del
1800, y su naturaleza era tal que, cuando nos referimos al hecho de brindar un
favor, de hacerle un bien a alguien, lo llamamos "gauchada".
Después de nuestra Revolución de Mayo y de nuestra Guerra de Independencia, el
punto culminante de nuestro Ser Nacional se alcanzó durante la Confederación,
hasta 1852, cuando el gaucho era protagonista como sujeto social y su cultura
criolla daba vida a la Argentinidad.
Si la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo (y
así efectivamente es), la forma concreta que por aquel entonces ella adoptó
entre nosotros fue la "gauchocracia" encabezada por Rosas y entendida como el
gobierno de los argentinos, por los argentinos y para los argentinos. Pero
después vino Caseros, con la traición, con la muerte y la mentira; y nos
dijeron que éramos "tiranía" y "barbarie" por el simple hecho de ser nosotros
mismos, de defender lo nuestro y de amar a nuestro suelo.
Lo peor de todo es la destrucción del hombre argentino; los asuntos
económicos, comerciales, financieros y de infraestructura se arreglan con un
poco de habilidad y de sentido común. Pero la destrucción moral y espiritual
que el enemigo ha llevado acabo sobre nosotros los argentinos, requiere mucho
más que eso.

"Todo sobra con una regular economía." (José de San Martín).

"Tenemos que reconstruir todo lo que se destruyó en este tiempo, comenzando
por reconstruir al hombre." (Juan Domingo Perón).

El tipo de lucha que hagamos determinará el tipo de líderes que habremos de
tener.
La Obra Suprema de Nacionalidad que debemos realizar fue calificada de
"Restauración" por Juan Manuel de Rosas, de "Reparación" por Hipólito Yrigoyen
y de "Dignificación" por Juan Domingo Perón. Cincuenta años atrás, la
Compañera Evita, eterna Jefa Espiritual de la Nación Argentina, nos advirtió
sobre "los enemigos de adentro y de afuera que, en la oscuridad de la noche,
pretenden dejar su veneno en el alma y en el cuerpo de la Patria". 
Las escenas de saqueos del martes 18 y del miércoles 19 de diciembre del 2001
nos golpearon a todos, duramente, en nuestra dignidad. Nos vimos en el espejo
y encontramos la más cruel degradación moral y espiritual; fue entonces que
reaccionamos todos, el Pueblo Argentino en su conjunto, y particularmente la
nueva generación. Nos costó sangre.

"Cuando la humanidad y dignidad del hombre exigen algún sacrificio, es de
necesidad que se lo tributemos." (José de San Martín).

Para los que tenemos entre 18 y 35 años de edad, fue nuestro "bautismo de
fuego" , y para el pueblo todo significó el reencuentro con su propia historia
de lucha y de heroísmo.
Si miramos hacia atrás, la última victoria política del Pueblo Argentino se
remonta a principios de la década del '70, cuando impuso al enemigo el regreso
del General Perón. Todo lo demás, todo lo que vino después, fue dirigido por
el "régimen".
Desde la noche del miércoles 19 hasta la noche del jueves 20, el Pueblo
Argentino protagonizó un proceso que, con vaivenes de distinto tipo según las
circunstancias, constituyó un único hecho político que provocó la caída del
gobierno de Fernando De la Rúa. En la práctica, fue una Revolución política.
Conforme la doctrina sanmartiniana, se trató justamente de "...un pueblo que
hace uso de su legítimo derecho de insurrección contra los que se oponen a su
bienestar." (José de San Martín).

"Pronto vi en la noble reacción de los vecinos el sagrado amor a la patria."
(José de San Martín).

"Cuando el pueblo tiene más razón que el gobierno, ¡la patria manda!" (José de
San Martín).

De la Rúa y Cavallo se tuvieron que ir, pero la clase política "cayó parada":
ésa misma clase política de la que forman parte esos dos facinerosos sigue
controlando el aparato de gobierno. La pregunta es: ¿podemos esperar que la
misma clase política que ocupa el gobierno desde hace veinte años, lleve
adelante nuestra Obra Suprema de Nacionalidad? ¿No fue contra esa clase
política que reaccionamos en las pasadas elecciones del 14 de octubre y en el
Argentinazo del 20 de diciembre? ¿Acaso no son los mismos personajes que
estaban antes? ¿No son ellos mismos los que apoyaron a De la Rúa con su
pretendido "estado de sitio"?

"Las grandes crisis son indicadoras de la necesidad de los grandes cambios:
cuando se notan los efectos de la descomposición es indispensable que todos se
empeñen en aplicar las medidas necesarias para neutralizarlos, pero no con
aspirinas, sino empleando a fondo las formas quirúrgicas, para eliminar
definitivamente a los dirigentes que las produzcan." (Juan Domingo Perón).

"Creer que se puede entablar un nuevo orden de cosas con los mismos elementos
que se oponen a él es una quimera." (Bernardo de Monteagudo).

"El pueblo está persuadido que jamás podrá cimentarse la tranquilidad pública
si se abriga en el seno de la patria a su enemigo declarado." (Cabildo de la
Ciudad de Mendoza, 1815).

"El único remedio consiste en la eliminación, por el medio que sea, de los que
produzcan el mal, en este caso los dirigentes de la conducción que carecen de
la grandeza, el desprendimiento o la honestidad indispensables, para lo cual
es preciso echar mano enseguida al cambio generacional. La juventud suele ser
el mejor instrumento de regeneración y la que tiene el inalienable derecho de
hacerlo, porque en último análisis será ella la que ha de sufrir las
consecuencias." (Juan Domingo Perón).

"A esa juventud que es nuestra esperanza, quiero que le llegue nuestro más
profundo cariño, junto con la exhortación más sincera de que trabaje y se
capacite, porque ella será artífice del destino con que soñamos nosotros. ¡A
ella hemos de entregar nuestra bandera, convencidos de que con sus valores
morales han de llevarla al triunfo para la grandeza de la Patria y la
felicidad de este pueblo!" (Juan Domingo Perón).

El Pueblo Argentino carece en este momento de una clase política patriota y
nacionalista que lo conduzca. Para que la Causa Nacional se imponga a los
enemigos de la Patria, es imprescindible revertir esta situación.
Cuando José de San Martín asumió el gobierno del Perú, su primer objetivo fue
crear las condiciones para el surgimiento de una clase dirigente según los
intereses de ese país. En función de esto, el Libertador organizó la "Orden
del Sol" y la "Sociedad Patriótica", a cuyos miembros imponía el siguiente
juramento: "Juro por mi honor y prometo a la patria defender la independencia,
libertad e integridad del Estado peruano, mantener el orden público y procurar
la felicidad general de América, consagrándole a ella mi vida y mis
propiedades." 
A su vez, el propio San Martín expresó los principios que guiarían su trabajo
político como "Protector" del Perú: "Administrar recta justicia y a todos,
recompensando la virtud y el patriotismo y castigando el vicio y la sedición
en donde quiera que se encuentre, tal es la norma que reglará mis acciones
mientras esté colocado a la cabeza de esta nación". (José de San Martín).

En alianza con los principales caudillos federales, Juan Manuel de Rosas
ejerció el gobierno apoyado directamente en las masas ante la ausencia de una
clase política nacional. Negadores de su raza y ajenos a su realidad, los
sectores que hubieran podido cumplir con esta función despreciaron a nuestro
pueblo, se sumergieron en teorías extranjeras y se pasaron traidoramente al
enemigo. Esta circunstancia impidió a Rosas institucionalizar la Revolución
Restauradora a través de un Congreso de Organización Nacional, lo cual abrió
las puertas a la derrota de Caseros.
Al referirse a las características que deberían tener los Diputados Delegados
a dicho Congreso, Rosas advertía sobre los vicios que se deberían evitar en
nuestra clase política nacional y las virtudes que se deberían buscar:
"¿Habremos de entregar la Administración General a ignorantes, aspirantes,
unitarios y a toda clase de bichos?...Los D.D. deben ser federales a prueba,
hombres de respeto, moderados circunspectos y de mucha prudencia y saber en
los ramos de la Administración Pública, que conozcan bien a fondo el estado y
circunstancia de nuestro país, considerándolo en su posición interior bajo
todos los aspectos y en la relativa a los demás estados vecinos, y a los de
Europa con quienes está en comercio, porque hay grandes intereses y muy
complicados que tratar y conciliar, y a la hora que vayan dos o tres diputados
sin estas cualidades, todo se volverá en desorden, como ha sucedido siempre,
esto es, si no se convierte en una zanda de pillos, que viéndose colocados en
aquella posición, y sin poder cosa alguna de provecho para el país, traten de
sacrificarlo todo a beneficio suyo particular, como lo han hecho nuestros
anteriores Congresos, concluyendo sus funciones con disolverse, llevando los
D.D. por todas partes el chisme, la mentira, la patraña y dejando envuelto al
país en un mare magnum de calamidades que jamás pueda repararse." (Juan Manuel
de Rosas).

"La organización general debe predisponerla la particular de cada provincia.
Entonces también los hombres que demuestren saber, aptitudes morales y
patrióticas, se franquearán a representar en el Congreso Federativo." (Juan
Manuel de Rosas).

Por su parte, Hipólito Yrigoyen se refirió a las características que debe
tener un gobierno nacional, haciendo particular énfasis en su contenido
justicialista: "Hemos venido a las representaciones públicas acatando los
mandatos de la opinión y estimulados por el deber de reparar, dentro de
nuestras facultades y en la medida de la acción del tiempo, todas las
injusticias morales y políticas, sociales y positivas, que agraviaron y
laceraron al país durante tanto tiempo. Por esto, no habremos de declinar en
ningún caso ni circunstancia, de tan sagrados fundamentos, porque ellos
constituyen la salud moral y física de la Patria...Tras grandes esfuerzos, el
país ha conseguido establecer su vida constitucional en todos los órdenes de
la actividad democrática; pero le falta fijar las fases primordiales de su
constitución social. Ésta no se alcanzará mientras los gobiernos no se
compenetren en su esencial deber de impulsar los medios para que la justicia
discierna sus beneficios a todos los rangos sociales, tal como los
sentimientos humanitarios imponen a la civilización. La democracia no consiste
sólo en la garantía de la libertad política: entraña a la vez la posibilidad
para todos para poder alcanzar un mínimum de bienestar siquiera." (Hipólito
Yrigoyen).

Continuación histórica de todas estas definiciones, la labor doctrinaria
cumplida por Perón detalló acertadamente el funcionamiento de una clase
política al servicio de los intereses de la Patria:

"Las comunidades modernas, como los pueblos, no valen ni por la cantidad de
territorio, ni por la cantidad de habitantes, sino por la calidad de los
dirigentes políticos que las encuadran y las conducen." (Juan Domingo Perón).

"Para gobernar se necesitan hombres de gobierno con la sensibilidad y la
imaginación indispensables para conducir a los pueblos." (Juan Domingo Perón).

"Para eso nos elige el pueblo y para eso nos paga la Nación: para organizar y
conducir." (Juan Domingo Perón).

"Las tareas de gobierno están siempre orientadas hacia dos finalidades
esenciales: la grandeza de la nación y la felicidad de su pueblo." (Juan
Domingo Perón).

"Toda tarea de conducción exige, para ser realizada, que, mediante la unidad
de concepción, se logre en germen la unidad de acción. Cuando se conducen
acciones de cualquier naturaleza sin unidad de concepción no hay unidad de
acción; cuando se conduce un país, también la unidad de acción ha de lograrse
mediante la unidad de concepción, que ha de traducirse en unidad de acción,
pero no de una manera coercitiva sino persuasiva, de auspicio o de fomento de
la acción del propio Pueblo.
La unidad de concepción se obtiene mediante una doctrina, una teoría y las
correspondientes formas de ejecución...La conducción de un país no puede
hacerse sin estos tres elementos, que concurren a integrar la unidad de
concepción. Formular un plan de gobierno es, en realidad, establecer cómo han
de tomar formas de ejecución una doctrina y una teoría. No puede haber plan
sin teoría y sin doctrina. Puede haber doctrina y teoría sin plan, es decir,
sin formas de ejecución, pero en este caso la doctrina y la teoría son
totalmente inútiles para los hombres y para los pueblos.
Para que la unidad de concepción se traduzca en unidad de acción se necesitan
tres elementos fundamentales para la conducción: el conductor, sus cuadros y
la masa organizada.
En la conducción de un país, el conductor es el Gobierno, sus cuadros
auxiliares son el Estado y la masa organizada es el Pueblo...estos elementos
de la conducción general del país se ordenan así: Gobierno centralizado,
Estado descentralizado, Pueblo libre, y todos juntos, Gobierno, Estado y
Pueblo, integran la Comunidad Organizada...los fines permanentes e inmutables
de la Comunidad Nacional Organizada son la felicidad del Pueblo y la grandeza
de la Nación.
Para alcanzar la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación, la Comunidad
Organizada debe ser socialmente justa, económicamente libre y políticamente
soberana. Ésta conclusión nos prueba que el Gobierno, el Estado y el Pueblo de
un país, en orden a su felicidad y a su grandeza, tienen que ordenar
armónicamente sus actividades sociales, económicas y políticas. El
ordenamiento armónico de las actividades mencionadas exige la valorización de
los factores que juegan en todo problema humano: materia y espíritu, individuo
y comunidad.
El colectivismo se decide por la comunidad, pero es materialista; el
individualismo se decide por el individuo, pero también es materialista; el
Justicialismo se decide por el hombre, tal como es, armonía de materia y
espíritu, y como ser social, individuo o persona humana en la sociedad humana,
con fines individuales propios y fines sociales ineludibles.
A fin de realizar el ordenamiento armónico de las actividades sociales,
económicas y políticas de la comunidad, el Gobierno debe conducir con el
auxilio del Estado las actividades económicas, sociales y políticas del
Pueblo, que es la masa organizada.
La conducción de las actividades sociales, económicas y políticas de la
Comunidad Organizada exige, como toda forma de la conducción, la existencia de
una doctrina, teoría y forma de ejecución, y de los elementos de conducción:
conductor, cuadros auxiliares y masa organizada...El Gobierno conduce con los
cuadros auxiliares del Estado, organismos estatales de acción social,
económica y política, la masa organizada.
La planificación argentina elaborada sobre estos principios tiende a señalar
objetivos fundamentales, generales y especiales para la acción social,
económica y política del Gobierno, del Estado y del Pueblo, a fin de obtener,
por la unidad de concepción y de acción, la Justicia Social, la Independencia
Económica y la Soberanía Política, que habrán de hacer la felicidad del Pueblo
y la grandeza de la Nación (Juan Domingo Perón).

Ahora bien: ¿por qué el Pueblo Argentino carece en este momento de una clase
política que actúe según sus intereses? Porque hasta el presente, el enemigo
ha hecho abortar las distintas experiencias de nuestra Revolución Nacional.
Las sucesivas interrupciones del proceso revolucionario impidieron el
desarrollo y consolidación de una clase política patriota y nacionalista,
entre otras cosas porque la victoria enemiga fue seguida, en cada
circunstancia, por la infiltración ideológica y política del Movimiento
Nacional, y por el asesinato de nuestros mejores cuadros dirigentes.

"Cuando un pueblo valiente, generoso y lleno de virtudes como el nuestro, que
ha plantado los cimientos de la libertad americana, y que la ha sostenido a
esfuerzos magnánimos, derramando su sangre, sus bienes, se ve ajado, oprimido,
degradado por la pequeña facción de hombres inmorales y corrompidos que en la
actualidad componen y son los agentes del gobierno que representa el General
Alvear, es un deber sagrado de sus hijos hacer todos los esfuerzos que
demanden las circunstancias para librar a sus hermanos y compatriotas de los
horrores que sufren, que tan de cerca amenazan a toda esta su hermana
provincia. Son, por desgracia, bien ciertos los hechos que hacen detestar a
aquellos gobernantes europeos, colocándolos en los primeros empleos lucrativos
y de honor, que debía la nación reservar para premiar los distinguidos
servicios de millares de naturales del país, que, por personalidades groseras,
se encuentran, o postergados u olvidados enteramente; otros de igual
naturaleza conferidos sólo al favor o a las relaciones de familia, cuando ni
han rendido servicios a la patria, ni reúnen los conocimientos regulares,
manifiestan que el Estado se ha convertido en un patrimonio de un determinado
número de personas que tiranizan al resto de sus compatriotas...los créditos
son tan numerosos que convencen hasta la evidencia que ellos sólo han servido
a sus fortunas particulares o al desmesurado lujo que contrastan la miseria e
indigencia en que se hallan todas las clases que componen la sociedad."
(Ignacio Álvarez Thomas).

"Quienes derrocaron al gobierno general son los mismos que en 1814 pidieron a
Carlos IV un vástago de la Casa de Borbón para que se pusiese de rey entre
nosotros (por Rivadavia); los que en 1815 protestaron al embajador español en
el Janeiro, conde de Casa Flores, que si habían tomado intervención en los
negocios de América había sido con el objeto de asegurar mejor los derechos de
S.M. Católica en esta parte de América (por Alvear); los mismos que en 1816
nos vendieron a Juan VI, entonces príncipe regente de Portugal; los mismos que
en 1819 nos vendieron al príncipe De Luca (por Valentín Gómez); en fin, los
autores de todas las desgracias en América.
América no lloraría tantas desgracias si cuando en octubre de 1811 botó esa
facción por tierra al gobierno que se había formado en 1810, un castigo
ejemplar les hubiera enseñado que no se podían hollar los sagrados derechos de
los Pueblos." (Juan Bautista Bustos).

"Muchas veces me he puesto a meditar en las causas del incremento y animosidad
que han tomado nuestras eternas discordias y voy a poner a usted mi juicio
francamente y en cuatro palabras. Yo no veo en todo este fenómeno más que
revolución y contrarrevolución...La revolución consagró el principio
'patriotismo sobre todo'; la contrarrevolución, sin atreverse a excluir este
principio, de hecho lo miró con mal ojo y dijo solo: 'habilidad o riqueza'. La
revolución, con sola el arma elemental de aquel principio, hizo prodigios y
rompió todos los obstáculos que le formaba el poder y la riqueza de sus
enemigos; pero el país tuvo la desgracia de que la revolución no le diese para
el gobierno sino superioridades falsas: las unas caían desacreditadas para
hacer lugar a las otras, que a su vez caían lo mismo. El año '20 llegaron como
a su colmo estas alteraciones y se completó entonces el descrédito de todas
aquellas autoridades de la revolución. El que quedó con el gobierno al
concluirse el año '20 era una de ellas, pero estaba en la alianza de algunas
capacidades contrarrevolucionarias. Éstas le indujeron a que asociase al
gobierno otras de la misma clase. Entonces fue que empezándose una guerra de
desprecio y olvido contra la que se llamó aristocracia revolucionaria, se
proclamó el principio de la habilidad y riqueza. Entonces se dio a los godos
el derecho de votar; ellos y extranjeros sin patriotismo subieron a destinos y
ejercieron comisiones lucrativas y de influencia, manejando nada menos que la
Bolsa del país en instituciones creadas al propósito y dando los medios de
hacer fortuna o negándolos, según la adhesión u oposición a la nueva marcha.
Así es como se ha dado un brillo al partido de la contrarrevolución, que se ha
atraído la parte más aspirante de esta y las demás provincias. El señor
Dorrego entró al gobierno, como representante de la revolución, y dio pruebas
de que no era una de las falsas superioridades; hizo servicios de que no había
sido capaz el partido contrarrevolucionario; iba venciéndolo en brillantez
sólida y aquel lo mató, así que pudo sobreponerse." (Vicente López y Planes,
en carta a José de San Martín).

"Son justísimas las observaciones que usted me hace en la suya y convengo con
usted en que el incremento que han tomado las discordias en Buenos Aires tiene
su base en la revolución y contrarrevolución." (José de San Martín, en
contestación a Vicente López y Planes).

"Desde los primeros años de nuestra independencia gobernaron los unitarios,
que al comienzo se llamaron 'directoriales'. Eran civilizados, cultos,
europeizantes, despreciaban al pueblo y gobernaron 'para el papel', como dijo
uno de ellos, Sarmiento. 
Con los federales, y sobre todo con Rosas, entran en acción las masas, las de
las ciudades y las de las campañas. Mientras los unitarios eran monárquicos y
aristócratas, en las masas estaba latente el sentimiento republicano, federal
y popular. Por esto, los unitarios y liberales no vacilaron en ofrecer, a
gobiernos extranjeros, a cambio de una ayuda contra Rosas, parte del
territorio argentino. Rosas, que tenía en el alma y en la sangre el amor a la
tierra, defendió a la Patria contra esos hombres. A su caída vuelven al poder
los unitarios. Las masas desaparecen de la escena política. Los gobernantes
vuelven los ojos hacia Europa y hacia los Estados Unidos. Oprimen al pueblo y
entregan al país al capitalismo extranjero, convirtiéndolo en una factoría.
Contra ellos se levanta Hipólito Yrigoyen. Las masas vuelven a la escena
política. Yrigoyen defiende al país contra el capitalismo extranjero y resiste
a la presión de Europa y de los Estados Unidos que quieren obligarnos a entrar
en la guerra...Hipólito Yrigoyen continúa, después de sesenta y cuatro años de
liberalismo europeizante y de sumisión al extranjero, la obra vernáculamente
argentina, federal, autónoma, popular y antiliberal de don Juan Manuel de
Rosas." (Manuel Gálvez).

"En nuestro país, la línea nuestra es la línea de la Primera Junta, Rosas,
Yrigoyen y Perón. Todos los demás gobiernos...han pertenecido a la línea
anglosajona y la han servido de una manera directa o indirecta." (Juan Domingo
Perón).

En términos generales, podemos decir que la Revolución llegó a la América
entre fines del 1700 y principios del 1800. Fue por entonces que los
habitantes de las ex-colonias inglesas, portuguesas y españolas iniciaron su
lucha patriótica por la independencia y por la libertad.
Las características históricas, políticas, sociales, económicas y culturales
eran distintas entre las ex-colonias inglesas, por un lado, y las ex-colonias
portuguesas y españolas, por el otro. Entre varios elementos, cabe destacar
que los habitantes de las ex-colonias inglesas ejercían desde mucho tiempo
antes distintas formas de funciones civiles y gubernamentales. Esta práctica
tenía su origen en costumbres enmarcadas en el derecho inglés a partir de la
Carta Magna del siglo XIII. Por el contrario, esto no ocurría en las
ex-colonias portuguesas y españolas, donde las respectivas metrópolis ejercían
el poder con puño de hierro y manteniendo a la población en la más degradante
ignorancia y embrutecimiento.
Las diferencias señaladas entre la Norteamérica anglosajona y Nuestra América
determinaron las características propias de ambos procesos revolucionarios y
las modalidades que debía necesariamente adoptar el proyecto emancipador en
cada una de las dos regiones. Es decir: para ser viable, el proyecto nacional
debía respetar las características específicas del medio social.
Si bien es cierto que a lo largo de la historia se verifica una constante
lucha entre las distintas clases que componen la sociedad, también lo es que
estas clases sociales se coaligan entre sí por identificación política,
económica y cultural conformando nacionalidades. Así surgen los pueblos, que
dan vida a estas nacionalidades y que, en tanto tales, se enfrentan a las
políticas de dominación y explotación de los imperios de turno. Dos cosas:

1º) Una clase social por sí sola no puede liberar a su Patria de la dominación
extranjera, por lo cual la lucha revolucionaria se lleva a cabo por los
pueblos organizados en Movimientos Nacionales.

2º) La madurez política de un pueblo alcanza su punto más alto cuando las
clases que lo componen actúan con conciencia nacional, con unidad y
solidaridad entre ellas, articulando su interés táctico de clase con su
interés estratégico de nacionalidad.

En la Norteamérica anglosajona, el pueblo llevó adelante su lucha por la
independencia y por la libertad, triunfó y construyó su proyecto nacional bajo
forma de república. Semejante cosa fue posible porque la república era el
modelo apropiado según las características específicas de esa sociedad. 
En Nuestra América, la correcta apreciación de sus circunstancias permitió a
las ex-colonias portuguesas construir un proyecto nacional que garantizara su
unidad política. Así, Pedro I asumió como emperador concentrando el poder en
sus manos en el marco de un modelo que impidió la disgregación y que preparó
las condiciones para la república.
Por el contrario, las ex-colonias españolas no respetaron sus propias
circunstancias y quisieron construir un proyecto nacional bajo forma de
república, copiando teorías y constituciones extranjeras y trasladando
esquemáticamente modelos ajenos a nuestra realidad. La consecuencia de
semejante error fue el aborto del proyecto nacional y la disgregación en una
veintena de países separados entre sí.
José de San Martín identificó lo que ocurriría si no se tenían en cuenta las
circunstancias específicas de nuestra sociedad y fue quien concibió el modelo
apropiado para hacer viable el proyecto nacional en las ex-colonias españolas.


"Yo apoyo mi opinión sobre las circunstancias del día." (José de San Martín).

"...convencido de la imposibilidad de erigir estos países en república: al fin
yo no deseo otra cosa que el establecimiento del gobierno que se forme sea
análogo a las circunstancias del día, evitando por este medio los horrores de
la anarquía." (José de San Martín).

"Visto que veinticuatro años de ensayos no han producido más que calamidades,
y por la verdad demostrada que el título de un gobierno no está asignado sobre
la base más o menos de sus principios, pero sí sobre la influencia que tiene
en la felicidad de los que obedecen, dejémonos de teorías." (José de San
Martín).

"Como la esencia de las cosas llene el objeto, lo demás es sin importancia."
(José de San Martín).

"El mejor gobierno no es el más liberal en sus principios, sino aquel que hace
la felicidad de los pueblos que obedecen." (José de San Martín).

"Grandes y terribles males ha sufrido el Bajo Perú después de la terminación
de la guerra de la independencia; desgraciadamente, esta calamidad le ha
cabido en suerte a todos los nuevos Estados de América lo que demuestra que
son unas mismas las causas que influyen en las agitaciones, pero puede
asegurarse, sin temor de equivocarse, que la principal es que sus
instituciones no están en armonía con el carácter, educación, castas,
religión, ignorancia, etc. de nuestros pueblos. Esto demuestra que un buen
gobierno no está asignado sobre la liberalidad de sus principios, pero sí por
la influencia que tiene en la felicidad de los que obedecen." (José de San
Martín).

"...una forma de gobierno pronta, segura y bajo bases permanentes, de modo que
contenga las pasiones violentas y no pueda haber las oscilaciones que son tan
comunes en tiempo de revolución." (José de San Martín).

"Confieso que el bosquejo que usted me hace me contrista aunque no me
sorprende. Digo que no me sorprende porque conociendo, como usted debe
persuadirse conozco bien a fondo el estado de nuestra América, no se necesita
una gran previsión para haber calculado todo lo que actualmente sucede y lo
que sucederá sin incurrir en mucho error cual serán los desenlaces finales,
aunque muy difícilmente calcular la época de su terminación.
Usted no debe haberse olvidado las infinitas veces que le he dicho que nuestra
gran crisis se experimentaría al concluirse la guerra de emancipación. Ella
era indispensable visto el atraso y los elementos de que se compone la masa de
nuestra población, huérfanos de leyes fundamentales y por agregado las
pasiones individuales y locales que ha hecho nacer la revolución. Estos males
se hubieran remediado en mucha parte si los hombres que han podido influir se
hubieran convencido de que para defender la causa de la independencia no se
necesita otra cosa que un orgullo nacional, pero que para defender la libertad
y sus derechos se necesitan ciudadanos, no de café, sino de instrucción, de
elevación de alma, y por consiguiente capaces de sentir el intrínseco y no
arbitrario valor de los bienes que proporciona un gobierno representativo.
Cinco años ha estado a mi lado. Usted más que nadie debe haber conocido mi
odio a todo lo que es lujo y distinciones, en fin, a todo lo que es
aristocracia. Por inclinación y por principios amo el gobierno republicano y
nadie, nadie lo es más que yo. Pero mi afección particular no me ha impedido
el ver que este género de gobierno no era realizable en América, sino pasando
por el alambique de una espantosa anarquía y esto sería lo de menos si se
consiguiese los resultados, pero la experiencia de los siglos nos ha
demostrado que sus consecuencias son la tiranía de un déspota. Ello lo dirá."
(José de San Martín).

"Sacrificaría mil veces mi existencia por sostener la república." (José de San
Martín).

"Son justísimas las observaciones que usted me hace en la suya y convengo en
que el incremento que han tomado las discordias de Buenos Aires tiene su base
en la revolución y contrarrevolución; mas si se extiende la vista a mayor
distancia, es decir, a todas las antiguas colonias españolas, se abre un campo
mucho más extenso al observador. Por todas partes los nuevos Estados,
presentan los mismos síntomas, el mismo grado de desórdenes y la misma
inestabilidad. Si sus relaciones políticas o comerciales los uniesen entre sí
como al viejo continente, tanto para la facilidad de sus diarias
comunicaciones como por el encadenamiento de sus recíprocos intereses y rápido
contacto de las ideas, podría asegurarse que la impulsión era dada a la
América por un sentimiento general; mas los nuevos Estados aislados entre sí
mucho más que lo están con la Europa, no permite creer que la simultánea y
exacta igualdad que se nota en veinte años de no interrumpidas agitaciones,
sea el efecto de una impulsión moral que los arrastra, sino al contrario que
la causa o el agente que los dirige no pende tanto de los hombres como de las
instituciones, en una palabra, las cuales no ofrecen a los gobiernos las
garantías necesarias.
Dos son las bases sobre las cuales reposa la estabilidad de los gobiernos
conocidos, a saber: en la observancia de las leyes o en la fuerza armada. Los
representativos se apoyan en la primera, los absolutos en la segunda. De ambas
garantías carecen los de América.
El ejemplo de la fuerza, siendo incompatible con nuestras instituciones es por
otra parte el peor enemigo que éstas tienen como la experiencia lo ha
demostrado y porque nuestros guerreros criados en la revolución y partidos se
resentirán siempre de su influencia. En mi opinión, en vano se sucederán los
hombres en el mando los más justificados. Sin esto todos los demás medios que
se empleen no serán más que paliativos. Tal es mi opinión y creo que esta será
la de todo patriota honrado. Usted tendrá presente que pocos días antes de mi
venida a Europa tuvimos una conferencia sobre este particular;
desgraciadamente, el tiempo que ha transcurrido desde aquella época no ha dado
motivo para cambiar de opinión.
Veinte años de tristes y espantosas experiencias y veinte años en busca de una
libertad que no ha existido, deben hacer pensar a nuestros compatriotas con
alguna más solidez y lo dificulto...No es en los hombres en donde debe
esperarse el término de nuestros males. El mal está en las instituciones y sí
sólo en las instituciones." (José de San Martín).

"Yo estoy firmemente convencido de que los males que afligen a los nuevos
Estados de América no dependen tanto de sus habitantes como de las
constituciones que los rigen. Si los que se llaman legisladores en América
hubieran tenido presente que a los pueblos no se les deben dar las mejores
leyes, pero sí las mejores que sean apropiadas a su carácter, la situación de
nuestros países sería diferente." (José de San Martín).

Si bien el Libertador era republicano, comprendió con tremenda lucidez que el
desarrollo social no había alcanzado un punto que permitiera construir en las
ex-colonias españolas un proyecto nacional bajo forma de república. Debido a
esto, propugnó la coronación de un príncipe europeo que garantizara la unidad
nacional de todas las ex-colonias españolas bajo un poder único, fuerte y
centralizado capaz de neutralizar las tendencias disgregadoras y de asegurar
el respeto de las potencias del viejo continente a nuestra independencia
(precisamente de la misma manera en que se había hecho en las ex-colonias
portuguesas con la coronación de Pedro I).
La miopía política de muchos que eran sinceros patriotas y las intrigas de
quienes eran enemigos impidieron que San Martín concretara el proyecto acorde
a nuestras circunstancias. El resultado quedó a la vista: las ex-colonias
inglesas construyeron Estados Unidos; las ex-colonias portuguesas conformaron
el Brasil; las ex-colonias españolas quedaron partidas en un montón de países
distintos, desconectados entre sí, fáciles de dominar desde el extranjero y
habitualmente enfrentados en guerras fraticidas.
Política es realidad, y a la realidad se la afirma o se la niega.
Las características propias de Nuestra América a principios del 1800 hacían
imposible aplicar un proyecto nacional bajo forma de república en los términos
en que fue realizado en la Norteamérica anglosajona. Lo realista era crear
nuestro proyecto nacional a través de un modelo propio que respetara nuestras
circunstancias. Lo más avanzado y lo más acertado no era traer la constitución
de Estados Unidos o las ideas europeas sino elaborar nuestras propias
constituciones y nuestras propias ideas según nuestro propio medio social. No
comprender esto nos costó la fragmentación y el aborto del proyecto nacional,
cuyos principales agentes internos fueron el caudillismo y la anarquía, y cuyo
principal agente externo fue la estrategia foránea de dividir para reinar. 
En la Argentina, particularmente, se ha verificado a lo largo de los últimos
200 años una puja permanente entre la Revolución (que impulsa un Proyecto
Nacional) y la contra-revolución (que hasta ahora ha impuesto un "régimen"
anti-nacional).
Ese Proyecto Nacional que postula la Revolución es nuestra Obra Suprema de
Nacionalidad que aún está pendiente y sin la cual no tenemos la menor
perspectiva de futuro ni de realización personal o social.

"Serás lo que hay que ser, si no eres nada." (José de San Martín).

La Revolución Nacional en la Argentina se llevó acabo según las propias
características de cada circunstancia, tanto en la obra de Restauración, de
Reparación y de Dignificación.
La experiencia histórica del Pueblo Argentino, con sus propias
particularidades, ha dado lugar a la creación de nuestra Doctrina Nacional,
argentina, criolla, autóctona y fiel reflejo de nuestra idiosincracia. Sus
fuentes directas son las enseñanzas de la lucha argentina y americana de estos
doscientos años, el pensamiento y la acción de nuestros máximos próceres y
referentes, la antigua filosofía griega y el pensamiento político moderno.
El ideario sanmartiniano, rosista, yrigoyenista y peronista alcanzó su máxima
elaboración sistemática en el marco de la Doctrina Justicialista.
El Justicialismo es la formulación doctrinaria de la Argentinidad y, si bien
se lo ha identificado hasta hoy exclusivamente con la experiencia histórica
del Movimiento Peronista, excede ampliamente la misma, y de hecho es el
producto acumulado de toda la lucha política del Pueblo Argentino. Es cuestión
de estudiar a fondo la obra encabezada sucesivamente por San Martín, Rosas,
Yrigoyen y Perón para darse cuenta y verificar que los criterios políticos
sustentados por ellos eran los mismos y que los aplicaban de una forma o de
otra según las circunstancias. Es más: resulta evidente que las proclamas de
Rosas recogen los análisis sanmartinianos que el Restaurador conoció tanto por
su propia correspondencia con el Libertador como por boca de sus principales
asesores y ministros (entre ellos Guido y Sarratea) estrechamente vinculados a
San Martín.
El origen rosista de la familia de Yrigoyen, su vida en el campo, su
conocimiento de nuestra historia y la permanente referencia a Rosas explican
la identidad entre el perfil político del jefe radical y el caudillo federal.
La concepción de la Comunidad Organizada desarrollada doctrinariamente por
Perón nos remite directamente a la gobernación de Cuyo por San Martín, donde
por primera vez se ejecutó dicha política. El criterio racional, equilibrado,
justo, humanista y patriota que caracterizó siempre al Libertador (quien,
entre otras cosas, fue el primero en dictar leyes laborales en favor del
trabajador) constituye la base estratégica de la concepción justicialista que
el General Perón, al igual que San Martín, profundiza, fundamenta y actualiza,
según nuestras propias circunstancias, en el estudio de la antigua filosofía
griega y del pensamiento político moderno.

"Hemos dado una doctrina que no hemos extraído de nosotros sino del pueblo."
(Juan Domingo Perón).

"Algunos dicen que es mi doctrina; sí, yo la he hecho, pero la he bebido en el
pueblo y la he recibido del pueblo. Soy solamente un intermediario del pueblo
que he tenido, diremos, la condición de captar del pueblo qué es lo que el
pueblo quiere y de ir realizándolo como interpreto que el pueblo lo quiere."
(Juan Domingo Perón).

"El Movimiento Nacional Argentino, que llamamos Justicialismo en su concepción
integral, tiene una doctrina nacional." (Juan Domingo Perón).

No debemos perder de vista que nuestros máximos referentes históricos fueron
hombres de elevada moral, de mucha cultura, de conocimientos políticos
profundos, de sentimiento patriota, de elaboración lúcida y realista. No
fueron improvisados en modo alguno y no "tocaban de oído". Conviene tener esto
en claro y actuar a ejemplo de ellos.
Hoy, no podemos perder de vista el marco político dentro del cual nosotros
actuamos, que se caracteriza por la continuidad del enfrentamiento entre la
Revolución y la contra-revolución. Así, muchos agentes enemigos hablan de
"Justicialismo" pero en la práctica deforman y desvirtúan el contenido de
nuestra Doctrina Nacional Argentina. Esto forma parte de la infiltración
ideológica contra el Movimiento Revolucionario.
Tanto Adam Smith como Carlos Marx tuvieron continuadores supuestamente
liberales y marxistas que, en realidad, no fueron ni una cosa ni la otra, lo
cual no permite desmerecer las doctrinas originales formuladas por ambos.
¿Se puede condenar a Washington por lo que hizo Truman, a San Martín por
Rivadavia, a Bolívar por Santander, a Martí por Estrada Palma, a Lenin por
Stalin, a Perón por Menem? No, no se puede, porque sería injusto y totalmente
fuera de la realidad. Hay que separar la paja del trigo.
Lo que los argentinos debemos hacer es estudiar y analizar a fondo nuestro
propio proceso histórico, porque es dentro de él que actuamos y nos
desenvolvemos. Sin duda, no hay cosa más importante que el deseo de aprender y
conocer, pero esto debe comenzar por nuestras propias circunstancias porque es
sobre éstas que se cumple nuestra existencia y sobre las cuales debemos
influir acertadamente.
Debemos conocer bien la lucha argentina, que está llena de abnegación y de
heroísmo; aprender de los hombres que forjaron a la Patria, nuestros próceres;
trabajar para profundizar y comprender sus ideas y sus acciones. Es patética
la forma en que muchos supuestos historiadores, politólogos e "intelectuales"
pretenden juzgar desde un pedestal "científico" la política de nuestros
máximos referentes históricos sin tener el menor conocimiento ni fundamento.
De hecho, es habitual encontrarse con quienes, por haber leído algún que otro
material, ya pretenden "dar cátedra" y, peor aún, se atreven a señalar con el
dedo supuestos errores de quienes fueron los jefes y conductores de nuestro
pueblo. El principal error: querer analizar la política de nuestros líderes
sin tener la comprensión de la política que ellos tuvieron.
En política, son fundamentales el radar y el telescopio: el primero da la
visión panorámica y el segundo la longitud de vista (que entre otras cosas
otorgan capacidad de prever). Muchos que no poseen estos elementos porque ni
siquiera se han preocupado por adquirirlos, se ponen a juzgar muy sueltos de
cuerpo la política de nuestros próceres, que fue realizada con visión
panorámica, con longitud de vista y según las circunstancias. Se trata de
pretendidos "censores" que actúan llenos de vanidad y egocentrismo, lo cual
los lleva a querer señalar errores sin tener en cuenta las condiciones de
tiempo y lugar ni los factores en juego. Por ejemplo, estas dos verdaderas
zonceras: "San Martín no comprendió a Artigas" y "Perón no comprendió la señal
que hubiera dado trasladando su exilio de España a Cuba". La pregunta
necesaria es: quienes hacen estas afirmaciones, ¿comprendieron a San Martín y
a Perón? Pareciera que no, y vaya a saber dónde tienen puesta la cabeza.
Entonces, ¿qué necesitamos? Argentinos compenetrados con nuestra realidad, que
no repitan por boca de loro todo tipo de zoncera, porque con semejante error
confunden, deforman, mienten y terminan trabajando para el enemigo.
Necesitamos argentinos que analicen la política posicionados desde nuestro
país y desde nuestro pueblo, que tengan ánimo de interpretar y valorizar en
lugar de juzgar y recriminar. No necesitamos pretendidos "académicos" o
"científicos" (San Martín y Rosas los llamaban despectivamente "doctores") que
parten siempre de subestimar a nuestra gente. Necesitamos analistas,
doctrinarios y verdaderos artistas de la política que tengan orgullo nacional,
patriotismo, espíritu revolucionario y que quieran contribuir a formar a las
nuevas generaciones de argentinos en base a las enseñanzas de nuestra propia
experiencia histórica y con el respeto que nuestro pueblo y nuestros próceres
merecen.

"Las instituciones que se forman al empezar una grande época se perpetúan por
las ideas que cada generación recibe cuando pasa por la edad en que averigua
con respeto el origen de lo que han venerado sus padres." (José de San
Martín).

"General, no hay un verdadero argentino, un americano que al oír el nombre
ilustre de usted y saber lo que usted hace todavía por su patria y por la
causa americana no sienta redoblar su ardor y su confianza." (Juan Manuel de
Rosas, en carta a José de San Martín).

La política no se aprende, se comprende, y para esto resulta indispensable
conocer los hechos objetivos y dominar también los principios de la conducción
política, para que, sobre la base de la utilización combinada de ambos, se
pueda emitir buen juicio conforme a la realidad y a nuestros objetivos
nacionales.
A lo largo de la historia, cada pueblo ha tenido sus luchas, sus líderes y sus
ideólogos. Nosotros los respetamos a todos pero decimos también que nuestra
acción política, para ser acertada, debe basarse necesariamente en nuestra
propia experiencia histórica y en las ideas que los hombres y mujeres de
nuestro pueblo han desarrollado al calor de nuestra propia lucha nacional.
El Movimiento Revolucionario Argentino ha dado protagonistas verdaderamente
brillantes y esclarecidos; es un deber inexcusable de todos nosotros
aprovechar lo realizado por ellos.
La teoría extranjera más "perfecta" no nos sirve tanto como una estrofa del
Martín Fierro, unas décimas de Atahualpa Yupanqui o un razonamiento de Arturo
Jauretche, concebido todo esto desde la raíz misma de nuestra nacionalidad,
desde nuestra idiosincracia y desde nuestra realidad.
Nosotros no somos necios, por lo cual no negamos tipo alguno de conocimiento.
Sencillamente, planteamos la necesidad de posicionarnos desde lo nuestro y, a
partir de ahí, metabolizar lo de afuera como aporte externo que enriquezca lo
propio, argentinizándolo.
Desde nuestro punto de vista argentino, resulta evidente que los dos modelos
externos que nos fueron presentados han fracasado: el proyecto comunista no se
ha llegado a aplicar en país alguno y los intentos que se hicieron se cayeron
todos; el proyecto capitalista sí se ha aplicado y se sigue aplicando, pero su
resultado está a la vista: el genocidio de la raza humana y la destrucción del
planeta. ¿De qué sirve que tres o cuatro hombres viajen al espacio si aquí en
la tierra tenemos miles de millones de personas en la más espantosa miseria?
¿No es un insulto al hombre medir el grado de su evolución por el consumo de
bienes materiales que alcanza?
Ninguno de esos dos proyectos tienen relación con nuestra realidad, nuestra
historia, nuestra forma de ser, nuestros valores, nuestro anhelo de
independencia, justicia y libertad.
Nosotros los argentinos fuimos avanzando hasta construir nuestro propio
modelo, la Comunidad Organizada según la concepción justicialista. Nuestro
modelo nos dio muy buen resultado durante los diez años que lo aplicamos, a
tal punto que sólo por la fuerza pudieron privarnos de él. En 1955, el
Justicialismo se estaba aplicando con absoluta eficacia, éxito y buenos
resultados, sustentado en la legalidad y en la legitimidad que le daba el
abrumador apoyo político del Pueblo Argentino. Precisamente por esto fue que
el enemigo debió utilizar la violencia armada para eliminarlo.
A mediados de la década del '40, Perón organizó una comisión de
aproximadamente doscientos argentinos cuya tarea sería elaborar la base de un
Proyecto Argentino para los argentinos. Ellos hicieron el trabajo, lo
entregaron a Perón y éste inició su ejecución al mismo tiempo que lo dotaba de
una fundamentación filosófica, ideológica, doctrinaria y política. Y fue uno
de sus colaboradores en la Secretaría de Trabajo y Previsión, el Doctor
Stafforini, quien según el propio General contó, le dio el nombre al proyecto:
"Pongámosle Justicialista", dijo Stafforini.

"La concepción justicialista, que nace en 1945, es una concepción simple, con
una base filosófica firme y que obedece a un concepto cristiano y humanista de
la política.
Indudablemente que el mundo ha venido desarrollando una evolución que hay que
captar si queremos darle una continuidad congruente en el futuro. Es de ahí de
donde parte el Justicialismo.
Es indudable que el capitalismo, que se instaura como sucesor del medioevo,
trae consigo la empresa, la máquina, que modifica extraordinariamente la
actividad de la comunidad. 
No podemos negar que en los dos siglos de acción del capitalismo, el mundo,
técnica y científicamente, ha progresado más que en los diez siglos
precedentes. Aunque, indudablemente, ese progreso ha gravitado sobre las
espaldas de los pueblos que han vivido sacrificados y miserables durante esos
dos siglos.
Llegamos a este momento, en que se ha producido una gran revolución con
aspiraciones de ser revolución mundial (la revolución rusa) y que un sinnúmero
de revoluciones han explotado en el mundo como reacción contra ese sistema que
impone el sacrificio de los pueblos para el avance científico y técnico de la
humanidad.
Indudablemente que hoy los pueblos están muy esclarecidos en razón de los
medios de comunicación, de la televisión, la radio, los diarios, las revistas,
en fin, eso ha esclarecido a las masas populares, que han llegado a darse
cuenta que se prepara para el futuro otro sacrificio semejante para obtener un
progreso parecido. Y ya no quieren los pueblos que eso se realice sobre el
sacrificio, el dolor, el hambre y la miseria de ellos. Así es como nosotros lo
vemos.
Entonces, es necesario que ofrezcamos a los pueblos la posibilidad de que
trabajen felices, con un grado suficiente de dignidad, para un progreso
técnico y científico de la humanidad que quizás no sea tan grande como el que
ha venido asegurando el capitalismo, pero por lo menos que no sea sobre el
sacrificio de nadie. Pueblos felices, trabajando sobre la grandeza de un mundo
futuro, pero sin sacrificio y sin dolor, que eso es lo humano, que eso es lo
natural, y que es también lo científico.
Entonces, debe haber una Tercera Posición, que es la que concibe el
Justicialismo, donde el hombre, en una comunidad que se realiza, pueda también
realizarse él como ente humano. Ésa es la verdadera concepción justicialista."
(Juan Domingo Perón).

"El Justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica,
popular, profundamente cristiana y profundamente humanista. Como doctrina
política, el Justicialismo realiza el equilibrio del derecho del individuo con
el de la comunidad.
Como doctrina económica, el Justicialismo realiza la economía social poniendo
el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social.
Como doctrina social, el Justicialismo realiza la justicia social, que da a
cada persona su derecho en función social." (Juan Domingo Perón).

Los sectores y las clases que luchan por su liberación se organizan en
Movimiento Nacional y pasan a la ofensiva política a partir de que encuentran
un líder. Éste no es alguien que baja desde el cielo, con truenos y
relámpagos, sino que surge de entre esos mismos sectores y clases en el
transcurso de la lucha.
Unidas por la figura carismática del líder y su conducción política eficaz,
las masas pujan por la toma del poder y, conseguido esto, por ejecutar el
programa revolucionario. En la medida en que lo consiguen, se consolida la
Revolución, se avanza hacia su institucionalización y más tarde la
organización suplanta al líder. Pero si la contra-revolución hace abortar el
proceso revolucionario, todo debe arrancar otra vez desde el principio.
Sin duda, en la Argentina hemos cumplido ya la etapa doctrinaria de la
Revolución Nacional y nuevamente debemos encarar la toma del poder. Es decir:
tenemos definidos nuestros objetivos (la felicidad del Pueblo y la grandeza de
la Nación) y la forma de cumplirlos (la Comunidad Organizada); corresponde
entonces aplicar la estrategia pertinente para tomar el poder y ejecutar
nuestro programa.

"Por lo general, los movimientos revolucionarios cumplen indefectiblemente
cuatro etapas. La primera es la del adoctrinamiento; la segunda, la toma del
poder; la tercera, lo que podríamos llamar la etapa dogmática, y la última, la
institucionalización de la revolución." (Juan Domingo Perón).

En la lucha del Pueblo Argentino por la toma del poder, la juventud tiene un
papel fundamental, esa misma juventud que se movilizó en los últimos días del
2001 y que debe construir su propia identidad política.
La historia exige la regeneración del Movimiento Nacional a través de una
nueva forma organizativa en la cual las nuevas generaciones deberán tener un
rol protagónico y de conducción. De la actual clase política nada podemos
esperar, más que por corrupta, por traidora y vendepatria.
En la Argentina, y a diferencia de lo que nos han hecho creer, el problema no
es la corrupción sino la colonización. Podemos eliminar la corrupción
administrativa pero eso no va a solucionar nuestros problemas, que son
consecuencia del sometimiento de nuestro país al capitalismo transnacional. Lo
que ocurre es que el enemigo busca siempre distraernos con cuestiones
secundarias que nos alejan de la esencia del asunto. Países como Alemania,
Francia, Inglaterra o Estados Unidos presentan habitualmente problemas de
corrupción y sin embargo eso no impide que funcionen según su respectivo
interés nacional.
Bajo un "régimen" apátrida como el que nos han impuesto, es lógico que la
corrupción se expande y corroe todos los planos de la vida social. La
corrupción administrativa es sólo una parte. Pero lo fundamental es ver que lo
corrupto es el "régimen" en sí mismo, el sistema, de lo cual se desprende la
degradación de nuestra gente. Entonces, la mejor forma de combatir la
corrupción es atacando al "régimen", y en este momento su flanco más
vulnerable está en la absoluta pérdida de legitimidad de su clase política,
porque el acto de corrupción más infame es la traición a la Patria.
El Pueblo Argentino se muestra muy esclarecido; sólo le falta contar con
dirigentes patriotas que le sean leales y que lo conduzcan al logro de sus
objetivos.
La juventud argentina posee una grandeza de alma digna de su raza, con una
mentalidad, un carácter y una madurez acorde a la evolución de los tiempos,
todo lo cual la convierte en el sector más indicado para proporcionar los
elementos de una nueva clase política argentina. En este sentido, el principal
trabajo a realizar consiste en formar los nuevos cuadros en el amor a la
Patria, en el respeto a quienes nos precedieron en la lucha y en los
principios de nuestra doctrina actualizada.

"Las viejas generaciones tienen la obligación de dar paso a las nuevas, que
representando el futuro son las encargadas de asegurar el destino de nuestro
pueblo. Ello obliga a un trasvasamiento generacional indispensable." (Juan
Domingo Perón).

"La palabra ahora es la lucha, y la lucha se la vamos a hacer ¡en todas partes
y en todo lugar!". (Juan Domingo Perón).

A lo largo de todo el año 2001, el capitalismo transnacional impuso un
siniestro plan cuyo objetivo era crear las condiciones económicas para la
destrucción política de la República Argentina. Como principal cuadro enemigo,
Domingo Cavallo era el responsable de dirigir la aplicación de dicho plan en
el terreno de operaciones; en su rol de mandatario, De la Rúa proporcionaba al
técnico la necesaria cobertura política.
La profundización de la acción enemiga a lo largo de todo el año 2001 hizo que
cada vez más sectores enfrentaran al gobierno, incluyendo a importantes
empresarios nacionales perjudicados por la transnacionalización. Entonces, la
mayoría de la clase política y de la prensa se volcaron también a cuestionar
el modelo económico, aislando a la dupla De la Rúa-Cavallo y coincidiendo en
los hechos con el campo popular.
A lo largo de todo el año, pareció que se "palpaba" la caída "inminente" del
gobierno, pero eso no llegaba, no ocurría, y no hubiera sucedido de no ser por
la decidida acción política del Pueblo Argentino. De no haber intervenido las
masas, se hubiera continuado exactamente en la misma situación dado que la
oposición de algunos sectores y de ciertos referentes no podía, por sí sola,
tirar abajo a quienes tenían detrás de sí todo el aparato de la burguesía
transnacional. En este sentido, distintos momentos no pasaron de ser más que
microclimas fomentados por algunos medios de comunicación que resultaron
absolutamente impotentes para modificar la situación. 
Sólo el Pueblo, así con mayúscula, el Pueblo Argentino, con su intuición y con
su fortaleza, podía detener a esos monstruos desalmados que estaban asesinando
a la Patria.

"Muchos han despreciado el ingenio y el poder del pueblo, pero, a largo plazo,
han pagado caro su error. Los pueblos siguen la táctica del agua; las
oligarquías, la de los diques que la contienen, encausan y explotan. El agua
aprisionada se agita, acumula caudal y presión, pugna por desbordar; si no lo
consigue, trabaja lentamente sobre la fundación, minándola y buscando
filtrarse por debajo; si puede, rodea; si nada de esto logra, termina en el
tiempo por romper el dique y lanzarse en torrente. Sin aluviones. Pero el agua
pasa siempre; torrencial y tumultuosamente, cuando la compuerta es impotente
para regularla." (Juan Domingo Perón).

"Cuando un pueblo se decide a la lucha por su liberación es invencible y ha de
empeñarse en ella con verdadera pasión, siguiendo la táctica del agua, que
siempre pasa, persuadido y seguro de triunfar mientras cuente con la firme
voluntad de vencer." (Juan Domingo Perón).

Finalmente, el gobierno fue a parar a manos de Eduardo Duhalde, quien es parte
de la misma clase política traidora y vende-Patria que nos llevó a esta
situación. De hecho, Duhalde fue compañero de fórmula de Carlos Menem y
gobernaba con él cuando se entregaron nuestras empresas públicas. 
Ahora bien: Hay que seguir paso a paso todos los planos de acción en que se
mueve Duhalde y la forma en que reacciona frente a ello el capitalismo
transnacional. Nuestro objetivo debe ser influir en la situación para bien de
nuestro país y sin hacerle el caldo gordo al enemigo. El planteo de situación
debemos hacerlo según los intereses de la Argentina y de los argentinos,
dejando de lado todo interés particular, egoísta, mezquino y calculador. 

"Yo estoy firmemente persuadido que la pasión de mandar es la más dominante
que tiene el hombre y que se necesita una filosofía cuasi sobrenatural para
resistir a sus alicientes." (José de San Martín).

Nuestro objetivo central es servir a la Patria, ser útiles de alguna manera a
nuestro país y a nuestro pueblo. En este sentido, hablamos con franqueza y
nadie nos corre ni por un lado ni por el otro, sencillamente porque no hacemos
la menor especulación y no nos guía, en modo alguno, "la pasión de mandar".

"Seamos capaces de pensar, seamos capaces de prever, y empeñémosnos en las
empresas importantes, con todo el empeño que debemos poner, dejando las cosas
subsidiarias y secundarias...para resolver entre amigos que buscan y quieren
un destino común." (Juan Domingo Perón).

Con visión panorámica y mirando más allá, debemos ejecutar una política que
aproveche el grado de politización y de movilización alcanzado por el Pueblo
Argentino para hacer triunfar la Revolución Nacional.

"Mi existencia misma la sacrificaría antes que echar una mancha sobre mi vida
pública, que se pudiera interpretar por la ambición." (José de San Martín).

La sabiduría del Pueblo Argentino se está mostrando con absoluta claridad en
estos días: sabe que Duhalde no le gusta pero también que, en este momento, no
tiene con quién reemplazarlo; cuestiona a la clase política en su conjunto; se
mantiene politizado y movilizado, pero dirige sus pasos contra los bancos y
las empresas españolas; se manifiesta en paz, tranquilo, ordenado y toma
distancia de quienes pretenden perturbar y enturbiar la situación; piensa,
razona y busca la dirección más acertada para su marcha.
El enemigo tiene claro el proceso y su preocupación más grande es sobre cómo
detener el avance del Pueblo Argentino y retrotraerlo a su anterior estado de
parálisis política. La única forma en que puede conseguir esto es mediante un
duro golpe de fuerza, y está por verse, aún en ese caso, si logra su objetivo.
Es decir: el enemigo sabe que para cumplir con sus intereses debe hacer
abortar, de una forma o de otra, el proceso iniciado el 20 de diciembre del
2001.
Éste es un momento clave porque el estado de politización y de movilización de
nuestra gente la hace permeable a un eficaz trabajo de adoctrinamiento, es
decir, de organización.
Tenemos ahora una masa inorgánica; debemos adoctrinarla para poderla conducir.
Identificar el proceso y la importancia del momento resulta fundamental,
porque se le ha abierto al "régimen" un flanco por donde pegarle y avanzar.
Insisto en algo: sólo un golpe de Estado puede servir a los fines del enemigo,
por lo cual debemos estar alertas. 

"Todas las empresas tienen un momento decisivo: en la guerra es difícil
conocerlo y mucho más saberlo aprovechar." (José de San Martín).

Martín Fierro dijo que "nada enseña tanto como el sufrir y el llorar". Pues
bien: la propia experiencia le ha demostrado al Pueblo Argentino en qué
dirección debe ir nuestro país y no se requiere demasiado esfuerzo para
definir un plan. Todos sabemos ya que hay que extirpar de raíz esta clase
política, que hay que cambiar la Corte Suprema y reestructurar todas las
instituciones del Estado, que hay que nacionalizar la economía y que hay que
aplicar la más estricta justicia social. El tema es hacerlo, para lo cual se
debe vencer el obstáculo poderoso que constituyen las fuerzas oscuras de la
contra-revolución. Es decir: el primer paso es resolver el problema político.

"La solución del problema político dará lugar a las demás soluciones." (Juan
Domingo Perón).

"Nadie puede solucionar un problema social si antes no soluciona un problema
económico, y nadie soluciona un problema económico sin antes solucionar un
problema político." (Juan Domingo Perón).

Para nosotros, todo el problema político argentino pasa por tener un pueblo
organizado. Si somos capaces de llevar acabo esta tarea, nada ni nadie nos
puede detener. Así, la continuación del proceso y su rumbo político estarán
garantizados.

"A la explotación le conviene el individualismo aislado y, en consecuencia,
indefenso." (Juan Domingo Perón).

"No se vence con violencia: se vence con inteligencia y organización." (Juan
Domingo Perón).

"Para conducir una cantidad de personas es necesario que tengan una
organización." (Juan Domingo Perón).

"Si el pueblo quiere libertad ha de organizarse." (Juan Domingo Perón).

"Solamente es dueño de sus destinos un pueblo organizado. Los pueblos que no
se organizan no serán jamás dueños de su destino; serán instrumentos de los
organizados.
Los pueblos tienen una de estas dos características: organizados, son dueños
de su destino; desorganizados, son instrumentos de los organizados,
generalmente pequeños núcleos que cargan con la parte del león en el reparto
de los beneficios del trabajo de la comunidad." (Juan Domingo Perón).

"No se puede organizar creyendo que esa tarea es sólo juntar gente...organizar
no es juntar gente, es aunar voluntades conscientes con una finalidad, es
decir, con un objetivo...No interesa lo que se grite, interesa lo que se
siente y lo que se piensa y también lo que se hace." (Juan Domingo Perón).

"Cuando uno tiene que realizar una organización, lo primero que hay que pensar
es que hay que dar a cada uno de los componentes de esa organización un alma
conformada a lo que se quiere organizar, o, en otras palabras, lo primero que
hay que conformar y lo primero que hay que organizar es el alma...Cuando se
trata de organizar en un solo organismo a muchas personas, lo primero que se
necesita es que haya asiduidad en el conjunto de sus valores, vale decir, que
se haga una cosa uniforme de lo que es heterogéneo. Por esa razón, antes de
organizarse, antes de crear los organismos, hay que crear los sentimientos que
lo han de hacer unido y solidario. 
Por esa razón sería inútil que nosotros juntáramos millones de hombres y de
mujeres en una organización donde las almas, los sentimientos y los
pensamientos de esos hombres fueran contrapuestos y dispares, porque al
instante de juntarlas se disociarían y no habría organización posible.
En esto hay que operar algo de milagro, buscando formar de todas las almas una
sola alma colectiva, que sienta, piense y actúe de la misma manera. Entonces,
esa unidad de concepción y de acción asegurada por el sentimiento y por el
pensamiento de los que se organicen, es la que va a dar su futuro valor.
Para esto, compañeros, se ha hecho la doctrina, que tiene una finalidad,
formar un alma colectiva...solamente así tendremos el germen de la
organización indestructible...Cuando todos sintamos la doctrina, cuando todos
la practiquemos, no habrá necesidad ni siquiera de organización, porque
seremos todos uno y esa es la mejor organización que pueden alcanzar los
hombres en esta vida...Una vez que uno ha organizado espiritualmente, entonces
puede comenzar la organización material." (Juan Domingo Perón).

"Para nosotros, organizar es adoctrinar." (Juan Domingo Perón).

"La mejor organización para la acción política es aquella que se cimenta en la
unidad de concepción que nace de una doctrina lógica, congruente, fundamental
y profundamente humana." (Juan Domingo Perón).

"Las organizaciones no valen tanto por el número de sus adherentes como por la
calidad de sus dirigentes." (Juan Domingo Perón).

"Ocupen en el tablero el lugar que les corresponde a cada uno de ustedes y en
ese tablero realicen la jugada que deben hacer porque, generalmente, uno es
menos eficaz si no se encuentra bien encuadrado en el panorama de conjunto.
Debe conocer cuál es su ubicación en el panorama de conjunto y comprender su
misión para no confundir su función. Allí es donde su acción es realmente
eficaz...Les digo esto a ustedes para que puedan colocarse en el tablero, en
las casillas que les corresponden, y puedan hacer después el movimiento
adecuado, como en el juego de ajedrez." (Juan Domingo Perón).

Nuestros intereses argentinos sólo admiten jugada única, y para hacerla con
éxito debemos contar con un pueblo organizado que la sustente y la defienda.
Conseguido esto, entonces sí, podremos avanzar sin titubeos hacia la reforma
de las instituciones y hacia la nacionalización de la economía. 

"Todos los artefactos que directamente perjudican a la industria del país,
como son: ropa hecha, blanca y de color; cueros curtidos, suela, zapatos,
botas, sillas, zofás, mesas, cómodas, coches, calesas, sillas de montar y
manufacturas de talabartería, lampas, herraduras, velas de cera, esperma y
cebo, pólvora, pagarán el duplo respecto de los derechos señalados en los
artículos 6,8 y9." (José de San Martín, en el Reglamento Provisional de
Comercio del Perú).

"Largo tiempo hacía que la agricultura y la naciente industria fabril del país
se resentían de la falta de protección, y que la clase media de nuestra
población, que por la cortedad de sus capitales no puede entrar en empleos de
ganadería, carecía del gran estímulo al trabajo que producen las fundadas
esperanzas de adquirir con él medios de descanso a la ancianidad y de fomento
a sus hijos. El gobierno ha tomado este asunto en consideración, y notando que
la agricultura e industria extranjeras, sin que por ellos reporten ventajas en
la forma y calidad...ha publicado la ley de aduana que será sometida a vuestro
examen por el ministro de Hacienda." (Juan Manuel de Rosas, presentando la Ley
de Aduana). 

"La riqueza de la tierra como la del subsuelo mineral de la República, no
puede ni debe ser objeto de otras explotaciones que las de la Nación misma."
(Hipólito Yrigoyen).

"El Estado debe adquirir una posición cada día más preponderante en las
actividades industriales que respondan principalmente a la realización de
servicios públicos." (Hipólito Yrigoyen).

"La organización de la riqueza y su explotación tienen por fin el bienestar
del pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la
justicia social. El Estado, mediante una ley, podrá intervenir en la economía
y monopolizar determinada actividad, en salvaguarda de los intereses generales
y dentro de los límites fijados por los derechos fundamentales asegurados en
esta constitución.
Salvo la importación y exportación, que estarán a cargo del Estado de acuerdo
con las limitaciones y el régimen que se determine por ley, toda actividad
económica se organizará conforme a la libre iniciativa privada siempre que no
tenga por fin ostensible o encubierto, eliminar la competencia o aumentar
usurariamente los beneficios.
Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de
gas, y las demás fuentes naturales de energía con excepción de los vegetales,
son propiedad imprescriptibles e inalienables de la nación, con la
correspondiente participación en su producto, que se convendrá con las
provincias. 
Los servicios públicos pertenecen originariamente al Estado, y bajo ningún
concepto podrán ser enajenados o concedidos para su explotación. Los que se
hallaren en poder de particulares serán transferidos al Estado, mediante
compras o expropiación con indemnización previa, cuando una ley nacional lo
determine." (Juan Domingo Perón, artículo 40 de la Constitución Justicialista
de 1949).

"La economía libre y el libre comercio son sólo afirmaciones para el consumo
de los tontos y de los ignorantes. La economía nunca ha sido libre: o la
controla el Estado en beneficio del pueblo o lo hacen los grandes consorcios
en perjuicio de éste." (Juan Domingo Perón).

El enemigo tiene muchos agentes colocados inteligentemente en posiciones
estratégicas, maneja mayormente los medios de comunicación y de prensa, y se
mueve con mucha rapidez. Así, pronto nos puso a discutir si fue o no el pueblo
quien tiró a De la Rúa, si fueron los partidos, la militancia, la clase media
o vaya a saber quién; también usó el latiguillo de que "si a la gente le
devuelven la plata ya no sale nadie a la calle". Son todas formas de intentar
desvirtuar nuestra lucha nacional, desgastar nuestra moral y de querer frenar
nuestro ímpetu patriótico. Con todo esto, el enemigo busca dispersar, licuar y
diluir el resurgir de la conciencia nacional de los argentinos. Frente a
semejante maniobra, nuestra respuesta inmediata y directa debe ser una campaña
masiva de adoctrinamiento que permita neutralizar la acción enemiga y
profundizar el proceso revolucionario iniciado por el Pueblo Argentino el 20
de Diciembre del 2001, Día de la Dignidad Nacional Argentina.

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